30.04.2013 Views

gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera

gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera

gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

un canc<strong>el</strong> de madera. Allí había una mesa con cuatro sillas que servía al mismo tiempo<br />

para comer y escribir, y era allí donde Flor<strong>en</strong>tino Ariza colgaba la hamaca cuando <strong>el</strong><br />

amanecer no lo sorpr<strong>en</strong>día escribi<strong>en</strong>do. Era un espacio bu<strong>en</strong>o para <strong>los</strong> dos, pero<br />

insufici<strong>en</strong>te para una persona más, y m<strong>en</strong>os para una señorita d<strong>el</strong> Colegio de la<br />

Pres<strong>en</strong>tación de la Santísima Virg<strong>en</strong>, cuyo padre había restaurado hasta dejarla como<br />

nueva una casa <strong>en</strong> escombros, mi<strong>en</strong>tras las familias de siete títu<strong>los</strong> se acostaban con <strong>el</strong><br />

terror de que <strong>los</strong> techos de las mansiones se les desfondaran <strong>en</strong>cima durante <strong>el</strong> sueño.<br />

De modo que Tránsito Ariza había conseguido que <strong>el</strong> propietario le permitiera ocupar<br />

también la galería d<strong>el</strong> patio, a cambio de que mantuviera la casa <strong>en</strong> bu<strong>en</strong> estado por<br />

cinco años.<br />

T<strong>en</strong>ía recursos para eso. Aparte de <strong>los</strong> ingresos reales de la mercería y de las<br />

hilachas hemostáticas, que le hubieran alcanzado para su vida modesta, había<br />

multiplicado <strong>los</strong> ahorros prestándo<strong>los</strong> a una cli<strong>en</strong>t<strong>el</strong>a de nuevos pobres vergonzantes que<br />

aceptaban sus réditos excesivos <strong>en</strong> gracia de su discreción. Señoras con aires de reinas<br />

bajaban de las carrozas <strong>en</strong> <strong>el</strong> portón de la mercería, sin nodrizas ni criados incómodos, y<br />

fingi<strong>en</strong>do comprar <strong>en</strong>cajes de Holanda y ribetes de pasamanería empeñaban <strong>en</strong>tre dos<br />

sollozos <strong>los</strong> últimos orop<strong>el</strong>es de su paraíso perdido. Tránsito Ariza las sacaba de apuros<br />

con tanta consideración por su alcurnia, que muchas se iban más agradecidas por <strong>el</strong><br />

honor que por <strong>el</strong> favor. En m<strong>en</strong>os de diez años conocía como suyas las joyas tantas<br />

veces rescatadas y vu<strong>el</strong>tas a empeñar con lágrimas, y las ganancias convertidas <strong>en</strong> oro<br />

de ley estaban <strong>en</strong>terradas <strong>en</strong> una múcura debajo de la cama cuando <strong>el</strong> hijo tomó la<br />

decisión de casarse. Entonces hizo las cu<strong>en</strong>tas, y descubrió que no sólo podía hacer <strong>el</strong><br />

negocio de mant<strong>en</strong>er <strong>en</strong> pie la casa aj<strong>en</strong>a durante cinco años, sino que con la misma<br />

astucia y un poco más de suerte podía quizás comprarla antes de morir para <strong>los</strong> doce<br />

nietos que deseaba t<strong>en</strong>er. Flor<strong>en</strong>tino Ariza, por su parte, había sido nombrado ayudante<br />

primero d<strong>el</strong> t<strong>el</strong>égrafo, con carácter interino, y Lotario Thugut quería dejarlo como jefe de<br />

la oficina cuando él se fuera a dirigir la Escu<strong>el</strong>a de T<strong>el</strong>egrafía y Magnetismo, prevista para<br />

<strong>el</strong> año sigui<strong>en</strong>te.<br />

Así que <strong>el</strong> lado práctico d<strong>el</strong> matrimonio estaba resu<strong>el</strong>to. Sin embargo, Tránsito<br />

Ariza creyó prud<strong>en</strong>tes dos condiciones finales. La primera, averiguar quién era <strong>en</strong><br />

realidad Lor<strong>en</strong>zo Daza, cuyo ac<strong>en</strong>to no dejaba ninguna duda sobre su orig<strong>en</strong>, pero de<br />

cuya id<strong>en</strong>tidad y de cuyos medios de vida no t<strong>en</strong>ía nadie una noticia cierta. La segunda,<br />

que <strong>el</strong> noviazgo fuera largo para que <strong>los</strong> novios se conocieran a fondo por <strong>el</strong> trato<br />

personal, y que se mantuviera la reserva más estricta hasta que ambos se sintieran muy<br />

seguros de sus afectos. Sugirió que esperaran hasta <strong>el</strong> final de la guerra. Flor<strong>en</strong>tino<br />

Ariza estuvo de acuerdo con <strong>el</strong> secreto absoluto, tanto por las razones de su<br />

madre como por <strong>el</strong> her~ metismo propio de su carácter. Estuvo también de acuerdo con<br />

la demora d<strong>el</strong> noviazgo, pero <strong>el</strong> término le pareció irreal, pues <strong>en</strong> más de medio siglo de<br />

vida indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te no había t<strong>en</strong>ido <strong>el</strong> país ni un día de paz civil.<br />

-Nos volveremos viejos esperando -dijo.<br />

Su padrino <strong>el</strong> homeópata, que participaba por casualidad <strong>en</strong> la conversación, no<br />

creyó que las guerras fueran un inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te. P<strong>en</strong>saba que no eran más que pleitos de<br />

pobres arreados como bueyes por <strong>los</strong> señores de la tierra, contra soldados descalzos<br />

arreados por <strong>el</strong> gobierno.<br />

-La guerra está <strong>en</strong> <strong>el</strong> monte---dijo---. Desde que yo soy yo, <strong>en</strong> las ciudades no<br />

nos matan con tiros sino con decretos.<br />

En todo caso, <strong>los</strong> porm<strong>en</strong>ores d<strong>el</strong> noviazgo fueron resu<strong>el</strong>tos <strong>en</strong> las cartas de la<br />

semana sigui<strong>en</strong>te. Fermina Daza, aconsejada por la tía Escolástica, aceptó <strong>el</strong> plazo de<br />

dos años y su reserva absoluta, y sugirió que Flor<strong>en</strong>tino Ariza pidiera su mano cuando<br />

<strong>el</strong>la terminara la escu<strong>el</strong>a secundaria <strong>en</strong> las vacaciones de Navidad. En su mom<strong>en</strong>to se<br />

pondrían de acuerdo sobre <strong>el</strong> modo de formalizar <strong>el</strong> compromiso según <strong>el</strong> grado de<br />

aceptación que <strong>el</strong>la hubiera logrado de su padre. Mi<strong>en</strong>tras tanto, siguieron escribiéndose<br />

con <strong>el</strong> mismo ardor y la misma frecu<strong>en</strong>cia, pero sin <strong>los</strong> sobresaltos de antes, y las cartas<br />

44 Gabri<strong>el</strong> García Márquez<br />

El <strong>amor</strong> <strong>en</strong> <strong>los</strong> <strong>tiempos</strong> d<strong>el</strong> cólera

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!