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Verdad y Método I

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314con las que una cosa accede al lenguaje son ellas mismas unacontecer especulativo. Lo que se dice en ellas es también aquello enlo que consiste su verdad, no una opinión cualquiera encerrada en laimportancia del particularismo subjetivo. Recordemos aquí quecomprender lo que uno dice no es introducirse en los sentimientos delotro para adivinar la vida psíquica del hablante. Por supuesto, que entoda comprensión lo dicho adquiere también su determinación através de una complementación ocasional de su sentido. Sinembargo, esta determinación por la situación y por el contexto, quecompleta el hablar hasta una totalidad de sentido y es así lo que haceque lo dicho quede dicho, no es algo que convenga al hablante sino alo expresado.De una manera correspondiente la expresión poética se nos hamostrado como el caso especial de un sentido introducido yencarnado por completo en su enunciación. En el marco de un poemael acceso al lenguaje es como un entrar en ciertas relaciones deordenación que son las que soportan y avalan la «verdad» de lodicho. Todo acceso al lenguaje tiene en sí algo de este testimonio, nosólo la expresión poética. «Que no haya cosa alguna allí donde faltela palabra». Como ya hemos destacado, hablar no es nunca, subsumirlo individual bajo conceptos generales. En el empleo de las palabrasno se hace dis-ponible lo que está dado a la contemplación como casoespecial de una generalidad sino que esto se vuelve presente en lodicho, igual que la idea de lo bello está presente en lo que es bello.La mejor manera de determinar lo que significa la verdad serátambién aquí recurrir al concepto del juego: el modo como sedespliega el peso de las cosas que nos salen al encuentro en lacomprensión es a su vez un proceso lingüístico, hasta cierto punto unjuego con palabras que circunscriben lo que uno quiere decir. Son enverdad Juegos lingüísticos los que nos permiten acceder a lacomprensión del mundo en calidad de aprendices — ¿y cuándocesaríamos de serlo?—. Por eso merece la pena recadar aquí nuestrasconstataciones sobre la esencia del juego, según las cuales elcomportamiento del que juega no debe entenderse como uncomportamiento de la subjetividad, ya que es más bien el juegomismo el que juega, en cuanto que incluye en sí a los jugadores y seconvierte de este modo en el verdadero subjectum del movimientolúdico56. Tampoco aquí puede hablarse de un jugar con el lenguaje ocon los contenidos de la experiencia del mundo o de la tradición quenos hablan, sino de un juego del lenguaje mismo que nos habla, quepropone y se retira que pregunta y que se cumple a sí mismo en larespuesta.Por lo tanto, la comprensión no es un juego en el sentido de que elque comprende se reserve a sí mismo como en un juego y oponga alas pretensiones que se le plantean el rechazo de una toma de posturavinculante. Pues aquí no se da en modo alguno la libertad de la autoposesiónque forma parte del poder reservarse de esta manera, y esesto lo que pretende expresar la aplicación del concepto del juego a lacomprensión. El que comprende está siempre incluido en unacontecimiento en virtud del cual se hace valer lo que tiene sentido.Está, pues, justificado que para el fenómeno hermenéutico se empleeel mismo concepto del juego que para la experiencia de lo bello.Cuando comprendemos un texto nos vemos tan arrastrados por suplenitud de sentido como por lo bello. El texto lleno de sentidoafirma su validez y nos gana para sí incluso, por así decirlo, antes deque uno se haya vuelto a sí mismo y haya podido examinar lapretensión de sentido que le sale al paso. Lo que nos sale al encuentroen la experiencia de lo bello y en la comprensión del sentido de latradición tiene realmente algo de la verdad del juego. En cuanto quecomprendemos estamos incluidos en un acontecer de la verdad, ycuando queremos saber lo que tenemos que creer, nos encontramoscon que hemos llegado demasiado tarde.En consecuencia, es seguro que no existe comprensión libre de todoprejuicio, por mucho que la voluntad de nuestro cono-cimiento debaestar siempre dirigida a escapar al conjuro de nuestros prejuicios. Enel conjunto de nuestra investigación se ha evidenciado que para

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