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Verdad y Método I

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129postulado hermenéutico de que los detalles de un texto sólo puedenentenderse desde el conjunto, y éste sólo desde aquéllos, .peroproyectándolo ahora sobre el mundo de la historia. No sólo las fuentesllegan a nosotros como textos, sino que la realidad histórica misma es untexto que pide ser comprendido. Con esta proyección de la hermenéutica a lahistoriografía Dilthey no hace sino interpretar a la escuela histórica. Formulalo que Ranke y Droysen pensaban en el fondo.De este modo, la hermenéutica romántica y su trasfondo, la metafísicapanteísta de la individualidad, son determinantes para la reflexión teórica dela investigación de la historia en el siglo XXx. Para el destino de las cienciasdel espíritu y para la concepción del mundo de la escuela histórica esto harevestido una importancia esencial. Más tarde veremos cómo la filosofíahegeliana de la historia universal, contra la que protesta la escuela histórica,comprendió el significado de la historia para el ser del espíritu y para elconocimiento de la verdad con una profundidad incomparablemente mayorque aquellos grandes historiadores que no quieren reconocer su dependenciarespecto a él. El concepto de la individualidad de Schleiermacher, que ibaparejo con los intereses de la teología, de la estética y de la filología, no sóloera una instancia crítica contra la construcción apriorista de la filosofía de lahistoria, sino que ofrecía al mismo tiempo a las ciencias históricas unaorientación metodológica que las remitía, en un grado no inferior a lasciencias de la naturaleza, a la investigación, esto es, a la única base quesustenta una experiencia progresiva. De este modo la resistencia contra lafilosofía de la historia universal les acabó llevando hacia los cauces de lafilología. Su orgullo estaba en que tal metodología no pensaba el nexo de lahistoria universal teleológicamente, desde un estado final, como era el estilode la Ilustración prerromántica o postromántica, para la cual el final de lahistoria sería el día final de la historia universal. Por el contrario, para ellano hay ningún final ni ningún fuera de la historia. La comprensión deldecurso total de la historia universal no puede obtenerse pues más que desdela tradición histórica. Y ésta era justamente la pretensión de la hermenéuticafilológica, el que el sentido de un texto tenía que comprenderse desde élmismo. En consecuencia el fundamento de la historiografía, es lahermenéutica.Naturalmente, el ideal de la historia universal tenía que plantear a laconcepción histórica del mundo una problemática muy particular en cuantoque el libro de la historia es para cada presente un fragmento que seinterrumpe en la oscuridad. Al nexo universal de la historia le falta elcarácter acabado que posee un texto para el filólogo, y que hace que para elhistoriador se convierta en un conjunto acabado de sentido, en un textocomprensible, tanto una biografía como por ejemplo la historia de unanación pasada, separada del escenario de la historia universal, incluso lahistoria de una época ya cerrada y que quedó atrás.Más tarde veremos cómo el propio Dilthey piensa también partiendo deestas unidades relativas, edificando así enteramente sobre la base de lahermenéutica romántica. Tal como se comprende en uno y otro caso, haysiempre un conjunto de sentido que se ofrece como perfectamente distintodel que intenta .comprenderlo: siempre hay una individualidad extraña quedebe ser juzgada desde los propios conceptos, haremos, etcétera, y a pesarde todo comprendida, porque el yo y el tú son «momentos» de la mismavida.Tan lejos era capaz de llegar el fundamento hermenéutico. Sin embargo, niesta neta distinción del objeto respecto a su intérprete, ni tampoco elcontenido cerrado de un conjunto de sentido podían sustentar de hecho latarea más auténtica del historiador, la historia universal. Pues no sólo lahistoria no se ha acabado todavía; en calidad de comprendedores suyos nosencontramos dentro de ella, como un miembro condicionado y finito de unacadena que no cesa de rodar. Y si se tiene en cuenta esta notable situacióndel problema de la historia universal, parece ofrecerse por sí misma la dudade si la hermenéutica está realmente en condiciones de ser el fundamento dela historiografía. La historia universal no es un problema ni marginal niresidual del conocimiento histórico, sino que es su verdadero meollo.También la «escuela histórica» sabía que en el fondo no puede haber otrahistoria que la universal, porque lo individual sólo se determina en susignificado propio desde el conjunto. ¿Y qué podría ayudar al investigadorempírico, al que nunca podrá ofrecerse este conjunto, para que no pierda susderechos frente al filósofo y su arbitrariedad apriorista?Dediquemos pues nuestra atención a la manera como la «escuela histórica»intenta resolver el problema de la historia universal. Para esto tendremosque volver un poco más atrás; sin embargo, dentro del nexo teórico querepresenta la escuela histórica, aquí nos limitaremos sólo a perseguir el

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