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Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

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-Vamos a juntar otra vez <strong>los</strong> arbustos -dijo-. No me gusta hacerles esto a las plantitas, pero hay que<br />

<strong>para</strong>rte.<br />

Recogió las ramas que habíamos usado <strong>para</strong> cubrirnos y apiló piedras y tierra sobre ellas. Luego, repitiendo<br />

<strong>los</strong> movimientos que hicimos antes, cada uno <strong>de</strong> nosotros juntó otras ocho ramas. Mientras tanto, el<br />

viento soplaba sin cesar. Yo lo sentía encrespar el cabello en torno a mis oídos. Don Juan susurró que, una<br />

vez que me cubriese, yo no <strong>de</strong>bía hacer el más leve sonido o movimiento. Con mucha rapi<strong>de</strong>z puso las<br />

ramas sobre mi cuerpo, y luego se tendió y se cubrió a su vez.<br />

Permanecimos en esa posición unos veinte minutos, y durante ese tiempo ocurrió un fenómeno<br />

extraordinario: el viento volvió a cambiar, <strong>de</strong> una racha dura y continua, a una vibración apacible.<br />

Contuve el aliento, esperando la señal <strong>de</strong> don Juan. En un momento dado, apartó suavemente las<br />

ramas. Hice lo mismo y nos incorporamos. La cima <strong>de</strong>l cerro estaba muy quieta. Sólo había una leve y suave<br />

vibración <strong>de</strong> hojas en el chaparral en torno.<br />

Los ojos <strong>de</strong> don Juan se hallaban fijos en una zona <strong>de</strong> <strong>los</strong> matorrales al sur <strong>de</strong> nosotros.<br />

-¡Allí está otra vez! -exclamó en voz recia.<br />

Salté involuntariamente, casi perdiendo el equilibrio, y él me or<strong>de</strong>nó mirar, en tono fuerte e imperioso.<br />

-¿Qué se supone que vea? -pregunté, <strong>de</strong>sesperado.<br />

Dijo que aquello, el viento o lo que fuese, era como una nube o un remolino que, bastante por encima<br />

<strong>de</strong>l matorral, avanzaba dando vueltas hacia el cerro don<strong>de</strong> estábamos.<br />

Vi un ondular formarse en <strong>los</strong> arbustos, a distancia.<br />

-Ahí viene -me dijo don Juan al oído-. Mira cómo nos anda buscando.<br />

En ese momento una racha <strong>de</strong> viento fuerte y constante golpeó mi rostro, como anteriormente. Pero<br />

esta vez mi reacción fue distinta. Me aterré. No había visto lo <strong>de</strong>scrito por don Juan, pero sí un extraño<br />

escarceo agitando <strong>los</strong> arbustos. No <strong>de</strong>seando sucumbir al miedo, busqué <strong>de</strong>liberadamente cualquier tipo<br />

<strong>de</strong> explicación a<strong>de</strong>cuada. Me dije que en la zona <strong>de</strong>bía haber continuas corrientes <strong>de</strong> aire y don Juan,<br />

conocedor <strong>de</strong> toda la región, no sólo tenía conciencia <strong>de</strong> eso sino era capaz <strong>de</strong> calcular mentalmente su recurrencia.<br />

No tenía más que acostarse, contar y esperar que el viento amainara; y una vez <strong>de</strong> pie sólo le era<br />

necesario esperar que empezase <strong>de</strong> nuevo.<br />

La voz <strong>de</strong> don Juan me arrancó <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>liberaciones. Me <strong>de</strong>cía que era hora <strong>de</strong> irse. Hice tiempo;<br />

quería quedarme <strong>para</strong> comprobar que el viento amainaría.<br />

-Yo no vi nada, don Juan -dije.<br />

-Pero notaste algo fuera <strong>de</strong> lo común.<br />

-Quizá <strong>de</strong>bería usted volver a <strong>de</strong>cirme qué se suponía que viera.<br />

-Ya te lo dije -repuso-. Algo que se escon<strong>de</strong> en el viento y parece un remolino, una nube, una niebla,<br />

una cara que da vueltas.<br />

Don Juan hizo un gesto con las manos <strong>para</strong> <strong>de</strong>scribir un movimiento horizontal y uno vertical.<br />

-Se mueve en una dirección específica -prosiguió-. Da tumbos o da vueltas. Un cazador <strong>de</strong>be conocer<br />

todo eso <strong>para</strong> moverse en forma correcta.<br />

Quise <strong>de</strong>cir algo <strong>para</strong> seguirle la corriente, pero se veía tan concentrado en <strong>de</strong>jar claro el tema, que no<br />

me atreví. Me miró un momento y aparté <strong>los</strong> ojos.<br />

-Creer que el mundo sólo es como tú piensas, es una estupi<strong>de</strong>z -dijo-. El mundo es un sitio misterioso.<br />

Sobre todo en el crepúsculo.<br />

Señaló hacia el viento con un movimiento <strong>de</strong> barbilla.<br />

-Esto pue<strong>de</strong> seguirnos -dijo-. Pue<strong>de</strong> fatigarnos, o hasta matarnos.<br />

40<br />

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