Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
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Tomó asiento con las piernas cruzadas y me indicó sentarme lo más cómodo posible, dando la cara al<br />
sitio don<strong>de</strong> me había enterrado, y quedarme quieto hasta que mi ánimo <strong>de</strong> tristeza se hubiera disipado.<br />
-Un guerrero se entierra <strong>para</strong> hallar po<strong>de</strong>r, no <strong>para</strong> llorar <strong>de</strong> pena -dijo.<br />
Intenté explicar, pero él me <strong>de</strong>tuvo con un movimiento impaciente <strong>de</strong> cabeza. Dijo que había tenido<br />
que sacarme aprisa <strong>de</strong> la jaula porque mi ánimo era intolerable y él temió que el sitio resintiese mi <strong>de</strong>bilidad<br />
y me hiciera daño.<br />
La pena no encaja con el po<strong>de</strong>r -dijo-. El ánimo <strong>de</strong> un guerrero implica que el guerrero se controla y al<br />
mismo tiempo se abandona.<br />
-¿Cómo pue<strong>de</strong> ser? -pregunté-. ¿Cómo se pue<strong>de</strong> dominar y abandonar al mismo tiempo?<br />
-Es una técnica difícil -dijo.<br />
Pareció cavilar si <strong>de</strong>bería seguir hablando o no. Dos veces estuvo a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir algo, pero se contuvo<br />
y sonrió.<br />
-Todavía no te sobrepones a tu tristeza -dijo-. Todavía te sientes débil y no tiene caso hablar ahora <strong>de</strong>l<br />
ánimo <strong>de</strong> un guerrero.<br />
Casi una hora transcurrió en completo silencio. Luego, don Juan me preguntó <strong>de</strong> buenas a primeras si<br />
había yo logrado apren<strong>de</strong>r las técnicas <strong>de</strong> "soñar" que él me enseñó. Yo había practicado asiduamente y,<br />
tras un esfuerzo monumental, pu<strong>de</strong> obtener cierto grado <strong>de</strong> control sobre mis sueños. Don Juan tenía<br />
mucha razón al <strong>de</strong>cir que <strong>los</strong> ejercicios podían tomarse como diversión. Por primera vez en mi vida, esperaba<br />
yo con ansia la hora <strong>de</strong> dormir.<br />
Le di un <strong>de</strong>tallado reporte <strong>de</strong> mi progreso.<br />
Apren<strong>de</strong>r a sostener la imagen <strong>de</strong> mis manos había sido relativamente fácil una vez que aprendía<br />
darme la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mirarlas. Mis visiones, aunque no siempre eran <strong>de</strong> mis propias manos, duraban un<br />
tiempo aparentemente largo, hasta que terminaba por per<strong>de</strong>r el control y sumergirme en sueños comunes,<br />
imprevisibles. Yo carecía <strong>de</strong> toda volición con respecto al momento en que me daba la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mirar mis<br />
manos, o <strong>de</strong> mirar otros elementos <strong>de</strong>l sueño. Simplemente sucedía. En <strong>de</strong>terminado instante recordaba<br />
que <strong>de</strong>bía mirarme las manos y <strong>de</strong>spués ver el entorno. Sin embargo, había noches en las que no tenía<br />
memoria <strong>de</strong> haberlo hecho.<br />
Don Juan pareció satisfecho y quiso saber cuáles eran <strong>los</strong> elementos habituales que yo había estado<br />
hallando en mis visiones. No se me ocurrió alguno en particular, y empecé a elaborar sobre un sueño<br />
pesadillesco que había tenido la noche anterior.<br />
-Uy, ya te estás haciendo el loco -dijo con sequedad.<br />
Le dije que estaba anotando todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> mis sueños. Des<strong>de</strong> que había empezado la práctica<br />
<strong>de</strong> mirarme las manos, mis sueños habían adquirido mucha intensidad y mi capacidad <strong>de</strong> evocar<strong>los</strong> había<br />
aumentado hasta el punto <strong>de</strong> que me era posible recordar <strong>de</strong>talles minúscu<strong>los</strong>. Él dijo que fijarse en eso era<br />
una pérdida <strong>de</strong> tiempo, porque <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles y la vivi<strong>de</strong>z no tenían ninguna importancia.<br />
-Los sueños comunes se vuelven muy vívidos apenas empiezas a arreglar <strong>los</strong> sueños -dijo-. Esa vivi<strong>de</strong>z y<br />
claridad es una barrera formidable, y tú estás peor que cualquiera que yo haya conocido en mi vida. Tienes<br />
la peor manía. Escribes todo lo que pue<strong>de</strong>s.<br />
Con toda justeza, yo creía estar haciendo lo a<strong>de</strong>cuado. Llevar un recuento meticu<strong>los</strong>o <strong>de</strong> mis sueños me<br />
daba cierto grado <strong>de</strong> claridad con respecto a la naturaleza <strong>de</strong> las visiones que tenía estando dormido.<br />
-¡Déjalo! -dijo él, imperioso-. No sirve <strong>de</strong> nada. Lo único que estás haciendo es distraerte <strong>de</strong>l propósito<br />
<strong>de</strong>l soñar, que es el control y el po<strong>de</strong>r.<br />
Se acostó y se cubrió <strong>los</strong> ojos con el sombrero y habló sin mirarme.<br />
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-Voy a recordarte todas las técnicas que <strong>de</strong>bes practicar -dijo-. Primero enfocas la mirada en tus manos,<br />
como punto <strong>de</strong> partida. Luego pasas la mirada a otras cosas y les echas vistazos cortos. Enfoca la mirada en<br />
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