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Richards Keith-Vida-Memorias

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antes de la antepenúltima actuación de la gira europea del 73, en Bélgica. Cuando<br />

se reunió la banda ese día, no había ni rastro de Bobby por ninguna parte, así que<br />

al final me preguntaron si sabía dónde estaba mi colega: en su habitación no<br />

contestaba nadie. Total, que fui para allá y le dije: «Bob, tío, tenemos que<br />

marchamos, tenemos que marchamos ahora mismo». Me lo encontré fumando un<br />

puro metido en la bañera llena de champán con una tía francesa. Y él me soltó:<br />

«Vete a la mierda». «Pues eso haré. Una imagen muy espectacular y todo lo que<br />

quieras, pero puede que luego te arrepientas, Bob.» Más tarde el contable informó<br />

a Bobby de que prácticamente no había ganado dinero en esa gira por culpa de<br />

esa bañera; de hecho, debía pasta. Y a mí me costó diez putos años que volviera a<br />

la banda porque Mick se mostró implacable, y con razón. Mick puede ser<br />

despiadado. Yo no podía responder por Bobby. Lo único que podía hacer<br />

era ayudarlo a desengancharse, y lo hice.<br />

En cuanto a mí, la prensa, empezando por la musical, empezó a incluirme<br />

con gran entusiasmo en la lista fatídica. Un nuevo ángulo. Ya no les interesaba<br />

tanto la música a principios de 1973. New Musical Express sacó una lista de las<br />

diez estrellas del rock que era más problable que murieran pronto, y me colocó en<br />

el número uno. Soy también el Príncipe de las Tinieblas, el hombre hecho polvo<br />

con más elegancia y demás: todos esos títulos que me encasquetaron fueron<br />

acuñados entonces, y me quedé con ellos de por vida. En aquella época sentí a<br />

menudo que querían verme muerto, incluso personas bien intencionadas. Al<br />

principio eres una novedad, pero eso también era lo que pensaron del rock and<br />

roll, incluso en los sesenta. Y deseaban que te fueras a tomar por culo. Y cuando<br />

eso no ocurría, deseaban que te murieras.<br />

¡Fui número uno en esa lista durante diez años! Aquello me hacía reír. Es la<br />

única lista en la que he estado diez años en el número uno. En cierto modo estaba<br />

muy orgulloso de mi posición, que creo que nadie más ha ocupado durante tantos<br />

años como yo. Me llevé realmente un gran disgusto cuando empezé a bajar en la<br />

lista. Finalmente caí hasta el puesto nueve. ¡Ay, Dios, todo ha terminado!<br />

La historia de que iba a Suiza a cambiarme la sangre (tal vez la única cosa<br />

que todo el mundo parece saber de mí) les dio un verdadero subi-don a esos<br />

nigromantes. Claro, para <strong>Keith</strong> no es problema, él puede ir que le cambien la<br />

sangre de vez en cuando y luego volver a las andadas como si tal cosa. Dicen que<br />

he hecho un pacto con el diablo bajo las pro-fundidades del suelo empedrado de<br />

Zúrich, la cara blanca como el papel, una especie de mordisco de vampiro a la<br />

inversa, y mis mejillas recuperan su color rosado. ¡Pero nunca me he cambiado la

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