gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera
gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera
gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-Si yo tuviera cincu<strong>en</strong>ta años m<strong>en</strong>os -le decía- me casaría con mi tocaya Leona.<br />
No puedo imaginarme una esposa mejor.<br />
Flor<strong>en</strong>tino Ariza temblaba con la idea de que su labor de tantos años se frustrara a<br />
última hora por esta condición imprevista. Hubiera preferido r<strong>en</strong>unciar, echarlo todo por<br />
la borda, morirse, antes que fallarle a Fermina Daza. Por fortuna, <strong>el</strong> tío León XII no<br />
insistió. Cuando cumplió <strong>los</strong> nov<strong>en</strong>ta y dos años reconoció al sobrino como heredero<br />
único, y se retiró de la empresa.<br />
Seis meses después, por acuerdo unánime de <strong>los</strong> socios, Flor<strong>en</strong>tino Ariza fue<br />
nombrado Presid<strong>en</strong>te de la Junta Directiva y Director G<strong>en</strong>eral. El día <strong>en</strong> que tomó<br />
posesión d<strong>el</strong> cargo, después de la copa de champaña, <strong>el</strong> viejo león <strong>en</strong> retiro pidió excusas<br />
por hablar sin levantarse d<strong>el</strong> mecedor, e improvisó un breve discurso que más bi<strong>en</strong><br />
pareció una <strong>el</strong>egía. Dijo que su vida había empezado y terminaba con dos<br />
acontecimi<strong>en</strong>tos provid<strong>en</strong>ciales. El primero fue que <strong>el</strong> Libertador lo había cargado <strong>en</strong> sus<br />
brazos, <strong>en</strong> la población de Turbaco, cuando iba <strong>en</strong> su viaje desdichado hacia la muerte.<br />
La otra había sido <strong>en</strong>contrar, contra todos <strong>los</strong> obstácu<strong>los</strong> que le había interpuesto <strong>el</strong><br />
destino, un sucesor digno de su empresa. Al final, tratando de desdramatizar <strong>el</strong> drama,<br />
concluyó:<br />
-La única frustración que me llevo de esta vida es la de haber cantado <strong>en</strong> tantos<br />
<strong>en</strong>tierros, m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> <strong>el</strong> mío.<br />
Para cerrar <strong>el</strong> acto, cómo no, cantó <strong>el</strong> aria d<strong>el</strong> Adiós a la Vida, de Tosca. La cantó a<br />
cap<strong>el</strong>la, como más le gustaba, y todavía con voz firme. Flor<strong>en</strong>tino Ariza se conmovió,<br />
pero ap<strong>en</strong>as si lo dejó notar <strong>en</strong> <strong>el</strong> temblor de la voz con que dio las gracias. Tal como<br />
había hecho y p<strong>en</strong>sado todo lo que había hecho y p<strong>en</strong>sado <strong>en</strong> la vida, llegaba a la<br />
cumbre sin ninguna otra causa que la determinación <strong>en</strong>carnizada de estar vivo y <strong>en</strong> bu<strong>en</strong><br />
estado de salud <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to de asumir su destino a la sombra de Fermina Daza.<br />
Sin embargo, no sólo fue <strong>el</strong> recuerdo de <strong>el</strong>la <strong>el</strong> que lo acompañó aqu<strong>el</strong>la noche <strong>en</strong><br />
la fiesta que le ofreció Leona Cassiani. Lo acompañó <strong>el</strong> recuerdo de todas: tanto las que<br />
dormían <strong>en</strong> <strong>los</strong> cem<strong>en</strong>terios, p<strong>en</strong>sando <strong>en</strong> él a través de las rosas que les sembraba<br />
<strong>en</strong>cima, como las que todavía apoyaban la cabeza sobre la misma almohada <strong>en</strong> que<br />
dormía <strong>el</strong> marido con <strong>los</strong> cuernos dorados bajo la luna. A falta de una deseó estar con<br />
todas al mismo tiempo, como siempre que estaba asustado. Pues aun <strong>en</strong> sus épocas más<br />
difíciles y <strong>en</strong> sus mom<strong>en</strong>tos peores, había mant<strong>en</strong>ido algún vínculo, por débil que fuera,<br />
con las incontables amantes de tantos años: siempre siguió <strong>el</strong> hilo de sus vidas.<br />
Así que aqu<strong>el</strong>la noche se acordó de Rosalba, la más antigua de todas, la que se<br />
llevó <strong>el</strong> trofeo de su virginidad, cuyo recuerdo seguía doliéndole como <strong>el</strong> primer día. Le<br />
bastaba con cerrar <strong>los</strong> ojos para verla con <strong>el</strong> traje de mus<strong>el</strong>ina y <strong>el</strong> sombrero de largas<br />
cintas de seda, meci<strong>en</strong>do la jaula d<strong>el</strong> niño <strong>en</strong> la borda d<strong>el</strong> buque. Varias veces <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />
años numerosos de su edad lo tuvo todo listo para ir a buscarla sin saber ni siquiera<br />
dónde, sin conocer su ap<strong>el</strong>lido, sin saber si era <strong>el</strong>la la que buscaba, pero seguro de<br />
<strong>en</strong>contrarla <strong>en</strong> cualquier parte <strong>en</strong>tre fflorestas de orquídeas. Cada vez, por un<br />
inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te real de última hora, o por una falla intempestiva de su voluntad, <strong>el</strong> viaje se<br />
aplazaba cuando ya estaban a punto de levar la tabla d<strong>el</strong> buque: siempre por un motivo<br />
que t<strong>en</strong>ía algo que ver con Fermina Daza.<br />
Se acordó de la viuda de Nazaret, la única con la que profanó la casa materna de<br />
la Calle de las V<strong>en</strong>tanas, aunque no hubiera sido él sino Tránsito Ariza qui<strong>en</strong> la hizo<br />
<strong>en</strong>trar. A <strong>el</strong>la le consagró más compr<strong>en</strong>sión que a otra ninguna, por ser la única que<br />
irradiaba ternura de sobra como para sustituir a Fermina Daza, aun si<strong>en</strong>do tan lerda <strong>en</strong><br />
la cama. Pero su vocación de gata errante, más indómita que la misma fuerza de su<br />
ternura, <strong>los</strong> mantuvo a ambos cond<strong>en</strong>ados a la infid<strong>el</strong>idad. Sin embargo, lograron ser<br />
amantes intermit<strong>en</strong>tes durante casi treinta años gracias a su divisa de mosqueteros:<br />
Infi<strong>el</strong>es, pero no desleales. Fue además la única por la que Flor<strong>en</strong>tino Ariza dio la cara:<br />
cuando le avisaron que había muerto y que iba a ser <strong>en</strong>terrada de caridad, la <strong>en</strong>terró a<br />
sus exp<strong>en</strong>sas y asistió solo al <strong>en</strong>tierro.<br />
148 Gabri<strong>el</strong> García Márquez<br />
El <strong>amor</strong> <strong>en</strong> <strong>los</strong> <strong>tiempos</strong> d<strong>el</strong> cólera