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Verdad y Método I

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234su sentido cuando se ha ganado el horizonte del preguntar, que como talcontiene necesariamente también otras respuestas posibles. En esta medidael sentido de una frase es relativo a la pregunta para la que es respuesta, yesto significa que va necesariamente más allá de lo que se dice en ella.Como se muestra en esta reflexión, la lógica de las ciencias del espíritu esuna lógica de la pregunta.A pesar de Platón estamos muy poco preparados para ella. Quizá el únicocon el que podríamos enlazar para ello sería R. G. Collingwood. En una^ingeniosa y acertada crítica a la escuela «realista» de Oxford, Collingwooddesarrolla la idea de una «logic of question and answer», perolamentablemente no llega a un desarrollo sistemático 32 . Reconoce conagudeza lo que le falta a la hermenéutica ingenua que subyace a la críticafilosófica habitual. En particular el procedimiento que encontróCollingwood en el sistema universitario inglés, la discusión de statements,tal vez un buen ejercicio de ingenio, ignora evidentemente la historicidadcontenida en toda comprensión. Collingwood argumenta: en realidad untexto sólo se comprende cuando se ha comprendido la pregunta para la quees respuesta. Pero como esta pregunta sólo se gana desde el texto mismo, yla adecuación de la respuesta representa el presupuesto metódico para lareconstrucción de la pregunta, la crítica a esta respuesta aducida desde unaposición cualquiera es puro pasatiempo. Es como en la comprensión de lasobras de arte. Una obra de arte tampoco se comprende más que si sepresupone su adecuación. También aquí hay que ganar primero la preguntaa' la que responde si es que se la quiere comprender —como respuesta—.De hecho éste es un axioma de toda hermenéutica, que ya hemos tratadoantes como «anticipación de la totalidad» 33 .Pues bien, para Collingwood éste es el nervio de todo conocimientohistórico. El método histórico requiere la aplicación de la lógica de preguntay respuesta a la tradición histórica. Los acontecimientos históricos sólo secomprenden cuando se reconstruye la pregunta a la que en cada caso queríaresponder la actuación histórica de las personas. Collingwood pone elejemplo de la batalla de Trafalgar y del plan de Nelson que le subyacía. Elejemplo intenta mostrar que el curso de la batalla hace comprensible elverdadero plan de Nelson, porque éste tuvo pleno éxito en su ejecución. Porel contrario, el plan de su adversario no sería ya reconstruible a partir de losacontecimientos por la razón inversa, porque fracasó. La comprensión delcurso de la batalla y la comprensión del plan que llevaba Nelson para suejecución son en consecuencia un único proceso 34 .En realidad uno no se puede ocultar que en un caso como éste la lógica depregunta y respuesta tiene que reconstruir dos preguntas distintas queencontrarán también dos respuestas distintas: la pregunta por el sentido enel curso de un gran acontecimiento, y la pregunta por el carácter planificadode este curso. Ambas preguntas sólo serán una en el caso de que unaplanificación humana estuviera realmente a la altura del curso de losacontecimientos. Sin embargo éste es un presupuesto que no podemosafirmar como principio metodológico ni en nuestra calidad de hombres queestán en la historia ni frente a una tradición histórica en la que están encuestión hombres como nosotros. Más cercano al asunto que llamamoshistoria es en cambio la famosa descripción de Tolstoi del consejo de guerraantes de la batalla, en el que todas las posibilidades estratégicas soncalculadas aguda y concienzudamente, y todos los planes sopesadosmientras el comandante mismo cabecea; pero la noche víspera del comienzode la batalla el comandante hace. la ronda por los puestos de fuera. Kutusowestá más cerca de la auténtica realidad y de las fuerzas que la determinanque los estrategas del consejo. De este ejemplo debe extraerse la conclusiónde principio de que el intérprete de la historia corre siempre el peligro dehipostasiar el nexo en el que reconoce un sentido como lo que tuvieron en lamente los hombres que actuaron y planearon realmente 35 .Esto sólo sería legítimo desde los presupuestos de Hegel, en la medida enque la filosofía de la historia está iniciada en los planes del espíritu universaly puede desde este saber iniciado designar a unos pocos como individuosuniversal-históricos, en los cuales se daría una auténtica coincidencia entresus ideas particulares y el sentido histórico universal de los acontecimientos.Sin embargo, de estos casos caracterizados por la coincidencia de losubjetivo y lo objetivo en la historia, no puede extraerse ningún principiohermenéutico para el conocimiento de ésta.Frente a la tradición histórica la doctrina de Hegel no posee evidentementemás que una verdad particular. La infinita trama de motivaciones en queconsiste la historia sólo raras veces, y en segmentos muy breves, alcanza laclaridad del plan de un individuo único. Lo que Hegel entiende como casoexcepcional reposa sobre el fondo general del malentendido existente entre

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