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Verdad y Método I

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368carácter formal de la ley moral frente a todo cálculo técnico yutilitarista. Sin embargo, de esta determinación de lo «correcto»puede derivarse, con Aristóteles y con una tradición que llega hastanuestros días, una imagen de la vida justa, y habremos de dar razón aAristóteles en que, preformada socialmente como está, esta imagencontinúa determinándose cada vez que tomamos alguna decisión«crítica» —hasta que se llega a un grado tal de determinación quefinalmente ya no podríamos querer en conciencia nada distinto, estoes, nuestro «ethos» se nos ha convertido en una segunda «naturaleza»21 . De este modo se forma la imagen directriz tanto del individuocomo de la sociedad, pero precisamente de manera que los ideales dela generación más joven son siempre distintos de los de la anterior, ysiguen a su vez determinándose, y esto quiere decir consolidándose, através de la praxis concreta de su comportamiento en su propiocampo de juego y en el campo de sus propios objetivos.¿Y dónde opera aquí la reflexión emancipadora? Yo diría que entodas partes, aunque naturalmente concretándose en un objetivonuevo cada vez que disuelve uno anterior. Con esto no hace sinoobedecer a la ley gradual de la vida histórica y social misma. Pero enmi opinión sería una reflexión vacía y a-dialéctica si se intentasepensar la idea de una reflexión total, en la que la sociedad se elevaríaa una auto-posesión definitiva, libre y racional, librándose de lasataduras tradicionales y construyendo nuevas formas vinculantes devalidez.Por lo tanto, cuando se habla de emancipación como resolución decoacciones mediante la conciencia, esto es una proposición muyrelativa. Su contenido dependerá de las coacciones de las que se trate.El proceso de socialización individual-psicológico está vinculado,esto es sabido, necesariamente con represión de instintos y conrenuncias al placer. La convivencia social y política de los hombresestá a su vez constituida por ordenamientos sociales que ejercen unainfluencia dominante sobre lo que vale como justo. Naturalmente, enel ámbito psicológico individual pueden darse distorsiones neuróticasque hagan imposible la propia capacidad de comunicación social.Aquí sí que se puede resolver el carácter coactivo de las distorsionescomunicativas a través de ilustración y haciendo conscientes lascosas. Con ello no se logra sino reintroducir lo distorsionado en elmundo de normas de la sociedad.En la vida socio-histórica hay algo comparable a esto. Hay formas dedominio que pueden experimentarse en ella como coerción, y elhacerlas conscientes implica que se despierte la necesidad de unanueva identidad con lo general. La crítica de Hegel a la positividad—del cristianismo, de la constitución del reino alemán, delfeudalismo superviviente— es un espléndido ejemplo. Sin embargocreo que ejemplos como éste no logran confirmar lo que postulan miscríticos, que el hacer conscientes las relaciones de dominio vigentesdesempeña siempre una función emancipadora. La elevación a laconciencia puede obrar también la trasformación de modos deconducta de cuño autoritario en imágenes directrices que determinenel propio comportamiento libre. También para esto Hegel es el granejemplo, y sólo frente a un compromiso prejuicioso puede resultarrestaurador. En realidad la tradición, que no es defensa de lo anteriorsioo configuración continuada de la vida moral y social en general,reposa siempre sobre un hacer consciente que se asume en libertad.Lo que puede someterse a reflexión está siempre limitado frente a loque viene determinado por una acuñación anterior. Es la ceguerafrente a este hecho de la finitud humana lo que ha podido conducir allema abstracto de la ilustración y de la anatematización de todaautoridad; pero representa un grave malentendido entender elreconocimiento de este hecho como una toma de posición política dedefensa de lo vigente. En realidad cualquier discurso sobre progresoo revolución –igual que sobre conservación— no sería más quesimple declamación si se hiciera con la pretensión de un sabersalvífico previo y abstracto. Es posible que en circunstanciarevolucionarias encuentre aplauso la aparición de los Robespierres,de los moralistas abstractos que intentan rehacer el mundo según su

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