Viaje a Ixtlán - los mejores libros de espiritualidad para leer y ...
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Don Juan se alejó, diciéndome que iba a buscar unas plantas y que yo <strong>de</strong>bía ponerme en or<strong>de</strong>n y comer<br />
algo y no llamarlo hasta hallarme calmado y fuerte.<br />
Mi ropa estaba en verdad mojada. Me senté en el sol a secarme. Sentí que la única manera <strong>de</strong><br />
relajarme era sacar mi libreta y escribir. Comí mientras trabajaba en mis notas.<br />
Después <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> horas me hallaba más tranquilo, y llamé a don Juan. Respondió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un sitio<br />
cercano a la cumbre <strong>de</strong> la colina. Me dijo que recogiera <strong>los</strong> guajes y subiese a don<strong>de</strong> se encontraba. Cuando<br />
llegué al sitio, lo encontré sentado en una roca lisa. Abrió <strong>los</strong> guajes y se sirvió comida. Me dio dos gran<strong>de</strong>s<br />
trozos <strong>de</strong> carne.<br />
Yo no sabía por dón<strong>de</strong> empezar. Había muchas cosas que <strong>de</strong>seaba preguntarle. Él parecía consciente <strong>de</strong><br />
mi estado <strong>de</strong> ánimo y río con gran <strong>de</strong>leite.<br />
-¿Cómo te sientes? -preguntó parodiando amabilidad.<br />
No quise <strong>de</strong>cir nada. Seguía trastornado.<br />
Don Juan me instó a tomar asiento en la laja. Dijo que esa piedra era un objeto <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y que yo me<br />
renovaría <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> estar allí un rato.<br />
-Siéntate -me or<strong>de</strong>nó con sequedad.<br />
No sonreía. Su mirada era penetrante. Obe<strong>de</strong>cí automáticamente.<br />
Dijo que, al actuar <strong>de</strong> mala gana, estaba yo tratando con <strong>de</strong>scuido el po<strong>de</strong>r, y que, si no ponía un alto, el<br />
po<strong>de</strong>r se volvería contra nosotros y jamás saldríamos con vida <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> montes <strong>de</strong>solados.<br />
Tras una pausa momentánea, preguntó en tono casual:<br />
-¿Cómo va tu soñar?<br />
Le expliqué cuán difícil se había vuelto el darme la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mirar mis manos. Al principio había sido<br />
relativamente fácil, quizá por la novedad <strong>de</strong>l concepto. No tenía yo el menor problema <strong>para</strong> recordarme<br />
que <strong>de</strong>bía mirarme las manos. Pero la excitación se había gastado, y algunas noches no podía hacerlo en<br />
absoluto.<br />
-Debes ponerte una banda en la cabeza cuando te vayas a dormir -dijo él-. Conseguir una banda tiene<br />
sus dificulta<strong>de</strong>s. No puedo dártela, porque tú mismo <strong>de</strong>bes hacerla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. Pero no pue<strong>de</strong>s<br />
hacerla hasta que no tengas una visión <strong>de</strong> ella al soñar. ¿Ves lo que te <strong>de</strong>cía? La banda tiene que hacerse <strong>de</strong><br />
acuerdo a la visión particular. Y <strong>de</strong>be tener una tira a lo largo que ajuste bien en la cabeza. O muy bien<br />
pue<strong>de</strong> ser una gorra apretada. Soñar es más fácil cuando se tiene un objeto <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r encima <strong>de</strong> la cabeza.<br />
Podrías usar tu sombrero o ponerte capucha, como un fraile, y luego dormirte, pero esas cosas sólo<br />
causarían sueños intensos, no soñar.<br />
Quedó en silencio un momento y luego procedió a <strong>de</strong>cirme, en rápida andanada verbal, que la visión <strong>de</strong><br />
la banda no tenía que ocurrir exclusivamente al "soñar", sino que podía presentarse en estados <strong>de</strong> vigilia y<br />
como resultado <strong>de</strong> cualquier evento ajeno y sin relación alguna, como el observar el vuelo <strong>de</strong> las aves, el<br />
movimiento <strong>de</strong>l agua, las nubes, y así por el estilo.<br />
-Un cazador <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r vigila todo -prosiguió-. Y cada cosa le dice algún secreto.<br />
-¿Pero cómo pue<strong>de</strong> uno estar seguro <strong>de</strong> que las cosas dicen secretos? -pregunté.<br />
Pensé que tal vez tenía una fórmula específica que le permitía hacer interpretaciones "correctas".<br />
-La única forma <strong>de</strong> estar seguro es seguir todas las instrucciones que te he estado dando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
primer día que viniste a verme -dijo-. Para tener po<strong>de</strong>r, hay que vivir con po<strong>de</strong>r.<br />
Sonrió, benévolo. Parecía haber perdido su fiereza; incluso me dio un leve codazo en el brazo.<br />
-Come tu comida <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r -me instó.<br />
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Empecé a mascar un poco <strong>de</strong> carne seca, y en ese momento tuve la súbita ocurrencia <strong>de</strong> que tal vez la<br />
carne contenía una sustancia psicotrópica, <strong>de</strong> allí las alucinaciones. Por un momento casi sentí alivio. Si don<br />
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