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Verdad y Método I

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43conocer. Lo bello en la naturaleza o en el arte M posee un mismo y únicoprincipio a priori, y éste se encuentra enteramente en la subjetividad. Laheautonomía de la capacidad de juicio estética no funda en modo alguno unámbito de validez autónomo para los objetos bellos. La reflexióntrascendental de Kant sobre un a priori, de la capacidad de juicio justifica lapretensión del juicio estético, pero no admite una estética filosófica en elsentido de una filosofía del arte (el propio Kant dice que a la crítica no lecorresponde aquí ninguna doctrina o metafísica) 25.2. La estética del genio y el concepto de vivenciaa) El paso a primer plano del concepto del genioLa fundamentación de la capacidad de juicio estética en un a priori de lasubjetividad obtendría un significado completamente nuevo al alterarse elsentido de la reflexión filosófica trascendental en los seguidores de Kant.Desde el momento en que no se sostiene ya el trasfondo metafísico quefundaba en Kant la primacía de la belleza natural y que mantenía vinculadoel concepto del genio a la naturaleza, el problema del arte se plantea con unsentido nuevo y distinto. La manera como recibe Schiller la Crítica de lacapacidad de juicio de Kant, y el enorme empuje con que pone sutemperamento moral-pedagógico al servicio de la idea de «una educaciónestética», permitió que pasara a primer plano el punto de vista del arte frentea la perspectiva kantiana del gusto y de la capacidad de juicio.Desde el punto de vista del arte la relación de los conceptos kantianos delgusto y del genio se altera por completo. El concepto de genio habrá deconvertirse en el más comprensivo, al tiempo que se desprecia el fenómenodel gusto.Bien es verdad que no faltan posibilidades de apoyar esta trasformación enel propio Kant. En su opinión tampoco es indiferente para la capacidad dejuicio del gusto que las bellas artes sean artes del genio. El gusto juzgaprecisamente de esto, de si una obra de arte tiene verdaderamente espíritu ocarece de él. Kant llega incluso a decir de la belleza en el arte que «en elenjuiciamiento de un objeto de este tipo debe atenderse también» 28 a suposibilidad, y en consecuencia al genio que pueda contener; y en otro pasajedice con toda naturalidad que sin el genio no sólo no serían posibles lasbellas artes, sino ni siquiera un gusto propio capaz de juzgarlascorrectamente 27. Por eso el punto de vista del gusto pasa por sí mismo aldel genio en cuanto se ejerce en su objeto más noble, las bellas artes. A lagenialidad de la creación responde una genialidad de la comprensión. Kantno lo expresa así, pero el concepto de espíritu que emplea aquí 28 vale delmismo modo para una y otra perspectiva. Y ésta es la base sobre la que sehabía de seguir construyendo con posterioridad a él.De hecho resulta evidente que con el paso a primer plano del fenómeno delarte el concepto del gusto tiene que perder su significado. Frente a la obra dearte el punto de vista del gusto es secundario. La sensibilidad selectiva quelo constituye tiene con frecuencia un efecto nivelador respecto a laoriginalidad de la obra de arte genial. El gusto evita en general lo que se salede lo habitual, todo lo excesivo. Es un sentido superficial, que no deseaentrar en lo original de una producción artística. La mera irrupción delconcepto de genio en el siglo XVII íes ya una lanza polémica contra elconcepto del gusto. De hecho habla sido ya orientado contra la estéticaclasicista desde el momento en que se atribuyó al ideal del gusto delclasicismo francés el reconocimiento de un Shakespeare (Lessing). En estesentido Kant resulta anticuado, y adopta una posición mediadora, cuando envirtud de su intención trascendental se mantiene en el concepto del gustoque el Sturm und Drangno sólo había recusado con vigor, sino que inclusohabía atacado ferozmente.Sin embargo, cuando Kant pasa de esta fundamentación general a losproblemas especiales de la filosofía del arte, él mismo apunta a lasuperación del punto de vista del gusto. Habla entonces de la idea de unaperfección del gusto 29. ¿Pero en qué consiste esto? El carácter normativodel gusto implica la posibilidad de su formación y perfeccionamiento: elgusto más perfeccionado, de cuya fundamentación se trata aquí, habrá deadoptar según Kant una forma determinada e inalterable. Y lo cierto es que,por absurdo que esto suene a nuestros oídos, la idea está pensada con todaconsecuencia. Pues si por sus pretensiones el gusto ha de ser buen gusto, elcumplimiento de tal pretensión tendría que acabar de hecho con todo elrelativismo del gusto al que apela normalmente el escepticismo estético.Acabaría por abarcar todas las obras del arte que poseen «calidad», y desdeluego todas las que están hechas con genio.

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