Anais 2º Congresso Latino-Americano de Restauraçao de Metais

sobre las superficies una amalgama formada principalmente de mercurio y oro, y
calentar hasta que el mercurio se pierde por evaporación, dejando únicamente la
capa de oro 5 . La aplicación de este proceso es relativamente sencilla, y brinda muy
buenos resultados, pues permite recubrir formas grandes y complejas, al tiempo que
logra penetrar en los detalles de la decoración, 6 por lo que era el más empleado.
Cualquiera que haya sido el método empleado, las piezas doradas reciben un
pulido final, para homogeneizar la superficie y abrillantar, para lo cual podían
emplearse arenas muy finas, piedras ágata y/o cuero 7 .
PROBLEMÁTICA
Lo común es que los metales empleados para recubrir sean más nobles que
aquellos sobre los que son aplicados, es decir, son químicamente menos activos y
por lo tanto menos susceptibles de corroerse. De forma que, si los recubrimientos
fueran del todo compactos y homogéneos, el metal de soporte no se corroería, pero
en general tienen poros que permiten el contacto del metal de soporte con el medio,
aún más cuando el dorado se logró mediante la técnica de amalgamación, ya que
durante la pérdida del mercurio se producen más poros.
La diferencia de la actividad química del metal de soporte y el metal del
recubrimiento, expresada comúnmente con el término de potencial de electrodo,
causa la llamada corrosión galvánica en la que el metal menos noble se oxida,
corroyéndose, mientras el más noble se protege –se reduce -.
Por ello, en el caso de la plata sobredorada, la plata subyacente reacciona
formando productos de corrosión que migran a través de los microporos de la capa
de oro. Si bien la plata no forma óxidos en condiciones atmosféricas, es muy
susceptible a la acción del azufre; el sulfuro de plata es el primer y más extendido
producto de corrosión de la plata, ya que hay muchas fuentes de azufre y sulfuro de
hidrógeno (H 2 S) en el ambiente 8 :
2Ag + H 2 S Ag 2 S + H 2
Aún cuando los productos de corrosión formados en estas obras son pasivos,
no ocasionan nuevas reacciones de corrosión, y su eliminación no es una prioridad
para la conservación material de las piezas, su presencia y la pérdida diferencial de
dorado, causan una apariencia heterogénea en colores y brillo, poco agradable, que
hace pensar que se encuentran sucias y descuidadas, impidiendo que las obras
actúen como transmisoras de su particular mensaje de lujo, diseño y trabajo orfebre
relacionado con el esplendor, la riqueza o la pureza en el culto, aún cuando ya sean
objetos de museo.
Con el objetivo de eliminar las manchas de productos de corrosión,
comúnmente se realizan limpiezas mecánicas que causan la disminución del grosor
de la capa de oro, y en consecuencia su pérdida, pues al ser de sólo unas cuantas
micras de espesor no resiste el ataque de los abrasivos. La pérdida de la capa de
recubrimiento hace al objeto particularmente susceptible a la corrosión galvánica,
pues los remanentes de oro actúan como zonas catódicas que incrementan la
corrosión de la plata en las zonas de faltantes, y por lo tanto, la apariencia desigual.
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