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Verdad y Método I

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166emprendido por Kant e igualmente por sus predecesores y sucesores. AquíHusserl reconocía a sus verdaderos precedentes y precursores. Laautorreílexión radical, cjuc constituía su más profundo impulso y que élconsideraba como la esencia de la filosofía moderna, le permitió apelar aDescartes y a los ingleses y seguir el modelo metódico de la crítica kantiana.Su fenomenología «constitutiva» se caracterizaba sin embargo por unauniversalidad en el planteamiento de sus tareas que era extraña a Kant y quetampoco alcanzó el neokantismo, el cual deja sin cuestionar el «factum de laciencia».Sin embargo, en esta apelación de Husserl a sus precedentes se haceparticularmente clara su diferencia respecto a Heidegger. La crítica deHusserl al objetivismo de la filosofía anterior representaba una prosecuciónmetódica de las tendencias modernas y se entendía como tal. Por elcontrario, lo que Heidegger intenta tiene más bien que ver desde el principiocon una teleología de signo inverso. En su propio entronque él mismo vemenos el cumplimiento de una tendencia largo tiempo preparada y dispuestaque un recurso al primer comienzo de la filosofía occidental y a la vieja yolvidada polémica griega entorno al «ser». Por supuesto que ya para cuandoaparece Ser y tiempo estaba admitido que este recurso a lo más antiguo eraal mismo tiempo un progreso respecto a la posición de la filosofíacontemporánea. Y no es sin duda arbitrario el que Heidegger asumaentonces las investigaciones de Dilthey y las ideas de York en su propiacontinuación de la filosofía fenomenológica32. El problema de la facticidadera de hecho también el problema central del historicismo, al menos bajo laforma de la critica a los presupuestos dialécticos de la razón en la historiaelaborados por Hegel.Por lo tanto claro que el proyecto heideggeriano de una ontologíafundamental tenía que traer a primer plano el problema de la historia. Sinembargo, no tardaría en mostrarse que ni la solución al problema delhistoricismo, ni en general ninguna fundamentación originaria de lasciencias incluida la autofundamentación ultrarradical de la filosofía enHusserl, constituirían el sentido de esta ontolología fundamental; es la ideamisma de la fundamentarían la que experimenta ahora un giro total. CuandoHeidegger emprende la interpretación de ser, verdad e historia a partir de latemporalidad absoluta, el planteamiento ya no es igual que en Husserl. Puesesta temporalidad no es ya la 'de la «conciencia» o la del yo originariotrascendental. Es verdad que en el ductus de Ser y tiempo todavía suenacomo un reforzamiento de la reflexión trascendental, como la conquista deuna etapa más alta de la reflexión, cuando el tiempo se revela como elhorizonte del ser. Pues es la falta de una base ontológica propia de lasubjetividad trascendental, que ya Heidegger había reprochado a lafenomenología de Husserl, lo que parece quedar superado en la resurreccióndel problema del ser. Lo que el ser significa debe ahora determinarse desdeel horizonte del tiempo. La estructura de la temporalidad aparece así comola determinación ontológica de la subjetividad. Pero es algo más. La tesis deHeidegger es que el ser mismo es tiempo. Con esto se rompe todo elsubjetivismo de la nueva filosofía, incluso, como se verá más tarde, todo elhorizonte de problemas de la metafísica, encerrado en el ser como lopresente. El que el estar ahí se pregunte por su ser, y el que se distinga detodo otro ente por su comprensión del ser, esto no representa, como pareceen Ser y tiempo, el fundamento último del que debe partir un planteamientotrascendental. El fundamento que aquí está en cuestión, el que hace posibletoda comprensión del ser, es uno muy distinto, es el hecho mismo de queexista un «ahí», un claro en el ser, esto es, la diferencia entre ente y ser.Cuando el preguntar se orienta hacia este hecho básico de que «hay» talcosa, entonces se orienta hacia el ser, pero en una dirección que tuvo quequedar al margen del pensamiento en todos los planteamientos anterioressobre el ser de los entes, y que incluso fue ocultada y silenciada por lapregunta metafísica por el ser. Es sabido que Heidegger pone de manifiestoeste olvido esencial del ser que domina al pensamiento occidental desde lametafísica griega, apuntando al malestar ontológico que provoca en estepensamiento el problema de la nada. Y en cuanto que pone de manifiestoque esta pregunta por el ser es al mismo tiempo la pregunta por la nada,reúne el comienzo y el final de la metafísica. El que la pregunta por el serpueda plantearse desde la pregunta por la nada presupone ya esepensamiento de la nada ante el que había fracasado la metafísica.Esta es la razón por la que el verdadero precursor de la posiciónheideggeriana en la pregunta por el ser y en su remar contra la corriente delos planteamientos metafísicos occidentales no podían ser ni Dilthey niHusserl, sino en todo caso Nietzsche. Puede que Heidegger mismo sólo locomprendiera más tarde. Pero retrospectivamente puede decirse que laelevación de la crítica radical de Nietzsche contra el «platonismo» hasta laaltura de la tradición criticada por él, así como el intento de salir al

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