gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera
gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera
gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Sabía que iba a casarse <strong>el</strong> sábado sigui<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> una boda de estru<strong>en</strong>do, y <strong>el</strong> ser<br />
que más la amaba y había de amarla hasta siempre no t<strong>en</strong>dría ni siquiera <strong>el</strong> derecho de<br />
morirse por <strong>el</strong>la. Los c<strong>el</strong>os, hasta <strong>en</strong>tonces ahogados <strong>en</strong> llanto, se hicieron dueños de su<br />
alma. Rogaba a Dios que la c<strong>en</strong>t<strong>el</strong>la de la justicia divina fulminara a Fermina Daza<br />
cuando se dispusiera a jurar <strong>amor</strong> y obedi<strong>en</strong>cia a un hombre que sólo la quería para<br />
esposa como un adorno social, y se extasiaba <strong>en</strong> la visión de la novia, suya o de nadie,<br />
t<strong>en</strong>dida bocarriba sobre las <strong>los</strong>as de la catedral con <strong>los</strong> azahares nevados por <strong>el</strong> rocío de<br />
la muerte, y <strong>el</strong> torr<strong>en</strong>te de espuma d<strong>el</strong> v<strong>el</strong>o sobre <strong>los</strong> mármoles funerarios de catorce<br />
obispos sepultados fr<strong>en</strong>te al altar mayor. Sin embargo, una vez consumada la v<strong>en</strong>ganza,<br />
se arrep<strong>en</strong>tía de su propia maldad, y <strong>en</strong>tonces veía a Fermina Daza levantándose con <strong>el</strong><br />
ali<strong>en</strong>to intacto, aj<strong>en</strong>a pero viva, porque no le era posible imaginarse <strong>el</strong> mundo sin <strong>el</strong>la.<br />
No volvió a dormir, y si a veces se s<strong>en</strong>taba a picar cualquier cosa era por la ilusión de<br />
que Fermina Daza estuviera <strong>en</strong> la mesa, o al contrario, para negarle <strong>el</strong> hom<strong>en</strong>aje de<br />
ayunar por <strong>el</strong>la. A veces se consolaba con la certidumbre de que <strong>en</strong> la embriaguez de la<br />
fiesta de bodas, y aun <strong>en</strong> las noches febriles de la luna de mi<strong>el</strong>, Fermina Daza había de<br />
padecer un instante, uno al m<strong>en</strong>os, pero uno de todos modos, <strong>en</strong> que se alzara <strong>en</strong> su<br />
conci<strong>en</strong>cia <strong>el</strong> fantasma d<strong>el</strong> novio burlado, humillado, escupido, y le echara a perder la<br />
f<strong>el</strong>icidad.<br />
La víspera de la llegada al puerto de Caracolí, que era <strong>el</strong> término d<strong>el</strong> viaje, <strong>el</strong><br />
capitán ofreció la fiesta tradicional de despedida, con una orquesta de vi<strong>en</strong>to conformada<br />
por <strong>los</strong> miembros de la tripulación, y fuegos de artificios de colores desde la cabina de<br />
mando. El ministro de la Gran Bretaña había sobrevivido a la odisea con un estoicismo<br />
ejemplar, cazando con la cámara fotográfica <strong>los</strong> animales que no le permitían matar con<br />
escopetas, y no hubo una noche <strong>en</strong> que no se le viera de etiqueta <strong>en</strong> <strong>el</strong> comedor. Pero <strong>en</strong><br />
la fiesta final apareció con <strong>el</strong> traje escocés d<strong>el</strong> clan MacTavish, y tocó la gaita a placer y<br />
<strong>en</strong>señó a todo <strong>el</strong> que quiso a bailar sus danzas nacionales, y antes d<strong>el</strong> amanecer tuvieron<br />
que llevarlo casi a rastras al camarote. Flor<strong>en</strong>tino Ariza, postrado de dolor, se había ido<br />
al rincón más apartado de la cubierta donde no le llegaran ni las noticias de la parranda,<br />
