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Verdad y Método I

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276especies tal como caen bajo las palabras i se despliegan en conceptosy palabras individuales. También ellos son entia rationis. Aunqueesta manera de hablar sobre el «despliegue» suene tan entre platónicoy neoplatónico, Nicolás de Cusa supera en realidad el esquemaemanatista de la doctrina neoplatónica de la explicatio en puntosdecisivos; pues en relación con ella despliega simultáneamente ladoctrina cristiana del verbo 47 . La palabra no es para él un ser distintodel espíritu, ni una manifestación aminorada o debilitada del mismo.Para el filósofo cristiano es el conocimiento de ésto lo que constituyesu superioridad sobre los platónicos. Correspondientemente tampocola multiplicidad en la que se despliega el espíritu humano es unamera caída de la verdadera unidad, ni una pérdida de su patria. Alcontrario, por mucho que la finitud del espíritu humano quedasesiempre referida a la unidad infinita del ser absoluto, tenía que hallarsin embargo una legitimación positiva. Es lo que expresa el conceptode la complicatio, desde el que también el fenómeno del lenguajeganará una nueva dimensión. El espíritu humano es el que al mismotiempo reúne y despliega. El despliegue en la multiplicidaddiscursiva no lo es sólo de los conceptos, sino que se extiende hastalo lingüístico. Es la multiplicidad de las designaciones posibles —según la diversidad de las lenguas— lo que aún potencia ladiferenciación conceptual.De este modo, con la disolución nominalista de la lógica clásica de laesencia, el problema del lenguaje entra en un nuevo estadio. Depronto adquiere un significado positivo el que se puedan articular lascosas en formas distintas (aunque no arbitrarias) según suscoincidencias o diferencias. Si la relación de género y especie no sepuede legitimar sólo desde la naturaleza de las cosas —según elmodelo de los géneros «auténticos» en la autoconstrucción de lanaturaleza viva—, sino que se legitima también de un modo distintopor relación con el hombre y su soberanía denominadora, entonceslas lenguas que han nacido en la historia, la historia de sussignificados igual que su gramática y sintaxis, pueden hacerse valercomo formas variantes de una lógica de la experiencia, de unaexperiencia natural, es decir, histórica (que a su vez encierra tambiénla experiencia sobrenatural). La cosa misma está, clara desdesiempre. La articulación de palabras y cosas, que emprende cadalengua a su manera, representa en todas partes una primeraconceptuación natural muy lejana al sistema de la conceptuacióncientífica. Se guía por entero según el aspecto humano de las cosas,según el sistema de sus necesidades e intereses. Lo que para unacomunidad lingüística es esencial para cierta cosa, puede reunir a éstacon otras cosas por lo demás completamente distintas bajo la unidadde una denominación, con sólo que todas ellas posean este mismoaspecto esencial. La denominación (impositio nominis) no respondeen modo alguno a los conceptos esenciales de la ciencia y a susistema clasificatorio de géneros y especies. Al contrario, vistosdesde aquí muchas veces son meros accidentes los que guían laderivación del significado general de una palabra.Esto no quita que pueda asumirse sin dificultad una cierta influenciade la ciencia sobre el lenguaje. Por ejemplo en alemán ya no se hablade Walfische (peces-ballena) sino simplemente de Wale (ballenas),porque todo el mundo sabe que las ballenas no son peces sinomamíferos. Por otra parte la extraordinaria riqueza de designacionespopulares para determinados objetos se va nivelando cada vez más enparte por la influencia del tráfico moderno, en parte por laestandardización científica y técnica, y en general el vocabularioparece que no tiende a aumentar sino más bien a disminuir. Existe alparecer una lengua africana que posee no menos de doscientasexpresiones distintas para el camello, según las diferentes referenciasvitales en las que está el camello respecto a los habitantes deldesierto. En virtud del significado dominante que mantiene en todosellos, se presenta como un ente distinto 48. Podría decirse que entodos estos casos hay una tensión particularmente aguda entre elconcepto de la especie y la designación lingüística. Sin embargopuede decirse también que en ninguna lengua viva se alcanza nuncaun equilibrio definitivo entre la tendencia a la generalidad conceptualy la tendencia al significado pragmático. Por eso resulta tan

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