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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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sino también para las relaciones familiares y las amistades. Una madre

sobreprotectora podría asumir la responsabilidad de los problemas de sus hijos.

Dicha actitud perpetuará en sus vástagos esa conducta de sentirse con derecho a

todo, pues crecerán con la idea de que otro siempre deberán ser responsables de

sus problemas.

(Por tal razón los problemas en tus relaciones románticas siempre son

extrañamente parecidos a los problemas en la relación de tus padres.)

Cuando tienes áreas turbias de responsabilidad respecto de tus emociones y

acciones —zonas en las que no queda claro quién es responsable de qué, de

quién es la culpa, por qué estás haciendo lo que estás haciendo—, nunca

desarrollas valores sólidos. Tu único valor consiste en hacer feliz a tu pareja. O

tu único valor consiste en que tu pareja te haga feliz.

Esa conducta es autodestructivo, por supuesto. Y las relaciones que se

caracterizan por dicha turbiedad por lo general se van a pique como el

Hindenburg, con todo y fuegos artificiales, y el drama que lo acompaña.

La gente no puede resolver tus problemas por ti. Y no deberían intentarlo,

porque no te hará feliz. Tú tampoco puedes resolver los problemas de los demás

por ellos, porque eso tampoco los hará felices. La señal de una relación

enfermiza son dos personas que tratan de resolver los problemas del otro, para

poder sentirse bien consigo mismos. Por contraparte, una relación sana se da

cuando dos personas resuelven sus propios problemas con el fin de sentirse bien

uno respecto del otro.

El definir límites apropiados no significa que no puedas ayudar o apoyar a tu

pareja o recibir ayuda y ser apoyado también. Ambos deberían apoyarse, pero

sólo porque cada uno elija apoyar y ser apoyado, no porque te sientas obligado o

con el derecho a hacerlo.

La gente que se siente con derecho a todo y que culpa a otros por sus propias

emociones y acciones, lo hace porque cree que, si se presenta de manera

constante como víctima, eventualmente alguien vendrá y la salvará, y entonces

recibirá el amor que siempre ha deseado.

Las personas que se creen con derecho a todo, que asumen la culpa de las

emociones y acciones de otros, lo hace porque piensan que, si pueden “arreglar”

a su pareja y salvarla, recibirán el amor y el reconocimiento que siempre han

anhelado.

Éste es el yin y el yang de cualquier relación tóxica: la víctima y el salvador,

la persona que detona el incendio porque lo hace sentir importante, y la persona

que apaga el incendio porque la hace sentir importante.

Ambas clases de individuos se atraen poderosamente entre sí y por lo general

terminan juntos. Sus patologías se acomodan perfecto. Han crecido con padres

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