30.04.2013 Views

gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera

gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera

gabriel-garcia-marquez-el-amor-en-los-tiempos-del-colera

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

cargo de él, y dejó al cazador abandonado <strong>en</strong> <strong>el</strong> playón desierto junto al cadáver de la<br />

madre asesinada. Estuvo seis meses <strong>en</strong> la cárc<strong>el</strong>, por protestas diplomáticas, y a punto<br />

de perder su lic<strong>en</strong>cia de navegante, pero salió dispuesto a repetir lo hecho cuantas veces<br />

hubiera ocasión. Sin embargo, aqu<strong>el</strong> había sido un episodio histórico: <strong>el</strong> manatí huérfano,<br />

que creció y vivió muchos años <strong>en</strong> <strong>el</strong> parque de animales raros de San Nicolás de las<br />

Barrancas, fue <strong>el</strong> último que se vio <strong>en</strong> <strong>el</strong> río.<br />

-Cada vez que paso por ese playón -dijo- le ruego a Dios que aqu<strong>el</strong> gringo se<br />

vu<strong>el</strong>va a embarcar <strong>en</strong> mi buque, para volver a dejarlo.<br />

Fermina Daza, que no le t<strong>en</strong>ía simpatía, se conmovió de tal modo con aqu<strong>el</strong><br />

gigante tierno, que desde esa mañana lo puso <strong>en</strong> un lugar privilegiado de su corazón.<br />

Hizo bi<strong>en</strong>: <strong>el</strong> viaje ap<strong>en</strong>as com<strong>en</strong>zaba, y ya t<strong>en</strong>dría ocasiones de sobra para darse cu<strong>en</strong>ta<br />

de que no se había equivocado.<br />

Fermina Daza y Flor<strong>en</strong>tino Ariza permanecieron <strong>en</strong> <strong>los</strong> puestos de mando hasta la<br />

hora d<strong>el</strong> almuerzo, poco después de que pasaron fr<strong>en</strong>te a la población de Calamar, que<br />

ap<strong>en</strong>as unos años antes t<strong>en</strong>ía una fiesta perpetua, y ahora era un puerto <strong>en</strong> ruinas de<br />

calles desoladas. El único ser que se vio desde <strong>el</strong> buque, fue una mujer vestida de blanco<br />

que hacía señas con un pañu<strong>el</strong>o. Fermina Daza no <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dió por qué no la recogían, si<br />

parecía tan afligida, pero <strong>el</strong> capitán le explicó que era la aparición de una ahogada que<br />

hacía señas de <strong>en</strong>gaño para desviar <strong>los</strong> buques hacia <strong>los</strong> p<strong>el</strong>igrosos remolinos de la otra<br />

orilla. Pasaron tan cerca de <strong>el</strong>la que Fermina Daza la vio con todos sus detalles, nítida<br />

bajo <strong>el</strong> sol, y no dudó de que <strong>en</strong> realidad no existiera, pero su cara le pareció conocida.<br />

Fue un día largo y caluroso. Fermina Daza volvió al camarote después d<strong>el</strong><br />

almuerzo, para su siesta inevitable, pero no durmió bi<strong>en</strong> por <strong>el</strong> dolor d<strong>el</strong> oído, que se le<br />

hizo más int<strong>en</strong>so cuando <strong>el</strong> buque intercambió <strong>los</strong> saludos de rigor con otro de la C.F.C.<br />

con <strong>el</strong> que se cruzó unas leguas arriba de Barranca Vieja. Flor<strong>en</strong>tino Ariza descabezó un<br />

sueño instantáneo s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> salón principal, donde la mayoría de <strong>los</strong> pasajeros sin<br />

camarote dormían como a media noche, y soñó con Rosalba, muy cerca d<strong>el</strong> lugar <strong>en</strong> que<br />

la había visto embarcarse. Viajaba sola, con su atu<strong>en</strong>do de momposina d<strong>el</strong> siglo anterior,<br />

y era <strong>el</strong>la y no <strong>el</strong> niño la que dormía la siesta d<strong>en</strong>tro de la jaula de mimbre colgada <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

alero. Fue un sueño a la vez tan <strong>en</strong>igmático y divertido, que siguió con su regusto toda la<br />

tarde, mi<strong>en</strong>tras jugaba dominó con <strong>el</strong> capitán y dos pasajeros amigos.<br />

El calor cesaba a la caída d<strong>el</strong> sol, y <strong>el</strong> buque revivía. Los pasajeros emergían como<br />

de un letargo, recién bañados y con ropas limpias, y ocupaban las poltronas de mimbre<br />

d<strong>el</strong> salón a la espera de la c<strong>en</strong>a, que era anunciada a las cinco <strong>en</strong> punto por un mesero<br />

que recorría la cubierta de un extremo al otro haci<strong>en</strong>do sonar <strong>en</strong>tre aplausos de burlas<br />

una campana de sacristán. Mi<strong>en</strong>tras comían, empezaba la banda con música de<br />

fandango, y <strong>el</strong> baile seguía de largo hasta la media noche.<br />

Fermina Daza no quiso c<strong>en</strong>ar por la molestia d<strong>el</strong> oído, y pres<strong>en</strong>ció <strong>el</strong> primer<br />

embarque de leña para las calderas, <strong>en</strong> una barranca p<strong>el</strong>ada donde no había nada más<br />

que <strong>los</strong> troncos amontonados, y un hombre muy viejo que at<strong>en</strong>día <strong>el</strong> negocio. No parecía<br />

haber nadie más a muchas leguas. Para Fermina Daza fue una escala l<strong>en</strong>ta y aburrida,<br />

imp<strong>en</strong>sable <strong>en</strong> <strong>los</strong> transatlánticos de Europa, y había tanto calor que se hacía s<strong>en</strong>tir aun<br />

d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> mirador refrigerado. Pero cuando <strong>el</strong> buque zarpó de nuevo soplaba un vi<strong>en</strong>to<br />

fresco oloroso a <strong>en</strong>trañas de la s<strong>el</strong>va, y la música se hizo más alegre. En la población de<br />

Sitio Nuevo había una sola luz <strong>en</strong> una sola v<strong>en</strong>tana de una sola casa, y <strong>en</strong> la oficina d<strong>el</strong><br />

puerto no hicieron la señal conv<strong>en</strong>ida de que había carga o pasajeros para <strong>el</strong> buque, de<br />

modo que éste pasó sin saludar.<br />

Fermina Daza había estado toda la tarde preguntándose de qué recursos iba a<br />

valerse Flor<strong>en</strong>tino Ariza para verla sin tocar <strong>en</strong> <strong>el</strong> camarote, y hacia las ocho no pudo<br />

soportar más las ansias de estar con él. Salió al corredor con la esperanza de <strong>en</strong>contrarlo<br />

de un modo que pareciera casual, y no tuvo que andar mucho: Flor<strong>en</strong>tino Ariza estaba<br />

s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> un escaño d<strong>el</strong> corredor, callado y triste como <strong>en</strong> <strong>el</strong> parquecito de Los<br />

Evang<strong>el</strong>ios, y preguntándose desde hacía más de dos horas cómo iba a hacer para verla.<br />

Ambos hicieron <strong>el</strong> mismo gesto de sorpresa que ambos sabían fingido, y recorrieron<br />

182 Gabri<strong>el</strong> García Márquez<br />

El <strong>amor</strong> <strong>en</strong> <strong>los</strong> <strong>tiempos</strong> d<strong>el</strong> cólera

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!