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Richards Keith-Vida-Memorias

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que sabía animar a la gente; nos decía: «¡Bueno, venga!, esta tarde toca hacer<br />

nudos: el nudo margarita, el as de guía, el as de guía corredizo...». Yo tenía que<br />

practicar en casa: cómo hacer fuego sin cerillas, cómo hacer un horno, cómo<br />

hacer fuego sin que salga humo. Practicaba en el jardín toda la semana: ¿frotando<br />

dos palitos? De ningún modo, no con el clima de Inglaterra, igual funciona en<br />

Africa o en otro sitio donde no haya tanta humedad; era más bien cuestión de<br />

sacar la lupa y encontrar unas ramitas secas. Y, al cabo de no más de tres o cuatro<br />

meses, ya tenía cuatro o cinco insignias y me hicieron líder de patrulla. ¡Tenía la<br />

camisa llena de insignias! ¡Increíble! No sé por dónde andará esa camisa ahora,<br />

pero no le faltaba detalle: barras, cordones e insignias por todas partes... Casi<br />

daba la impresión de que me iba el rollo del bondage con tanta cuerdecita.<br />

Todo eso sirvió para darme confianza en mí mismo en un momento crucial,<br />

después de mi expulsión del coro, sobre todo el hecho de que me ascendieran tan<br />

rápido. Creo que mi paso por los scouts fue más importante de lo que me pareció<br />

a mí en su momento: tenía un buen equipo, conocía a los muchachos y éramos un<br />

grupo sólido. Debo admitir que la disciplina era bastante relajada, pero cuando<br />

llegaba la hora de «ésta es la misión de hoy», la hacíamos. Se hacía un gran<br />

campamento de verano en Crowborough y un año ganamos la competición de<br />

construir puentes: esa noche nos pusimos de whisky hasta las cejas y<br />

acabamos peleándonos dentro de la tienda. No se veía un carajo, no había<br />

luces, así que acabamos todos dando tumbos y rompiendo cosas (sobre<br />

todo rompiéndonos nosotros). Allí me partí mi primer hueso, de un golpe con uno<br />

de los palos de la tienda en mitad de la noche.<br />

La única vez que de verdad eché mano del rango fue precisamente cuando<br />

mi carrera en los scouts llegó a su fin: tenía uno nuevo en la patrulla, y era un<br />

pelotudo de mucho cuidado. Así que para mí fue como: « Joder!, ¿tengo una<br />

patrulla de élite y ahora me salís con que me ocupe de este vago? ¡No estoy para<br />

andar limpiándole los mocos a nadie! ¿Por qué me habéis encasquetado a este<br />

tío?». No sé qué hizo, pero el caso es que le di un bofetón. Y cuando me quise dar<br />

cuenta estaba delante del comité disciplinario. Me cayó la gran bronca, «los<br />

oficiales no van por ahí a bofetada limpia» y todo ese rollo.<br />

Una vez, durante una gira con los Stones, estaba en un hotel de San<br />

Petersburgo y me sorprendí a mí mismo viendo en la tele la ceremonia<br />

del centenario de los boy scouts que se celebraba en la isla de Brownsea, donde<br />

Baden-Powell había organizado su primer campamento. Estaba solo en la<br />

habitación. Total, que me puse de pie, hice el saludo con los tres dedos y dije:

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