Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Don Juan siguió haciendo un rato <strong>los</strong> ruidos penetrantes y luego me dijo que bajara <strong>de</strong>l árbol, recogiera<br />
la jaula con las ratas <strong>de</strong> agua, corriera a la meseta y llegara lo más rápido posible a don<strong>de</strong> él se hallaba.<br />
En un tiempo increíblemente corto me encontré <strong>para</strong>do junto a don Juan. Me dijo que imitara sus gritos<br />
lo mejor posible <strong>para</strong> tener al gato a distancia mientras él <strong>de</strong>sarmaba la jaula y liberaba a <strong>los</strong> roedores.<br />
Empecé a gritar, pero no podía producir el mismo efecto. Mi voz estaba ronca a causa <strong>de</strong> la excitación.<br />
Él dijo que me <strong>de</strong>jara ir y gritara con verda<strong>de</strong>ro sentimiento, porque el león todavía andaba por ahí. De<br />
pronto cobré plena conciencia <strong>de</strong> la situación. El león era real. Prorrumpí en una magnifica serie <strong>de</strong> gritos<br />
penetrantes.<br />
Don Juan rió a carcajadas.<br />
Me <strong>de</strong>jó gritar un momento y luego dijo que <strong>de</strong>bíamos <strong>de</strong>jar ese sitio lo antes posible, pues, el puma no<br />
era ningún tonto y probablemente estaba en ese momento <strong>de</strong>sandando sus pasos dirigiéndose a don<strong>de</strong> nos<br />
hallábamos.<br />
-De seguro nos va a seguir -dijo-. Por mucho cuidado que tengamos, <strong>de</strong>jaremos un rastro <strong>de</strong>l ancho <strong>de</strong><br />
la carretera panamericana.<br />
Caminé muy cerca <strong>de</strong> don Juan. De vez en cuando él se <strong>de</strong>tenía un instante a escuchar. En <strong>de</strong>terminado<br />
momento echó a correr en la oscuridad, y yo lo seguí con las manos extendidas frente a <strong>los</strong> ojos <strong>para</strong> protegerme<br />
<strong>de</strong> las ramas.<br />
Por fin llegamos al pie <strong>de</strong>l risco don<strong>de</strong> estuvimos antes. Don Juan dijo que si lográbamos trepar a la<br />
cima sin que el león nos atacara, estaríamos a salvo. Tomó la <strong>de</strong>lantera <strong>para</strong> mostrarme el camino. Empezamos<br />
a trepar en la oscuridad. No supe cómo, pero lo seguí con paso firme y certero. Cuando estábamos<br />
cerca <strong>de</strong> la cima oí un peculiar clamor animal. Era casi como el mugido <strong>de</strong> una vaca, pero un poco más largo<br />
y más áspero.<br />
-¡Arriba! ¡Arriba! gritó don Juan.<br />
Trepé velozmente en la oscuridad total, a<strong>de</strong>lantándome a don Juan. Cuando él llegó al remate plano <strong>de</strong>l<br />
risco yo ya estaba sentado recuperando el aliento.<br />
Rodó por el suelo. Por un segundo pensé que el esfuerzo había sido <strong>de</strong>masiado <strong>para</strong> él, pero en realidad<br />
estaba riendo <strong>de</strong> mi raudo ascenso.<br />
Estuvimos sentados un par <strong>de</strong> horas en completo silencio y luego emprendimos la marcha hacia el<br />
coche.<br />
Domingo, septiembre 3, 1961<br />
Don Juan no estaba en la casa cuando <strong>de</strong>sperté. Trabajé en mis notas y tuve tiempo <strong>de</strong> juntar leña en el<br />
chaparral circundante antes <strong>de</strong> que él regresara. Me hallaba comiendo cuando entró en la casa. Empezó a<br />
reír <strong>de</strong> lo que llamaba mi rutina <strong>de</strong> comer al mediodía, pero tomó <strong>de</strong> mis emparedados.<br />
Le dije que lo ocurrido con el puma era <strong>de</strong>sconcertante <strong>para</strong> mí. En retrospectiva, parecía enteramente<br />
irreal. Era como si todo se hubiera escenificado <strong>para</strong> mi beneficio. La sucesión <strong>de</strong> eventos fue tan rápida<br />
que no tuve en realidad tiempo <strong>de</strong> asustarme. Tuve tiempo <strong>para</strong> actuar, pero no <strong>para</strong> <strong>de</strong>liberar sobre mis<br />
circunstancias. Al escribir mis notas se planteó la interrogante <strong>de</strong> si había visto realmente al puma. La<br />
alucinación <strong>de</strong> la rama seca estaba todavía fresca en mi memoria.<br />
-Era un puma -dijo don Juan en tono imperioso.<br />
-¿Era un verda<strong>de</strong>ro animal <strong>de</strong> carne y hueso?<br />
-Seguro.<br />
70<br />
www.bibliotecaespiritual.com