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Richards Keith-Vida-Memorias

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espeto que inspiraban en ellos sus madres era sobrecogedor. Obviamente, las<br />

madres de ambos tenían un carácter muy fuerte, porque estos tíos eran tíos muy<br />

fuertes también. Hace poco supe que la madre de Gibby fue reina de las girl<br />

scouts a nivel mundial, la representante internacional. No era un tema que saliera<br />

en aquellos días. En su momento no me di cuenta de la influencia que ejercieron<br />

estos dos, pero el hecho es que cambiaron el panorama y tuvieron un inmenso<br />

impacto en el estilo de aquellos tiempos.<br />

Gibbs y Fraser no eran más que los cabezas de lista, luego también estaban<br />

los Lampson y los Lambton, los Sykes o Michael Rainey. Y cómo olvidar a Sir<br />

Mark Palmer, paje de la reina y nómada empedernido (¡gran persona!), con su<br />

diente de oro y los galgos atados a las balas de cáñamo con las que solía viajar<br />

por las posesiones de los amigos en su carromato: supongo que si te habían<br />

educado para llevar la cola de la reina, un carromato gitano seguramente acababa<br />

resultando una opción interesante al cabo de un tiempo, porque, mientras no te<br />

hubieran salido pelos en los huevos tenía un pase, pero después:<br />

—¿A qué te dedicas?<br />

—Llevo la cola del vestido a la reina.<br />

De repente, la mitad de la aristocracia del país nos hacía la pelota (los<br />

vástagos más jóvenes), los herederos de inmensas fortunas con siglos de historia,<br />

los Ormsby-Gore, los Tennant, toda esa gente. Nunca me ha quedado claro si<br />

ellos jugaban a bajar al arroyo o si éramos nosotros los que nos entreteníamos<br />

haciéndonos los esnobs. En cualquier caso, eran una gente encantadora. Yo<br />

enseguida decidí que a mí, total, me daba lo mismo: si tenían interés en nosotros,<br />

pues bienvenidos; si querían pasar tiempo con nosotros, perfecto. Fue la primera<br />

ocasión de la que yo tengo conocimiento en la que la nobleza buscó de manera<br />

activa la compañía de tantos músicos populares. Tal vez se dieron cuenta de<br />

que había algo volando con el viento, como decía Bob Dylan. Yo creo que a los<br />

miembros de aquella panda con tanto pedigrí les daba vergüenza seguir<br />

encaramados a su pedestal, y además tenían la impresión de que si no se subían al<br />

carro iban a perderse algo gordo. Así que se produjo una extraña mezcla de<br />

aristócratas y gánsteres, típica historia de fascinación mutua entre los dos<br />

extremos de la escala social, el más exquisito y el más brutal. Ése era el caso de<br />

Robert Fraser en particular.<br />

A Robert le encantaba mezclarse con la gente de los bajos fondos, tal vez

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