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Richards Keith-Vida-Memorias

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productor pese a las frustraciones de Mick, porque era muy bueno y trabajaba<br />

muy bien con nosotros, pero esta vez Mick tuvo una idea que en principio no<br />

sonaba tan mal: que participaran distintos productores, todos bajo la supervisión<br />

de Don, en las diferentes canciones. Sin embargo, cuando llegué a Los Angeles<br />

para trabajar me encontré con que había contratado a quien había querido sin<br />

consultar a nadie, a toda una serie de gente que había ganado Grammys y<br />

estaba en la cresta de la ola. El único problema fue que nada de aquello funcionó.<br />

Yo intenté cooperar con aquellas figuras recién llegadas: si me pedían otra toma<br />

la hacía, por muy buena que fuera la que acabábamos de grabar; y luego otra y<br />

otra, pero al final comprendí que no captaban el asunto, que no sabían lo que<br />

querían. Y ahí ya dije «basta». Mick también se dio cuenta de que había cometido<br />

un error y andaba pidiendo que lo sacaran de aquel atolladero. Por ejemplo, no<br />

fue precisamente una buena señal descubrir que uno de esos productores estrella<br />

había hecho un loop con Charlie Watts: había metido su batería en una caja<br />

de ritmos. En fin, aquello no sonaba a los Stones. Hasta se oyó la queja de Ronnie<br />

Wood desde un un sofá: «Todo lo que nos queda es el fantasma del pie izquierdo<br />

de Charlie».<br />

Mick probó con tres o cuatro productores. Lo que pretendía no tenía la<br />

menor coherencia, así que con todos aquellos productores y músicos, entre los<br />

que había nada menos que ocho bajistas, la cosa se desmadró completamente. Al<br />

final estuvimos a punto, por primera vez en nuestra historia, de acabar haciendo<br />

dos discos: el de Mick y el mío. En ese álbum, la mitad del tiempo tocaba todo el<br />

mundo excepto los Stones. Hubo un momento, cuando la situación era más tensa<br />

entre Mick y yo, en que nuestra colaboración se limitaba a Don Was sentado con<br />

Mick para trabajar con las letras. Don era como mi abogado, me representaba, y<br />

era él quien leía los garabatos con frases sueltas que se encargaba de anotar una<br />

chica canadiense del equipo mientras yo improvisaba al micrófono; luego Don<br />

usaba todo ese material como punto de partida con Mick para buscar rimas,<br />

versos y demás. Nada que ver con la cocina de Andrew Oldham: más bien una<br />

colaboración en ausencia. Mick había contratado a toda la gente con la que quería<br />

trabajar, y yo quería que estuviera Rob Fraboni. Nadie tenía ni idea de quién<br />

hacía qué, y Rob tiene la irritante costumbre de decirle a quien haga falta:<br />

«Bueno, por supuesto ya sabes que si eso pasa por el micrófono M35 no va a<br />

servir para nada». De hecho no lo saben.<br />

En cualquier caso, me sigue gustando mucho Bridges of Babylon, hay cosas<br />

interesantes en ese disco. Todavía me gustan «Thief in the Night», «You Don’t<br />

Have to Mean It» y «Flip the Switch». Rob Frabo-ni me había presentado a

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