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Verdad y Método I

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259una corrección natural de éstos (como en el contexto de la séptimacarta), sigue manteniendo como baremo una relación de semejanza copia y modelo siguen siendo para él el modelo metafísicopor el que se piensa toda relación con lo noético. El verdadero ser delas ideas es copiado, en su medio, tan correctamente por el arte delartesano como por el del demiurgo divino, el del orador o el delfilósofo dialéctico. Siempre existe una cierta distancia aunque el verdadero dialéctico logra para sí mismo superar estadistancia. El elemento del verdadero discurso sigue siendo la palabray la misma palabra en la que la verdad se ocultahasta lo irreconocible y aun hasta su completa anulación.Si desde este trasfondo nos acercamos ahora a la disputa «sobre lacorrección de los nombres» tal como se desarrolla en* el Cratilo, lasteorías que salen a debate en él ganarán de pronto un interés que vamucho más allá de Platón y de su propia intención. Pues las dosteorías que el Sócrates platónico reduce al fracaso no aparecenponderadas en todo el peso de su verdad. La teoría«convencionalista» reconduce la «corrección» de las palabras a unacto de imposición de nombres que es como bautizar a las cosas conun nombre. Para esta teoría el nombre no entraña la menor pretensiónde conocimiento objetivo; pero Sócrates arrolla al defensor de estasobria perspectiva en la medida en que, partiendo de la diferenciaentre logos verdadero y logos falso, le hace admitir que también loscomponentes del logos, las palabras () son verdaderas ofalsas, y que .por lo tanto también el nombrar, como una parte delhablar, se refiere al desvelamiento del ser que se produce enel hablar7. Esta es una afirmación tan incompatible con la tesisconvencionalista que ya no es difícil deducir desde aquí a la inversauna «naturaleza» que sirviese de baremo tanto para los nombresverdaderos como para su correcta imposición. El propio Sócratesreconocerá que esta comprensión de la «corrección» de los nombresconduce a un verdadero delirio etimológico y a las consecuenciasmás absurdas.No es menos peculiar el tratamiento de que se hace objeto a la tesiscontraria, la de que las palabras son por naturaleza Podríaesperarse que esta contra-teoría fuera refutada a su vez por eldescubrimiento de que la conclusión sobre la verdad de las palabras apartir de la del discurso, de la que derivaba esta posición (en el«Sofista» aparece una corrección de este defecto), es defectuosa; perotampoco esta expectativa se cumple. Al contrario, todo el desarrollose mantiene en el marco de los presupuestos de principio de la teoría«natural», sobre todo el principio de la similitud, y sólo resuelve éste'a través de una restricción progresiva: si la «corrección» de losnombres debe reposar sobre la invención correcta de los mismos, estoes, sobre la invención adecuada a las cosas, entonces caben grados decorrección, como ocurre también con la adecuación. Y si lo un pococorrecto logra copiar la cosa siquiera en sus contornos estopuede bastar para que sea utilizable 8. Sin, embargo hay que sertodavía un poco más generoso: una palabra puede entenderse porhábito o convención aunque contenga sonidos que no posean lamenor similitud con la cosa, con lo que todo el principio de lasimilitud se tambalea y acaba refutándose con ejemplos como el delas palabras que designan números. En éstas 'no puede tener lugar lamenor similitud porque los números no pertenecen al mundo sensibley móvil, de manera que para ellos sólo sería plausible el principio dela convención.La renuncia a la teoría de «physei» aparece revestida de un caráctersorprendentemente conciliador, pues se hace intervenir al principiode la convención, como complementario, allí donde el de la similitudfracasa. Platón parece opinar que el principio de la similitud esrazonable, aunque en su aplicación conviene proceder de una maneramuy liberal. La convención, que aparece en el uso lingüísticopráctico y que es la única que determina la corrección de las palabras,puede servirse en lo posible del principio de similitud, pero no estáatada a él 9. Es una posición muy moderada, pero que encierra elpresupuesto básico de que las palabras no poseen un verdaderosignificado cognitivo; es un resultado que va más allá de la esfera de

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