10.05.2013 Views

Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Se puso en pie abruptamente. Habíamos estado sentados en el piso frente a su casa. Una sacudida casi<br />

imperceptible <strong>de</strong> cabeza fue la invitación a seguirlo.<br />

Entramos en el chaparral, caminando más o menos hacia el sur. Durante la marcha, don Juan mencionó<br />

repetidamente que yo <strong>de</strong>bía darme cuenta <strong>de</strong> lo inútiles que eran mi arrogancia y mi historia personal.<br />

-Tus amigos -dijo volviéndose <strong>de</strong> pronto hacia mí-. Esos que te han conocido durante mucho tiempo:<br />

<strong>de</strong>bes ya <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ver<strong>los</strong>.<br />

Pensé que estaba loco y que su insistencia era idiota, pero no dije nada. Él me escudriñó y echó a reír.<br />

Tras una larga caminata nos <strong>de</strong>tuvimos. Estaba a punto <strong>de</strong> sentarme a <strong>de</strong>scansar, pero él me dijo que<br />

fuera a unos veinte metros <strong>de</strong> distancia y hablara, en voz alta y clara, a un grupo <strong>de</strong> plantas. Me sentí incómodo<br />

y aprensivo. Sus extrañas exigencias eran más <strong>de</strong> lo que yo podía soportar, y le dije nuevamente<br />

que no me era posible hablar a las plantas, porque me sentía ridículo. Su único comentario fue que me<br />

daba yo una importancia inmensa. Pareció hacer una <strong>de</strong>cisión súbita, y dijo que yo no <strong>de</strong>bía tratar <strong>de</strong><br />

hablar a las plantas hasta que me sintiera cómodo y natural al respecto.<br />

-Quieres apren<strong>de</strong>r todo lo <strong>de</strong> las plantas, pero no quieres trabajar <strong>para</strong> nada -dijo, acusador-. ¿Qué te<br />

propones?<br />

Mi explicación fue que yo <strong>de</strong>seaba información fi<strong>de</strong>digna sobre <strong>los</strong> usos <strong>de</strong> las plantas; por eso le había<br />

pedido ser mi informante. Incluso había ofrecido pagarle por su tiempo y por la molestia.<br />

-Debería usted aceptar el dinero -dije-. En esta forma <strong>los</strong> dos nos sentiríamos mejor. Yo, entonces,<br />

podría preguntarle lo que quisiera, porque usted trabajaría <strong>para</strong> mí y yo le pagaría. ¿Qué le parece?<br />

Me miró con <strong>de</strong>sprecio y produjo con la boca un ruido maja<strong>de</strong>ro, exhalando con gran fuerza <strong>para</strong> hacer<br />

vibrar su labio inferior y su lengua.<br />

-Eso es lo que me parece -dijo, y rió histéricamente <strong>de</strong> la expresión <strong>de</strong> sorpresa absoluta que <strong>de</strong>bo<br />

haber tenido en el rostro.<br />

Obviamente, no era un hombre con el que yo pudiera vérmelas fácilmente. Pese a su edad, estaba lleno<br />

<strong>de</strong> entusiasmo y <strong>de</strong> una fuerza increíble. Yo había tenido la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que, por ser tan viejo, resultaría un<br />

"informante" perfecto. La gente vieja, se me había hecho creer, era la mejor informante porque se hallaba<br />

<strong>de</strong>masiado débil <strong>para</strong> hacer otra cosa que no fuese hablar. Don Juan, en cambio, era un pésimo sujeto. Yo<br />

lo sentía incontrolable y peligroso. El amigo que nos presentó tenía razón. Era un indio viejo y excéntrico, y<br />

aunque no se halla perdido <strong>de</strong> borracho la mayor parte <strong>de</strong>l tiempo, como mi amigo había dicho, la cosa era<br />

peor aún: estaba loco. Sentí renacer las tremendas dudas y temores que había experimentado antes. Creía<br />

haber superado eso. De hecho, no tuve ninguna dificultad <strong>para</strong> convencerme <strong>de</strong> que <strong>de</strong>seaba visitarlo<br />

nuevamente. Sin embargo, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que acaso yo mismo estaba algo loco se coló en mi mente cuando<br />

advertí que me gustaba estar con él. Su i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que mi sentimiento <strong>de</strong> importancia era un obstáculo, me<br />

había producido un verda<strong>de</strong>ro impacto. Pero todo eso era al parecer un mero ejercicio intelectual por parte<br />

mía; apenas me hallaba cara a cara con su extraña conducta, empezaba a experimentar aprensión y<br />

<strong>de</strong>seaba irme.<br />

Dije que éramos tan distintos que, pensaba, no había posibilidad <strong>de</strong> llevarnos bien.<br />

-Uno <strong>de</strong> nosotros tiene que cambiar -dijo él, mirando el suelo-. Y tú sabes quién.<br />

www.bibliotecaespiritual.com<br />

Empezó a tararear una canción ranchera y, <strong>de</strong> repente, alzó la cabeza <strong>para</strong> mirarme, Sus ojos eran<br />

fieros y ardientes. Quise apartar <strong>los</strong> míos o cerrar<strong>los</strong>, pero <strong>para</strong> mi completo asombro no pu<strong>de</strong> zafarme <strong>de</strong><br />

su mirada.<br />

Me pidió <strong>de</strong>cirle lo que había visto en sus ojos. Dije que no vi nada, pero él insistió en que yo <strong>de</strong>bía dar<br />

voz a aquello <strong>de</strong> lo que sus ojos me habían hecho darme cuenta. Pugné por hacerle enten<strong>de</strong>r que sus ojos<br />

no me daban conciencia más que <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sazón, y que la forma en que me miraba era muy incómoda.<br />

No me soltó. Mantuvo la mirada fija. No era <strong>de</strong>claradamente maligna ni amenazante; era más bien un<br />

mirar misterioso pero <strong>de</strong>sagradable.<br />

20

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!