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Richards Keith-Vida-Memorias

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¡Tony despedido! Flamingo.<br />

¡Sorpresa! Rick y Carlo han tocado con nosotros. Seguro que los Stones<br />

han sido el mejor grupo de todo el país esta noche. Rick y Carlo son dos de los<br />

mejores. El público había cambiado desde la semana pasada, que es<br />

lo principal. El dinero no tan bien, 8 libras. Pero, bueno, debería ir<br />

mucho mejor a partir de ahora.<br />

¡Rick y Carlo! Carlo Little era carnicero y un batería cojonudo, tenía una<br />

energía espectacular. Y Ricky Fenson al bajo, un músico excelente. Se habían<br />

teñido el pelo de rubio para el bolo. ¿Y para quién trabajaban en realidad?: el<br />

puto Screaming Lord Sutch. De vez en cuando tocaban con nosotros. Eso era<br />

cuando todavía no estaba Charlie, que precisamente decidió subirse al tren por<br />

ese motivo: había oído que la sección rítmica echaba humo. Si Ricky y Carlo<br />

hacían un solo, metían el maxiturbo, saltaban chispas, la habitación despegaba,<br />

prácticamente salíamos propulsados del escenario de lo buenos que eran. Los dos<br />

juntos. Cuando Carlo enganchaba la ola con el bombo de la batería, a eso me<br />

refiero. ¡Aquello sí que era rock and roll! Yo no era más que un crío y, para mí,<br />

tocar con aquellos tipos, que sólo eran dos o tres años mayores que nosotros<br />

pero llevaban mucho tiempo, era la hostia. La primera vez que me pillaron por<br />

banda («mira, va así») y de repente tenía el ritmo de aquella percusión por detrás,<br />

¡guau! Fue la primera ocasión en que me elevé metro y medio por encima del<br />

suelo y luego fui directo a la estratosfera. Eso ocurrió antes de trabajar con<br />

Charlie y con Bill y todo eso.<br />

Y además me sentí cómodo en el escenario desde el primer momento. Estás<br />

nervioso antes de salir ahí fuera delante de un montón de gente, pero para mí la<br />

sensación era más bien de «abridle la jaula al tigre». Tal vez no es más que otra<br />

versión de las famosas mariposas en el estómago. Puede. Pero siempre me he<br />

sentido cómodo en el escenario, incluso si la cagaba, igual que un perro marcando<br />

su territorio: levanto la pata y echo una meada por ahí. Mientras estoy allí arriba<br />

no puede pasar nada más: lo peor que puede ocurrir es que la cague y si no la<br />

cago me lo paso en grande.<br />

En la entrada del día siguiente aparece la primera mención de Charlie<br />

tocando con nosotros:<br />

Martes 15

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