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Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

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-Entonces mírala por este lado -prosiguió-. Si quieres apren<strong>de</strong>r <strong>los</strong> asuntos <strong>de</strong> las plantas, como en<br />

realidad no hay nada que <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> ellas, <strong>de</strong>bes, entre otras cosas, borrar tu historia personal.<br />

-¿Cómo? -pregunté.<br />

-Empieza por lo fácil, como no revelar lo que verda<strong>de</strong>ramente haces. Luego <strong>de</strong>bes <strong>de</strong>jar a todos <strong>los</strong> que<br />

te conozcan bien. Así construirás una niebla en tu alre<strong>de</strong>dor.<br />

-Pero eso es absurdo -protesté-. ¿Por qué no va a conocerme la gente? ¿Qué hay <strong>de</strong> malo en ello?<br />

-Lo malo es que, una vez que te conocen, te dan por hecho, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese momento no pue<strong>de</strong>s ya<br />

romper el lazo <strong>de</strong> sus pensamientos. A mí en lo personal me gusta la libertad ilimitada <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>sconocido.<br />

Nadie me conoce con certeza constante, como te conocen a ti, por ejemplo.<br />

-Pero eso sería mentir.<br />

-No me importan las mentiras ni las verda<strong>de</strong>s -dijo con severidad-. Las mentiras son mentiras solamente<br />

cuando tienes historia personal.<br />

Argumenté qué no me gustaba engañar <strong>de</strong>liberadamente a la gente ni <strong>de</strong>spistarla. Su respuesta fue que<br />

<strong>de</strong> cualquier manera yo <strong>de</strong>spistaba a todo el mundo.<br />

El viejo había tocado una llaga abierta en mi vida. No me <strong>de</strong>tuve a preguntarle qué quería <strong>de</strong>cir con eso<br />

ni cómo sabía que yo engañaba a la gente todo el tiempo. Simplemente reaccioné a su afirmación,<br />

<strong>de</strong>fendiéndome a través <strong>de</strong> explicaciones. Dije tener la dolorosa conciencia <strong>de</strong> que mi familia y mis amigos<br />

me consi<strong>de</strong>raban indigno <strong>de</strong> confianza, cuando en realidad jamás había dicho una mentira en toda mi vida.<br />

-Siempre supiste mentir -dijo él-. Lo único que faltaba era que sabías por qué hacerlo. Ahora lo sabes.<br />

Protesté.<br />

-¿No ve usted que estoy harto <strong>de</strong> que la gente me consi<strong>de</strong>re indigno <strong>de</strong> confianza? -dije.<br />

-Pero sí eres indigno <strong>de</strong> confianza -repuso con convicción.<br />

-¡Que no, hombre, me llevan <strong>los</strong> <strong>de</strong>monios! -exclamé.<br />

Mi actitud, en vez <strong>de</strong> forzarlo a la seriedad, lo hizo reír histéricamente. Sentí un enorme <strong>de</strong>sprecio<br />

hacia el anciano por su engreimiento. Desdichadamente, estaba en lo cierto con respecto a mí.<br />

Tras un rato me calmé y él siguió hablando.<br />

-Cuando uno no tiene historia personal -explicó-, nada <strong>de</strong> lo que dice pue<strong>de</strong> tomarse como una<br />

mentira. Tu problema es que tienes que explicarle todo a todos, por obligación, y al mismo tiempo quieres<br />

conservar la frescura, la novedad <strong>de</strong> lo que haces. Bueno, pues como no pue<strong>de</strong>s sentirte estimulado<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> explicar todo lo que has hecho, dices mentiras <strong>para</strong> seguir en marcha.<br />

-Me hallaba en verdad perplejo por la gama <strong>de</strong> nuestra conversación. Escribía lo mejor posible todos <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l diálogo, concentrándome en lo que don Juan <strong>de</strong>cía en lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerme a <strong>de</strong>liberar en mis<br />

prejuicios o en el sentido <strong>de</strong> sus palabras.<br />

-De ahora en a<strong>de</strong>lante -dijo él-, <strong>de</strong>bes simplemente enseñarle a la gente lo que quieras enseñarle, pero<br />

sin <strong>de</strong>cirle nunca con exactitud cómo lo has hecho.<br />

-¡Yo no puedo guardar secretos! -exclamé-. Lo que usted dice es inútil <strong>para</strong> mí.<br />

- ¡Pues cambia! -dijo en tono cortante y con un brillo feroz en la mirada.<br />

www.bibliotecaespiritual.com<br />

Parecía un extraño animal salvaje. Y sin embargo era tan coherente en sus i<strong>de</strong>as, y tan verbal. Mi molestia<br />

cedió el paso a un estado <strong>de</strong> confusión irritante.<br />

-Verás -prosiguió-: sólo tenemos una alternativa: o tomamos todo por cierto, o no. Si hacemos lo<br />

primero, terminamos muertos <strong>de</strong> aburrimiento con nosotros mismos y con el mundo. Si hacemos lo segundo<br />

y borramos la historia personal, creamos una niebla a nuestro alre<strong>de</strong>dor, un estado muy emocionante<br />

y misterioso en el que nadie sabe por dón<strong>de</strong> va a saltar la liebre, ni siquiera nosotros mismos.<br />

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