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Richards Keith-Vida-Memorias

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Poco después empezó el caos. En la película se ve a Meredith Hun-ter con<br />

una pistola en la mano, y también cómo lo apuñalan. Llevaba puesto un traje verde<br />

pálido y un sombrero; y a él también le salía espuma por la boca, estaba tan<br />

enloquecido como los demás. Ponerles un arma a los Angeles delante de las<br />

narices era una insensatez: ¡era eso lo que están esperando! El detonante. Dudo<br />

que estuviera cargada, pero el tío quería hacerse el gallito: mal momento y mal<br />

sitio.<br />

Nadie advirtió que la puñalada lo había matado y el concierto siguió. Gram<br />

también estaba, ese día tocaba con los Burritos. Nos amontonamos todos en su<br />

moto, no sé ni cómo. Fue como salir de cualquier otra actuación. Gracias a Dios<br />

que escapamos de allí porque, efectivamente, fue aterrador. Estábamos<br />

acostumbrados a las salidas terroríficas, aunque ésta tenía otra dimensión y en un<br />

sitio que desconocíamos; pero no fue peor que salir del Empress Ballroom de<br />

Blackpool. De hecho, si no hubiera sido por el asesinato nos habría parecido que<br />

había ido todo como una seda, aunque por los putos pelos. También fue la primera<br />

vez que tocamos «Brown Sugar» delante del público, un bautismo de fuego en<br />

el tumulto de aquella noche californiana. Nadie se enteró de lo que había pasado<br />

hasta que llegamos al hotel o incluso puede que fuera a la mañana siguiente.<br />

Que Mick Taylor estuviera con la banda en esa gira del 69 desde luego<br />

sirvió para unir a los Stones de nuevo. Así que hicimos Sticky Fingers con él. Y<br />

la música cambió, casi de manera inconsciente. Compones con Mick Taylor en<br />

mente, sin darte ni siquiera cuenta, porque sabes que puede hacer cosas<br />

diferentes. Le tienes que dar algo con lo que disfrute de verdad, no el mismo rollo<br />

de siempre, que era lo que le llegaba con John Mayall y los Bluesbreakers. Así<br />

que no paras de buscar maneras distintas de dárselo. La idea es que, si consigues<br />

entusiasmar a los músicos, lo lograrás con el público también. Algunas de las<br />

canciones de Sticky Fingers se basaban en la convicción de que Taylor iba a salir<br />

con algo genial. Cuando volvimos a Inglaterra, ya teníamos «Sugar»,<br />

«Wild Horses» y «You Gotta Move». El resto las grabamos en casa de Mick,<br />

en nuestro nuevo «Mighty Mobile», un estudio de grabación móvil, y alguna cosa<br />

en los Olympic entre marzo y abril de 1970. «Can’t You Hear Me Knocking»<br />

salió sola: yo simplemente encontré la afinación y el riff y empecé a tocarla, y<br />

Charlie se subió en marcha y todos pensando: «¡Hey, esto tiene su ritmo!». Así<br />

que con ésa todo fueron sonrisas. Para un guitarrista, esos acordes entrecortados,<br />

las ráfagas de staccato, no tienen mayor complicación: muy directo y sin<br />

artificios. Marianne tuvo mucho que ver con «Sister Morphine». Conozco la<br />

manera de escribir de Mick, que por aquel entonces vivía con Marianne, y

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