Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
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hubiera experimentado una sensación <strong>de</strong>sagradable en cualquiera <strong>de</strong> esas dos partes, eso habría<br />
significado que la Catalina me había hecho daño aprovechando mi torpeza.<br />
-Todo lo que hiciste anoche fue una torpeza -dijo-. En primer lugar, fuiste a la fiesta a matar tiempo,<br />
como si hubiera tiempo que matar. Eso te <strong>de</strong>bilitó.<br />
-¿Quiere usted <strong>de</strong>cir que no <strong>de</strong>bo ir a fiestas?<br />
-No, no digo eso. Pue<strong>de</strong>s ira don<strong>de</strong> se te antoje, pero si vas, <strong>de</strong>bes aceptar la entera responsabilidad <strong>de</strong><br />
ese acto. Un guerrero vive su vida estratégicamente. Sólo asiste a una fiesta o a una reunión así, en caso <strong>de</strong><br />
que su estrategia lo pida. Eso significa, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, que tiene dominio total y realiza todos <strong>los</strong> actos que<br />
consi<strong>de</strong>ra necesarios.<br />
Me miró con fijeza y sonrió; luego se cubrió la cara y rió suavemente.<br />
-Estás en un buen aprieto -dijo-. Tu adversario te está pisando <strong>los</strong> talones y, por primera vez en tu vida,<br />
no pue<strong>de</strong>s permitirte el lujo <strong>de</strong> actuar por las puras. Esta vez <strong>de</strong>bes apren<strong>de</strong>r un hacer totalmente distinto,<br />
el hacer <strong>de</strong> la estrategia. Considéralo así. En caso <strong>de</strong> que sobrevivas a <strong>los</strong> ataques <strong>de</strong> la Catalina, algún día<br />
tendrás que darle las gracias por haberte forzado a cambiar <strong>de</strong> hacer.<br />
-¡Qué cosa tan terrible! -exclamé-. ¿Y si no sobrevivo?<br />
-Un guerrero nunca se entrega a esos pensamientos -dijo-. Cuando tiene que actuar con sus semejantes,<br />
un guerrero sigue el hacer <strong>de</strong> la estrategia, y en ese hacer no hay victorias ni <strong>de</strong>rrotas. En ese hacer<br />
sólo hay acciones.<br />
Le pregunté qué implicaba el hacer <strong>de</strong> la estrategia.<br />
-Implica que uno no está a merced <strong>de</strong> la gente -repuso-. En esa fiesta, por ejemplo, fuiste un payaso, no<br />
porque conviniera a tus propósitos el ser un payaso, sino porque te colocaste a merced <strong>de</strong> ,aquella gente.<br />
Nunca tuviste el menor dominio y por eso tuviste que salir huyendo.<br />
-¿Qué <strong>de</strong>bía haber hecho?<br />
-No ir a la fiesta, o bien ir a fin <strong>de</strong> cumplir un acto especifico.<br />
"Después <strong>de</strong> travesear con <strong>los</strong> yoris estabas débil, y la Catalina usó esa oportunidad. Se puso a<br />
esperarte en el camino.<br />
"Pero tu cuerpo sabía que algo andaba fuera <strong>de</strong> lugar, y así y todo le hablaste. Eso estuvo muy mal. No<br />
<strong>de</strong>bes dirigir una sola palabra a tu oponente durante esos encuentros. Luego le diste la espalda. Eso estuvo<br />
peor todavía. Luego corriste <strong>de</strong> ella, ¡y eso fue lo peor que podrías haber hecho! Parece que la vieja ésa es<br />
torpe. Una bruja <strong>de</strong> las buenas te habría agarrado allí mismo, en el instante en que volviste la espalda y<br />
echaste a correr.<br />
"Por lo pronto, tu única <strong>de</strong>fensa es plantarte y bailar tu danza."<br />
-¿De qué danza habla usted? -pregunté.<br />
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Dijo que el "pataleo <strong>de</strong> conejo" que me había enseñado era el primer movimiento <strong>de</strong> la danza que un<br />
guerrero cultiva y acrecienta toda su vida, y luego ejecuta en su última <strong>para</strong>da sobre la tierra.<br />
Tuve un momento <strong>de</strong> rara sobriedad y me vino una serie <strong>de</strong> pensamientos. En cierto nivel, estaba claro<br />
que lo ocurrido entre la Catalina y yo, la primera vez que la enfrenté, era real. La Catalina era real, y no<br />
podía <strong>de</strong>scartarse la posibilidad <strong>de</strong> que verda<strong>de</strong>ramente me estuviera siguiendo. En otro nivel, yo no<br />
comprendía cómo estaba siguiéndome, y eso daba pábulo a la leve sospecha <strong>de</strong> que don Juan me estuviera<br />
engañando, y <strong>de</strong> que él mismo produjera <strong>de</strong> algún modo <strong>los</strong> extraños efectos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que fui testigo.<br />
Don Juan miró <strong>de</strong> pronto el cielo y me dijo que todavía había tiempo <strong>de</strong> ir a ver a la bruja. Me aseguró<br />
que corríamos muy poco peligro, porque sólo pasaríamos en el coche frente a su casa.<br />
-Debes confirmar su forma -dijo don Juan-. Así ya no quedarán dudas en tu mente, en un sentido o en<br />
otro.<br />
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