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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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horas; para mí, no era una cuestión de si algún día tocaría frente a las multitudes

gritando mi nombre, sino cuándo. Lo tenía todo planeado. Simplemente estaba

comprando tiempo antes de poder invertir la cantidad apropiada de energía y

esfuerzo para llegar ahí y dejar mi huella. Primero necesitaba terminar la

escuela, después encontrar el tiempo libre suficiente para practicar. Enseguida

tendría que buscar conexiones y planear mi primer proyecto. Luego . . . y luego,

nada.

A pesar de fantasear casi la mitad de mi vida con eso, la idea nunca se

convirtió en realidad. Y me tomó un largo tiempo y mucha lucha descubrir

finalmente por qué: en realidad no lo deseaba.

Estaba enamorado del resultado: la imagen de mí sobre el escenario, la gente

aplaudiendo, yo tocando, dejando el corazón en la canción . . . pero no estaba

enamorado del proceso. Y por ello fracasé. Repetidamente. Caray, ni siquiera lo

intenté lo suficiente, apenas si procuré. El esclavizante día a día de practicar, la

molestia de encontrar foros y conseguir que a las personas les importara y

acudieran a verme, las cuerdas rotas, el amplificador que volaría, arrastrar 20

kilos de equipo de ida y vuelta a los ensayos sin coche . . . Es una montaña de

sueño y una escalada de kilómetros hasta la cima. Y lo que me tomó un gran

tiempo descubrir es que no me agradaba escalar mucho. Sólo me gustaba

imaginarme en la cima.

Las narrativas culturales comunes me dirán que de alguna forma me fallé a

mí mismo, que soy un cobarde o un perdedor, que simplemente “no lo tenía en

mí”, que sucumbí ante mi sueño y que seguro me dejé vencer ante la presión de

la sociedad. Pero la verdad es mucho menos interesante que cualquiera de esas

explicaciones. En realidad es que pensé que deseaba algo, pero resultó que no.

Fin de la historia.

Quería la recompensa, pero no el esfuerzo. Quería el resultado, pero no el

proceso. Estaba enamorado, pero no con la lucha, sino con la victoria.

Y la vida no funciona así.

Lo que eres se define por lo que estás dispuesto a luchar. Las personas que

disfrutan los esfuerzos en el gimnasio son las que corren triatlones, poseen

marcadísimos abdominales y hacen pesas con sus propias casas. La gente que

disfruta las largas horas de trabajo y las políticas del escalafón corporativo es la

que vuela a lo más alto de éste. La gente que disfruta el estrés y las

incertidumbres del estilo de vida muerto de hambre de los artistas es,

ultimadamente, quien lo vive y lo consigue.

Esto no se trata de voluntad o coraje. Esto no es otro eslogan de “Sin dolor

no hay victoria”. Esto es el más simple y básico componente de la vida: nuestras

luchas determinan nuestro éxito. Nuestros problemas dan vida a nuestra

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