10.05.2013 Views

Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Don Juan, con mucha paciencia, <strong>de</strong>scendió la otra la<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l cerro, conmigo en pos suyo. Buscamos en<br />

todas partes un arbusto similar. Pero no había ninguno a la vista. Cubrimos cosa <strong>de</strong> medio kilómetro antes<br />

<strong>de</strong> encontrar otra planta.<br />

Sin <strong>de</strong>cir palabra, don Juan me guió <strong>de</strong> regreso al primer cerro. Estuvimos en él un momento y luego me<br />

llevó a otra excursión, pero en dirección opuesta. Recorrimos con minuciosidad el área y hallamos otros dos<br />

arbustos, como a kilómetro y medio <strong>de</strong> distancia. Habían crecido juntos y resaltaban como un parche <strong>de</strong><br />

ver<strong>de</strong> vívido e intenso, más lozano que todos <strong>los</strong> otros arbustos en torno.<br />

Don Juan me miró con expresión <strong>de</strong> seriedad. Yo no sabía qué pensar <strong>de</strong>l asunto.<br />

-Ésta es una señal muy extraña -dijo.<br />

Regresamos a la cima <strong>de</strong>l primer cerro, dando un amplio ro<strong>de</strong>o <strong>para</strong> llegar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una nueva dirección.<br />

Don Juan parecía estar haciendo lo posible por <strong>de</strong>mostrarme que había muy pocas plantas <strong>de</strong> ésas en <strong>los</strong><br />

alre<strong>de</strong>dores. No encontramos ninguna otra en nuestro camino. Después <strong>de</strong> subir al cerro, nos sentamos en<br />

silencio total. Don Juan <strong>de</strong>sató sus guajes.<br />

-Te sentirás mejor <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> comer -dijo.<br />

No podía ocultar su regocijo. Lucía una sonrisa <strong>de</strong> oreja a oreja al darme palmaditas en la cabeza. Yo me<br />

sentía <strong>de</strong>sorientado. Los nuevos acontecimientos eran inquietantes, pero me hallaba <strong>de</strong>masiado hambriento<br />

y cansado <strong>para</strong> meditar realmente en el<strong>los</strong>.<br />

Después <strong>de</strong> comer tuve mucho sueño. Don Juan me instó a usar la técnica <strong>de</strong> mirar sin enfocar <strong>para</strong><br />

<strong>de</strong>scubrir un sitio apropiado <strong>para</strong> dormir en el cerro don<strong>de</strong> vi el arbusto.<br />

Elegí uno. Don Juan recogió las hojas secas <strong>de</strong>l sitio e hizo con ellas un círculo <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> mi cuerpo.<br />

Con mucha gentileza, jaló unas ramas tiernas <strong>de</strong> <strong>los</strong> arbustos y barrió el área <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l circulo. Sólo hizo la<br />

mímica <strong>de</strong> barrer; no tocó el suelo con las ramas. Luego juntó todas las piedras que había <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l círculo<br />

y las puso en el centro, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> dividirlas meticu<strong>los</strong>amente, por tamaño, en dos montones <strong>de</strong> igual<br />

cantidad.<br />

-¿Qué va a hacer usted con esas piedras? -pregunté.<br />

-No son piedras -dijo-. Son cuerdas. Van a mantener suspendido tu sitio.<br />

Tomó las rocas más pequeñas y marcó. con ellas la circunferencia <strong>de</strong>l círculo. Igualó las distancias entre<br />

ellas y con ayuda <strong>de</strong> una vara aseguró firmemente cada piedra en el suelo, como haría un albañil.<br />

No me <strong>de</strong>jó entrar en el circulo; me dijo que caminara en torno y viera lo que él estaba haciendo. Contó<br />

dieciocho rocas, siguiendo una dirección contraria a las manecillas <strong>de</strong>l reloj.<br />

-Ahora corre al pie <strong>de</strong>l cerro y espera -dijo-. Y yo me asomaré <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orilla <strong>para</strong> ver si estás <strong>para</strong>do<br />

don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bes.<br />

-¿Qué va usted a hacer?<br />

-Te voy a tirar estas cuerdas una por una -dijo señalando el montón <strong>de</strong> piedras más gran<strong>de</strong>s-. Y tú tienes<br />

que ponerlas en el suelo, en el sitio que te indique, <strong>de</strong>l mismo modo que yo he puesto las otras.<br />

"Tienes que tener una cautela infinita. Cuando uno maneja po<strong>de</strong>r, hay que ser perfecto. Los errores son<br />

mortales aquí. Cada una <strong>de</strong> éstas es una cuerda, una cuerda que podría matarnos si la <strong>de</strong>jamos suelta por<br />

ahí, conque simple y sencillamente no pue<strong>de</strong>s cometer errores. Debes clavar la vista en el sitio don<strong>de</strong> yo<br />

tire la cuerda. Si te distraes con cualquier cosa, la cuerda se convertirá en una piedra común y corriente y<br />

no podrás distinguirla <strong>de</strong> las otras piedras ahí tiradas."<br />

Sugerí que sería más fácil que yo bajara las "cuerdas" una por una.<br />

Don Juan rió y meneó la cabeza en sentido negativo.<br />

-Éstas son cuerdas -insistió-. Y yo tengo que tirarlas y tú tienes que recogerlas.<br />

86<br />

www.bibliotecaespiritual.com

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!