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Richards Keith-Vida-Memorias

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actuación. Pero, sir Edward Lewis, por más que babeara, no era ningún idiota:<br />

hizo muchísimo dinero con aquel contrato, fue un acuerdo increíblemente<br />

ventajoso para ambas partes, que es como se supone que tienen que ser los<br />

acuerdos. Todavía cobro por aquello, lo llamamos el globo de Decca.<br />

Para los Stones, Klein fue un poco lo que el coronel Tom Parker para Elvis<br />

(«yo cierro los acuerdos y si queréis algo no tenéis más que decirlo»), fue<br />

siempre todo un caballero en el trato con nosotros y en el manejo del dinero, del<br />

que siempre le podías sacar algo: ¿querías un Cadillac chapado en oro?, te lo<br />

conseguía, sin problemas. Yo lo llamé diciendo que necesitaba 80.000 libras para<br />

comprarme una casa en el Chelsea Embankment, cerca de la de Mick, para que<br />

pudiéramos vernos cómodamente y componer, y al día siguiente tenía la pasta. El<br />

asunto era que sólo sabíamos la mitad de la mitad, era una forma muy<br />

paternalista de llevar a la gente, algo que evidentemente ya no se hace hoy en día<br />

pero no era raro por aquel entonces. La actitud era diferente a la de ahora, que<br />

hasta el último puto guitarrista cobra y se le tiene en cuenta a la hora de hacer<br />

números. Por aquel entonces era todo rock and roll.<br />

Klein fue increíble al principio. En Estados Unidos, durante la siguiente<br />

gira bajo su dirección, fue ya otro nivel muy distinto: avión privado para viajar<br />

de un sitio a otro, carteles inmensos en Sunset Boule-vard. ¡Así sí!<br />

Tener un número uno te exige sacar otro muy rápido, si no enseguida<br />

empiezas a perder fuelle. Por aquel entonces, se esperaba de ti que hicieras las<br />

canciones una detrás de otra como si nada. De repente, «Satis-faction» era<br />

número uno en todo el mundo y Mick y yo nos mirábamos («esto marcha») y<br />

enseguida venían a aporrear la puerta («¿dónde está la siguiente?, tiene que estar<br />

en cuatro semanas»), eso estando de gira y haciendo dos bolos diarios. Había que<br />

sacar un nuevo single cada dos meses, tenías que tener siempre otra bala en la<br />

recámara y además que fuera un sonido nuevo. Si hubiéramos sacado otro riff con<br />

distorsión después de «Satisfaction», habría sido el principio del fin, repetir era<br />

entrar en la ley del beneficio decreciente. Hay muchos grupos que han<br />

encallado precisamente en esa roca. «Get Off of My Cloud» fue una reacción<br />

ante las exigencias de las discográficas que siempre estaban pidiendo más,<br />

y además era un ataque por otro flanco, y también funcionó.<br />

Así que estábamos hechos una fábrica de hacer canciones, empezamos a<br />

pensar como compositores y, una vez que adoptas esa costumbre, te acompaña<br />

para el resto de tu vida, sigue siempre en marcha en el subconsciente, en la

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