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Verdad y Método I

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134Si se piensa la realidad de la historia como juego de fuerzas, esta idea nobasta evidentemente para hacer necesaria su unidad. Lo que guiaba a Herdery Humboldt, el ideal de la riqueza de manifestaciones de lo humano, nofundamenta como tal una verdadera unidad. Tiene que haber algo que semuestre como objetivo orientador en la continuidad del acontecer. Y dehecho el lugar que en las escatologías de la filosofía de la historia de origenreligioso y en sus derivaciones secularizadas estaba ocupado, ahora seencuentra vacío 60. Ninguna opinión previa sobre el sentido de la historiadebe predeterminar la investigación de la misma. Y sin embargo, elpresupuesto natural de su investigación es que ella forma una unidad. Elmismo Droysen podrá reconocer como idea regulativa expresamente elpensamiento de la unidad de la historia del mundo, aunque no muestre unaimagen de contenido del plan de la providencia. Pero además, hay en estepostulado otro presupuesto que determina su contenido. La idea de la unidadde la historia del mundo implica la continuidad ininterrumpida deldesarrollo histórico universal. También esta idea de la continuidad es enprincipio de naturaleza formal y no implica ningún contenido concreto;también ella es una especie de apriori de la investigación que invita auna penetración cada vez más profunda en las imbricaciones de los nexoshistóricos universales. En este sentido, puede considerarse una ingenuidadmetodológica por parte de Ranke el hablar de la «admirable constancia» deldesarrollo histórico 61 . A lo que realmente se refiere no es a esta estructurade la constancia, sino al contenido que toma forma en este desarrolloconstante. Lo que despierta su admiración es que lo que en definitivaemerge del conjunto inabarcablemente variado del desarrollo de la historiauniversal sea una única cosa, la unidad del mundo cultural occidentalproducido por los pueblos germano-románicos y extendido por todo elmundo.Sin embargo, aunque se reconozca el sentido de contenido en ésta suadmiración de la «constancia», a pesar de todo, lo de Ranke sigue siendoingenuidad. El que la historia del mundo, a lo largó de un desarrollocontinuo, haya producido este mundo cultural occidental no es un merohecho de la experiencia que comprueba la conciencia histórica, sino unacondición de la conciencia histórica misma, es decir, no es algo que podríatambién no haber sido, o que una nueva experiencia podría eliminar. Alcontrario, sólo porque la historia del mundo ha hecho este camino, puedeuna conciencia de la historia universal plantear en general la pregunta por elsentido de la historia, y referirse a la unidad de su constancia.Para esto se puede apelar de nuevo a Ranke. Este considera que la diferenciamás excelsa entre los sistemas oriental y occidental reside en que enoccidente la continuidad histórica constituye la forma de existencia de lacultura 62 . En este sentido no es arbitrario que la unidad de la historia delmundo repose sobre la unidad del mundo cultural occidental, a la quepertenece la ciencia occidental en general y la historia como cienciaparticular. Tampoco es arbitrario que esta cultura occidental esté acuñadapor el cristianismo, que tiene su punto temporal absoluto en el carácter únicodel acontecer redentor. Ranke reconoce algo de esto cuando ve en la religióncristiana la restauración del hombre en la «inmediatez respecto a Dios», queél sitúa en el comienzo originario de toda historia, al modo romántico 63 .Sin embargo, aún habremos de ver que el significado fundamental de estehecho no ha alcanzado toda su validez en la reflexión filosófica de laconcepción histórica del mundo.En este sentido tampoco los sentimientos empíricos de la escuela históricacarecen de presupuestos filosóficos. Sigue siendo mérito del agudometodólogo Droysen el haberlos despojado de sus revestimientos empiristasreconociendo su significación fundamental. Su punto de vista básico es elsiguiente. La continuidad es la esencia de la historia porque a diferencia dela naturaleza la historia implica el momento del tiempo. Droysen cita paraesto una y otra vez la frase aristotélica de que el alma es una adopción parasí misma (). En oposición a las meras formas reiterativasde la naturaleza la historia se caracteriza por esta su auto-superación. Peroesto significa conservar y pasar por encima de lo conservado. Una y otracosa implican conocerse. La historia no es por lo tanto sólo un objeto deconocimiento sino que está determinada en su mismo ser por el «saberse».«El conocimiento de sí misma es ella misma» M. La admirable constanciadel desarrollo de la historia universal de que habla Ranke está fundada en lacon-ciencia de la continuidad, una conciencia que es la que convierte a lahistoria en historia.

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