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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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mejoría, ahora es capaz de asistir a restaurantes y beber directo de botellas de

agua o vasos sin tener que lavarlos antes. Jack resume lo que ha aprendido: “Yo

no elegí esta vida; yo no elegí esta horrible enfermedad. Pero puedo elegir cómo

vivir con ella; debo escoger cómo vivir con ella”.

Muchas personas que nacieron con una desventaja —ya sea toc o una

estatura baja o algo muy diferente— eligen pensar que ésta les ha robado algo

sumamente valioso. Sienten que no hay nada que puedan hacer al respecto, así

que evaden asumir la responsabilidad de su situación. Piensan algo como: “Yo

no escogí esta genética de porquería, así que no es mi culpa si todo sale mal”.

Y es verdad, no es su culpa.

Pero, aun así, es su responsabilidad.

Cuando cursaba la universidad, tuve la loca fantasía de convertirme en

jugador profesional de póker. Ganaba dinero y todo, y fue divertido, pero

después de un año de juego serio, me retiré. El estilo de vida de desvelarme toda

la noche mirando fijamente el monitor de la computadora, ganando cientos de

dólares un día y perdiendo la mayor parte al día siguiente no era para mí y no era

exactamente el medio de subsistencia más sano o más estable en términos

emocionales. Pero mi tiempo de jugar al póker tuvo una sorprendente y profunda

influencia en la forma en la que veo la vida.

La belleza del poder es que, si bien la suerte siempre tiene un papel

importante, esa misma suerte no dicta el resultado de un juego en el largo plazo.

A una persona le pueden repartir cartas terribles y aun así ganarle a quien le tocó

una gran mano. Claro, quien posee las mejores cartas tiene mayor probabilidad

de ganar la partida, pero al final, el vencedor está determinado por —sí, acertaste

— las elecciones que cada jugador hace durante el juego.

Yo concibo la vida en esos mismos términos. A todos nos reparten cartas. A

algunos nos tocan mejores cartas que a otros. Y si bien es fácil obsesionarnos

con las cartas que tenemos y sentir que nos tocó una pésima partida, el juego real

consiste en las elecciones que hacemos con esas cartas, los riesgos que

decidimos tomar y las consecuencias con las que elegimos vivir. La gente que de

manera consistente toma las mejores decisiones en las situaciones que se les

presentan son aquellas que por lo general salen avante en el póker, igual que en

la vida. Y no es necesariamente la gente con las mejores cartas.

Hay quienes sufren psicológica y emocionalmente por deficiencias

neurológicas o genéticas, pero eso no cambia nada. Cierto, heredaron una mala

partida y no es su culpa. No se le puede culpar de ser chaparro al tipo bajito por

querer una cita. A la persona que le roban no se le puede culpar por haber sido

asaltada. Pero aún es su responsabilidad. Ya sea que escojan buscar tratamiento

psiquiátrico, ir a terapia o no hacer nada, la elección es suya. Hay quienes sufren

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