Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
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Don Genaro arqueó las cejas y agrandó las fosas nasales. Miró mi cua<strong>de</strong>rno y fingió escribir.<br />
-Creo que Car<strong>los</strong> está más compacto que antes -dijo don Juan a don Genaro.<br />
-A lo mejor está <strong>de</strong>masiado compacto -<strong>de</strong>volvió don Genaro.<br />
-Pue<strong>de</strong> muy bien que sea así -concedió don Juan.<br />
Yo no supe cómo terciar en ese punto, así que permanecí callado.<br />
-¿Recuerdas la vez que trabé tu carro? -preguntó don Juan como al acaso.<br />
Su pregunta era abrupta y no tenía relación con la conversación. Se refería a una ocasión en la que no<br />
pu<strong>de</strong> arrancar mi coche hasta que él me dijo que ya podía. Dije que nadie olvidaría un evento así.<br />
-Eso no fue nada -dijo don Juan en tono sereno-. Nada en absoluto. ¿Verdad, Genaro?<br />
-Verdad -dijo don Genaro, indiferente.<br />
-¿Cómo va usted a <strong>de</strong>cir eso? -dije en tono <strong>de</strong> protesta-. Lo que usted hizo aquel día fue algo que<br />
verda<strong>de</strong>ramente yo nunca podré compren<strong>de</strong>r.<br />
-Eso no es <strong>de</strong>cir gran cosa -repuso don Genaro.<br />
Ambos rieron <strong>de</strong> buena gana y luego don Juan me palmeó la espalda.<br />
-Genaro pue<strong>de</strong> hacer algo mucho mejor que trabar tu coche -prosiguió-. ¿Verdad, Genaro?<br />
-Verdad -respondió don Genaro, frunciendo <strong>los</strong> labios como un niño.<br />
-¿Qué pue<strong>de</strong> hacer? -pregunté, tratando <strong>de</strong> parecer <strong>de</strong>spreocupado.<br />
-¡Genaro pue<strong>de</strong> llevarse tu carro entero! -exclamó don Juan con voz retumbante; luego añadió con el<br />
mismo tono-: ¿Verdad, Genaro?<br />
-¡Verdad! -contestó don Genaro en el tono <strong>de</strong> voz humana más fuerte que jamás había yo escuchado.<br />
Salté involuntariamente. Tres o cuatro espasmos nerviosos convulsionaron mi cuerpo.<br />
-¿Qué es lo que quiso usted <strong>de</strong>cir con lo <strong>de</strong> que se pue<strong>de</strong> llevar mi carro?<br />
-¿Qué quise <strong>de</strong>cir, Genaro? -preguntó don Juan.<br />
-Quisiste <strong>de</strong>cir que puedo subirme en su carro, encen<strong>de</strong>r el motor y luego irme manejando -replicó don<br />
Genaro con seriedad nada convincente.<br />
-Llévate el carro, Genaro -lo instó don Juan en tono <strong>de</strong> broma.<br />
-¡Hecho! -dijo don Genaro, frunciendo el entrecejo y mirándome <strong>de</strong> lado.<br />
Noté que, cuando ponía ceño, sus cejas ondulaban, haciendo su mirada maliciosa y penetrante.<br />
-¡Muy bien! -dijo don Juan calmadamente-. Vamos a examinar el carro.<br />
-¡Sí! -repitió don Genaro-. Vamos a examinarlo.<br />
Se levantaron, muy <strong>de</strong>spacio. Por un instante no supe qué hacer, pero don Juan me indicó imitar<strong>los</strong>.<br />
Empezamos a subir el cerrito frente a la casa <strong>de</strong> don Juan. Ambos me flanqueaban, don Juan a mi<br />
<strong>de</strong>recha y don Genaro a la izquierda. Iban unos dos metros <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí, siempre <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi campo<br />
central <strong>de</strong> visión.<br />
-Examinemos el carro -dijo <strong>de</strong> nuevo don Genaro.<br />
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Don Juan movió las manos como si tejiera un hilo invisible; don Genaro hizo lo mismo y repitió: "Examinemos<br />
el carro." Caminaban con una especie <strong>de</strong> rebote. Sus pasos eran más largos que <strong>de</strong> costumbre, y<br />
sus manos se movían como si azotaran o batieran objetos invisibles frente a el<strong>los</strong>. Yo nunca había visto a<br />
don Juan payasear en esa forma, y me sentid casi avergonzado <strong>de</strong> mirarlo.<br />
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