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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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cuando le damos demasiada importancia a algo, porque otorgarle importancia a

algo es lo único que nos distrae de nuestra realidad y de la inevitabilidad de

nuestra propia muerte. El hecho de que te importe un carajo todo es alcanzar un

estado casi espiritual de aceptación de la impermanencia de la propia existencia.

En este estado, uno es mucho menos proclive a quedarse atrapado en las

diferentes formas de sentirse con derecho a todo.

Más tarde, Becker llegó a una sorprendente conclusión en su lecho de

muerte: que los proyectos de inmortalidad de la gente eran el problema, no la

solución; que más que intentar implementar, a menudo a través de la fuerza letal,

su yo conceptual alrededor del mundo, la gente debería cuestionar ese yo

conceptual y sentirse más cómoda con la realidad de su propia muerte. Becker

llamó a eso el “antídoto amargo” y luchó por aceptarlo él mismo conforme

enfrentaba cara a cara su propio final. Aunque sea mala, la muerte es inevitable.

Entonces, no deberíamos evitar esta comprensión sino intentar aceptarla lo mejor

que podamos. Sólo cuando nos sentimos cómodos con el hecho de nuestra

propia muerte —con ese terror, con esa angustia subyacente que motiva todas las

ambiciones frívolas de la vida—,entonces podremos elegir nuestros valores con

más librertad, sin las ataduras de esta búsqueda ilógica de inmortalidad; sólo

entonces podremos liberarnos de perspectivas dogmáticas peligrosas.

La cara amable de la muerte

Voy pisando de una a otra roca, escalando a buen ritmo; los músculos de mis

piernas se estiran y me causan dolor. En ese estado de trance que se produce con

el esfuerzo físico repetido, me voy acercando a la cima. El cielo se vuelve

amplio y profundo. Estoy solo. Mis amigos se hallan bastante más abajo,

tomando fotografías del océano.

Finalmente, trepo sobre una roca pequeña y la vista se abre por completo.

Desde aquí puedo observar el horizonte infinito. Se siente como si estuviera

mirando la orilla de la Tierra, donde el agua se funde con el cielo, azul sobre

azul. El viento zumba sobre mi piel. Miro hacia arriba, es brillante. Es hermoso.

Estoy en el Cabo de Buena Esperanza, en África del Sur, considerado alguna

vez como la punta sur de África y el punto más meridional del mundo. Es un

lugar agitado, lleno de tormentas y aguas traicioneras. Un lugar que ha visto

pasar siglos de comercio y de esfuerzo humano. Irónicamente, un lugar de

esperanzas perdidas.

Hay un dicho en portugués: Ele dobra o Cabo da Boa Esperança. “Él está

rondando el Cabo de Buena Esperanza”. Irónicamente significa que una persona

se halla en su etapa final, incapaz de realizar nada más.

Esquivo las rocas hacia el azul; permito que su vastedad inunde mi campo

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