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Verdad y Método I

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192está siempre en juego este otro planteamiento, aunque de una maneraimperceptible y en consecuencia incontrolada. Cuando intentamoscomprender un fenómeno histórico desde la distancia histórica quedetermina nuestra situación hermenéutica en general, nos hallamos siemprebajo los efectos de esta historia efectual. Ella es la que determina poradelantado lo quejaos ya a parece cuestionable y olvidamos normalmenteolvidamos la mitad de lo que es real, más aún, olvidamos toda la verdad deeste fenómeno cada vez que tomamos el fenómeno inmediato como toda laverdad.En la aparente ingenuidad de nuestra comprensión, en la que nos guiamospor el patrón de la comprensibilidad, lo otro se muestra tan a la luz de lopropio que ni lo propio ni lo otro llegan realmente a expresarse como tales.El objetivismo histórico que se remite a su propio método crítico oculta latrabazón efectual en la que se encuentra la misma conciencia histórica. Esverdad que gracias a su método crítico se sustrae a la arbitrariedad ycapricho de ciertas actualizaciones del pasado, pero con esto se crea unabuena conciencia desde la que niega aquellos presupuestos que no sonarbitrarios ni caprichosos, sino sustentadores de todo su propio comprender;de esta forma se yerra al mismo tiempo la verdad que sería accesible a lafinitud de nuestra comprensión. En esto el objetivismo histórico se parece ala estadística, que es tan formidable medio propagandístico porque dejahablar al lenguaje de los hechos y aparenta así una objetividad que enrealidad depende de la legitimidad de su planteamiento.No se exige, por lo tanto, un desarrollo de la historia efectual como nuevadisciplina auxiliar de las ciencias del espíritu, sino que éstas aprendan acomprenderse mejor a sí mismas y reconozcan que los efectos de la historiaefectual operan en toda comprensión, sea o no consciente de ello. Cuando seniega la historia efectual en la ingenuidad de la fe metodológica, laconsecuencia puede ser incluso una auténtica deformación delconocimiento. Esto nos es conocido a través de la historia de las ciencias, enla que aparecen demostraciones irrefutables de cosas evidentemente falsas.Pero en su conjunto el poder de la historia efectual no depende de sureconocimiento. Tal es precisamente el poder de la historia sobre laconciencia humana limitada: que se impone incluso allí donde la fe en elmétodo quiere negar la propia historicidad. De aquí la urgencia con que seimpone la necesidad de hacer consciente la historia efectual: lo necesita lapropia conciencia científica, aunque por otra parte esto no significa en modoalguno que sea un requisito que se pueda satisfacer plenamente. Laafirmación de que la historia efectual puede llegar a hacerse completamenteconsciente es tan híbrida como la pretensión hegeliana de un saber absolutoen el que la historia llegaría a su completa auto-trasparencia y se elevaría asíhasta la altura del concepto. Por el contrario la conciencia histórico-efectuales un momento de la realización de la comprensión, y más adelante veremosque opera ya en la obtención de la pregunta correcta.La conciencia de la historia efectual es en primer lugar conciencia de lasituación hermenéutica. Sin embargo, el hacerse consciente de una situaciónes una tarea que en cada caso reviste una dificultad propia. El concepto de lasituación se caracteriza por que uno no se encuentra frente a ella y por lotanto no puede tener un saber objetivo de ella35. Se está en ella, uno seencuentra siempre en una situación cuya iluminación es una tarea a la quenunca se puede dar cumplimiento por entero. Y esto vale también para lasituación hermenéutica, esto es, para la situación en la que nos encontramosfrente a la tradición que queremos comprender. Tampoco se puede llevar acabo por completo la iluminación de esta situación, la reflexión total sobrela historia efectual; pero esta inacababilidad no es defecto de la reflexiónsino que está en la esencia misma del ser histórico que somos. Ser históricoquiere decir no agotarse nunca en el saberse. Todo saberse procede de unapredeterminación histórica que podemos llamar con Hegel «sustancia»,porque soporta toda opinión y comportamiento subjetivo y en consecuenciaprefigura y limita toda posibilidad de comprender una tradición en sualteridad histórica. Desde esto la tarea de la hermenéutica filosófica puedecaracterizarse como sigue: tiene que rehacer el camino de la fenomenologíadel Espíritu hegeliana en cuanto que en toda subjetividad se muestra lasustancialidad que la determina.Todo presente finito tiene sus límites. El concepto de la situación sedetermina justamente en que representa una posición que limita lasposibilidades de ver. Al concepto de Ja situación le pertenece esencialmenteel concepto del horizonte. Horizonte es el ámbito de visión que abarca yencierra todo lo que es visible desde un determinado punto. Aplicándolo a laconciencia pensante hablamos entonces de la estrechez del horizonte, de laposibilidad de ampliar el horizonte, de la apertura de nuevos horizontes. Lalengua filosófica ha empleado esta palabra, sobre todo desde Nietzsche y

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