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Verdad y Método I

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95sentido el concepto estético del cuadro o de la imagen tendría que abarcartambién a la escultura, que también forma parte de las artes plásticas. Estono es una generalización arbitraria, sino que se corresponde con un estadohistórico del problema de la estética filosófica que se remonta en últimotérmino al papel de la imagen en el platonismo, y que tiene su reflejo en' eluso lingüístico de «imagen» 5.Desde luego el concepto de imagen de los últimos siglos no puede tomarsecomo un punto de partida evidente. La presente investigación intentaráliberarse de este presupuesto, proponiendo para el modo de ser de la imagenuna acepción que la libere de su referencia a la conciencia estética y alconcepto del cuadro al que nos ha habituado la moderna galería, y la reúnade nuevo con el concepto de lo decorativo, tan desacreditado por la estéticade la vivencia. Con toda seguridad no será casual que en esto nosacerquemos a la nueva investigación de la historia del arte, que ha acabadocon los conceptos ingenuos de cuadro y escultura que han dominado en laera del arte vivencial no sólo a la conciencia histórica sino también alpensamiento de la historia del arte. Tanto a la investigación de la ciencia delarte como a la reflexión filosófica le subyace la misma crisis del cuadro,concitada en el presente por el moderno estado industrial y administrativo ysu publicidad funcionalizada. Sólo desde que ya no tenemos sitio paracuadros volvemos a saber que los cuadros no son sólo cuadro sino quenecesitan espacio 6.Sin embargo la intención del análisis conceptual que sigue no es la de unaaportación a la teoría del arte sino que es de naturaleza ontológica. La críticade la estética tradicional que nos ha ocupado al principio no es para nosotrosmás que el acceso a un horizonte que abarque por igual al arte y a la historia.Al analizar el concepto del cuadro sólo tenemos iti mente dos. preguntas: enqué sentido se distingue el cuadro de la copia (la problemática de la imagenoriginal) y cómo se produce en este sentido la referencia del cuadro a sumundo.De este modo el concepto del cuadro va más allá del concepto derepresentación empleado hasta ahora, precisamente por el hecho de que uncuadro está referido esencialmente a su imagen original.Por lo que se refiere a nuestra primera pregunta, es aquí donde el conceptode la representación viene a imbricarse con el del cuadro que se refiere a suimagen original. En las artes procesuales de las que hemos partido hemoshablado de representación, pero no de imagen. La representación se noshabía presentado como doble. Tanto la poesía como su reproducción, porejemplo en el escenario, son representación, y para nosotros ha revestido unsignificado decisivo el hecho de que la verdadera experiencia del arte pasepor esta duplicación de las representaciones, en la que éstas no sedistinguen. El mundo que aparece en el juego de la representación no estáahí como una copia al lado del mundo real, sino que es ésta misma en laacrecentada verdad de su ser. Y en cuanto a la reproducción, por ejemplo ala representación en el teatro, ésta es menos aún una copia frente a la cual laimagen original del drama pudiera mantener su ser-para-sí. El concepto dela mimesis que hemos empleado para estas dos formas de representación notenía que ver tanto con la copia como con la manifestación de lorepresentado. Sin la mimesis de la obra, el mundo no estaría ahí tal comoestá en ella, y sin la reproducción es la obra la que no está. En larepresentación se cumple así la presencia de lo representado.Reconoceremos la justificación del significado básico de esta imbricaciónontológica de ser original y ser reproductivo, así como la primacíametodológica que hemos dado a las artes procesuales, cuando se demuestreque las ideas que hemos ganado en aquel ámbito se muestran adecuadastambién para las artes plásticas. Por supuesto, en este segundo caso no podráhablarse de la reproduc-ción como del verdadero ser de la obra. Alcontrario, el cuadro como original repele la idea de su reproducción. Y porlo mismo es claro que lo que se copia posee un ser independiente de laimagen, hasta el extremo de que parece, frente a lo representado, un ser demenor categoría. Con esto nos vemos implicados en la problemáticaontológica de imagen original y copia.Esto podría ilustrarse con un análisis más detenido, poniendo en primerplano la vieja primacía de lo vivo, de lo y en particular de la persona7. Lo esencial de la copia es que no tenga otra finalidad que parecerse a laimagen original. El baremo de su adecuación es que en ella se reconozcaésta. Esto significa que su determinación es la cancelación de su propio serpara sí al servicio de la total mediación de lo copiado. La copia ideal seríaen este sentido la imagen de un espejo, pues ésta posee realmente un serevanescente; sólo está ahí para el que mira al espejo, y más allá de su mera

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