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Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

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graznido, dobló <strong>los</strong> brazos sobre el pecho con las manos hacia a<strong>de</strong>ntro y luego, sin ninguna ceremonia,<br />

escupió.<br />

-¡Carajo! No era un huevo, era un pollo -dijo con expresión preocupada.<br />

La postura <strong>de</strong> su cuerpo y la cara que tenía eran tan ridículas que, no pu<strong>de</strong> menos que reír.<br />

-Ahora que Genaro casi puso un huevo, a lo mejor te cuenta su primer encuentro con su aliado -insistió<br />

don Juan.<br />

-A lo mejor -dijo don Genaro, sin interés.<br />

Le supliqué que me lo contara.<br />

Don Genaro se puso <strong>de</strong> pie, estiró <strong>los</strong> brazos y la espalda. Sus huesos crujieron. Luego volvió a sentarse.<br />

-Era yo joven cuando me enfrenté por primera vez con mi aliado -dijo al fin-. Recuerdo que fue en las<br />

primeras horas <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Yo había estado en el campo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el amanecer e iba <strong>de</strong> vuelta a mi casa. De<br />

repente, el aliado salió y se interpuso en mi camino. Me había estado esperando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una masa y me<br />

invitaba a luchar. Yo iba a salir corriendo, pero me vino la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que yo era lo bastante fuerte pare<br />

enfrentarme con él. De todos modos tuve miedo. Un escalofrío me subió por la espalda y mi cuello se puso<br />

tieso como tabla. A propósito, ésa es siempre la señal <strong>de</strong> que uno está listo; digo, cuando el cuello se pone<br />

duro.<br />

Se abrió la camisa y me enseñó su espalda. Tensó <strong>los</strong> múscu<strong>los</strong> <strong>de</strong> su cuello, brazos y espalda. Noté la<br />

excelencia <strong>de</strong> su musculatura. Era como si el recuerdo <strong>de</strong>l encuentro hubiese activado cada músculo en su<br />

torso.<br />

-En tal situación -prosiguió-, siempre hay que cerrar la boca.<br />

Se volvió a don Juan y dijo:<br />

-¿No es cierto?<br />

-Si -dijo don Juan calmadamente-. El choque que uno recibe al agarrar a un aliado es tan gran<strong>de</strong> que<br />

uno podría arrancarse la lengua <strong>de</strong> una mordida o romperse <strong>los</strong> dientes. El cuerpo <strong>de</strong>be estar recto y bien<br />

plantado, y <strong>los</strong> pies <strong>de</strong>ben agarrar el suelo.<br />

Don Genaro se levantó y me enseñó la posición correcta: el cuerpo ligeramente doblado en las rodillas,<br />

<strong>los</strong> brazos colgando a <strong>los</strong> lados con <strong>los</strong> <strong>de</strong>dos curvados suavemente. Permaneció en esa postura un instante,<br />

y cuando creí que se sentaría, se lanzó <strong>de</strong> súbito hacia a<strong>de</strong>lante en un salto estupendo, como si<br />

tuviera resortes en <strong>los</strong> talones. Su movimiento fue tan repentino que caí <strong>de</strong> espaldas; pero al caer tuve la<br />

clara impresión <strong>de</strong> que don Genaro había agarrado a un hombre, o algo con forma <strong>de</strong> hombre.<br />

Volví a sentarme. Don Genaro conservaba aún una tremenda tensión en todo el cuerpo; luego relajó<br />

abruptamente <strong>los</strong> múscu<strong>los</strong> y volvió al lugar don<strong>de</strong> había estado y tomó asiento.<br />

-Car<strong>los</strong> acaba <strong>de</strong> ver ahorita a tu aliado -observó don Juan casualmente-, pero todavía está muy débil y<br />

se cayó.<br />

-¿De veras? -preguntó don Genaro en tono ingenuo, y agrandó las fosas nasales.<br />

Don Juan le aseguró que yo lo había "visto".<br />

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Don Genaro volvió a saltar hacia a<strong>de</strong>lante; con tal fuerza que caí <strong>de</strong> costado. Ejecutó su salto con tanta<br />

rapi<strong>de</strong>z que no pu<strong>de</strong> saber cómo había alcanzado a ponerse en pie antes <strong>de</strong> lanzarse al frente.<br />

Ambos rieron con fuerza y luego la risa <strong>de</strong> don Genaro se convirtió en un aullido indiscernible <strong>de</strong>l <strong>de</strong> un<br />

coyote.<br />

-No creas que tienes que saltar como Genaro <strong>para</strong> agarrar a tu aliado -dijo don Juan en tono <strong>de</strong> advertencia-.<br />

Genaro salta tan bien porque tiene su aliado que lo ayuda. Todo lo que tienes que hacer es<br />

plantarte con firmeza <strong>para</strong> soportar el impacto. Tienes que <strong>para</strong>rte como estaba Genaro antes <strong>de</strong> saltar;<br />

luego te avientas y agarras al aliado.<br />

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