y se echó <strong>en</strong>cima <strong>el</strong> abrigo de Lotario Thugut tratando de resistir <strong>el</strong> escalofrío de <strong>los</strong><br />
huesos. Había despertado a las cinco de la mañana, como despierta <strong>el</strong> cond<strong>en</strong>ado a<br />
muerte <strong>en</strong> la madrugada de la ejecución, y <strong>en</strong> todo <strong>el</strong> sábado no había hecho nada más<br />
que imaginar minuto a minuto cada una de las instancias de la boda de Fermina Daza.<br />
Más tarde, cuando regresó a casa, se dio cu<strong>en</strong>ta de que había equivocado las horas y de<br />
que todo había sido distinto de como él se lo imaginaba, y hasta tuvo <strong>el</strong> bu<strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido de<br />
reírse de su fantasía.<br />
Pero <strong>en</strong> todo caso fue un sábado de pasión que culminó con una nueva crisis de<br />
fiebre, cuando le pareció que era <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que <strong>los</strong> recién casados se estaban<br />
fugando <strong>en</strong> secreto por una puerta falsa para <strong>en</strong>tregarse a las d<strong>el</strong>icias de la primera<br />
noche. Algui<strong>en</strong> que lo vio tiritando de cal<strong>en</strong>tura le dio <strong>el</strong> aviso al capitán, y éste<br />
abandonó la fiesta con <strong>el</strong> médico de a bordo temi<strong>en</strong>do que fuera un caso de cólera, y <strong>el</strong><br />
médico lo mandó por precaución al camarote de cuar<strong>en</strong>t<strong>en</strong>a con una bu<strong>en</strong>a carga de<br />
bromuros. Al día sigui<strong>en</strong>te, sin embargo, cuando avistaron <strong>los</strong> farallones de Caracolí, la<br />
fiebre había desaparecido y t<strong>en</strong>ía <strong>el</strong> ánimo exaltado, porque <strong>en</strong> <strong>el</strong> marasmo de <strong>los</strong><br />
sedantes había resu<strong>el</strong>to de una vez y sin más trámites que mandaba al carajo <strong>el</strong> radiante<br />
porv<strong>en</strong>ir d<strong>el</strong> t<strong>el</strong>égrafo y regresaba <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo buque a su vieja Calle de Las V<strong>en</strong>tanas.<br />
No le fue difícil que lo llevaran de regreso a cambio d<strong>el</strong> camarote que él había<br />
cedido al repres<strong>en</strong>tante de la reina Victoria. El capitán trató de disuadirlo también con <strong>el</strong><br />
argum<strong>en</strong>to de que <strong>el</strong> t<strong>el</strong>égrafo era la ci<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> futuro. Tanto era así, le dijo, que ya se<br />
estaba inv<strong>en</strong>tando un sistema para instalarlo <strong>en</strong> <strong>los</strong> buques. Pero él resistió a todo<br />
argum<strong>en</strong>to, y <strong>el</strong> capitán terminó por llevarlo de regreso, no por la deuda d<strong>el</strong> camarote,<br />
sino porque conocía sus víncu<strong>los</strong> reales con la Compañía Fluvial d<strong>el</strong> Caribe.<br />
El viaje de bajada se hizo <strong>en</strong> m<strong>en</strong>os de seis días, y Flor<strong>en</strong>tino Ariza se sintió de<br />
nuevo <strong>en</strong> casa propia desde que <strong>en</strong>traron de madrugada <strong>en</strong> la laguna de las Mercedes, y<br />
vio <strong>el</strong> reguero de luces de las canoas pesqueras ondulando <strong>en</strong> la resaca d<strong>el</strong> buque. Era<br />
todavía noche cuando atracaron <strong>en</strong> la <strong>en</strong>s<strong>en</strong>ada d<strong>el</strong> Niño Perdido, que era <strong>el</strong> último<br />
Gabri<strong>el</strong> García Márquez 83<br />
El <strong>amor</strong> <strong>en</strong> <strong>los</strong> <strong>tiempos</strong> d<strong>el</strong> cólera