Musica Para Camaleones
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MÚSICA PARA CAMALEONES // SERENDIPIA<br />
que a las tres se las extrae su componente de<br />
incertidumbre. Un conflicto, una utopía, un<br />
error, son un riesgo, porque abren una bifurcación<br />
de caminos, uno de ellos perjudicial. La<br />
seguridad de que esto no suceda es no llegar a<br />
esta encrucijada, pues así no habrá riesgo de ir<br />
por el camino no deseado; rechazar, por tanto,<br />
el conflicto, la utopía y la ocasión de error.<br />
El precio que se paga es muy alto ya que<br />
se acaba con la exploración. Desaparece la posibilidad<br />
de cambio, de encuentros fortuitos o<br />
imaginados, sorprendentes o intuidos. Nos quedamos<br />
encerrados en el valle de las certezas, de<br />
lo regular y previsible. No hay nada más seguro<br />
que repetir, que confirmar, que convenir.<br />
La cultura es nuestro lugar en el mundo.<br />
Por ser un lugar tenemos una posición respecto<br />
al mundo, es decir, lo miramos desde una determinada<br />
perspectiva. Por tanto, esa mirada<br />
crea unas relaciones que lo ordenan de manera<br />
distinta a si lo miráramos desde otro lugar. Y de<br />
acuerdo con esa mirada intervenimos en él.<br />
Cada cultura tiene, pues, su lugar en el<br />
mundo, una mirada distinta, y, en consecuencia,<br />
se crean unas relaciones entre las partes y<br />
sucesos de ese mundo que dependen de cada<br />
cultura. A cada cultura le corresponde un orden<br />
del mundo, un mundo ordenado de manera<br />
diferente; y de acuerdo a cómo se manifiesta<br />
ese orden así se actúa sobre él.<br />
Un lugar tiene siempre un contorno, un<br />
límite más o menos difuso que marca un dentro<br />
y un fuera: se está o no se está en el lugar. Alejarse<br />
del lugar implica riesgo de extravío, pero también<br />
oportunidad de mirar el mundo desde otro<br />
punto, y, por tanto, ordenarlo de otra manera.<br />
Pertenecemos a una cultura, somos de un<br />
lugar. Pero hay habitantes sedentarios y habitantes<br />
exploradores (llamados vagamundos por<br />
los primeros), viajeros que traspasan los límites<br />
borrosos del territorio. La incertidumbre de su<br />
viaje puede terminar en una experiencia personal<br />
o servir de atracción para la colonización<br />
de un nuevo lugar.<br />
Parque España - Cromafest. Yoctobit, Teatro Jugagle.<br />
Hay culturas más propensas al cierre, a<br />
la estabilidad de su contorno, y culturas más<br />
abiertas. Sin embargo en todas ellas está presente<br />
el poder (en cualquiera de sus manifestaciones)<br />
porque su función es la de regulador<br />
de un orden, del orden que presenta el mundo<br />
mirado desde ese lugar. De ahí que cuide el poder<br />
la permanencia en ese lugar. Salir del lugar<br />
es desviarse, condenarse a errar por el mundo<br />
sin la seguridad del lugar bien acotado (y protegido),<br />
del lugar como recinto.<br />
La cultura está siempre asociada al poder.<br />
Por eso el conflicto creativo de quien traspasa<br />
los límites, porque nos lo ve como limitaciones,<br />
y la utopía de no conformarse con lo que hay en<br />
el lugar e imaginar otros lugares que muevan<br />
a transgredir lo establecido, son desviaciones<br />
que llevan al extravío. Es decir, y como leemos<br />
en el diccionario, “poner algo en otro lugar que<br />
el que debía estar”.<br />
El error, entonces, solo como extravío. Y<br />
si hay error puede aplicarse la culpa, la culpa<br />
del fallo, del fracaso, del daño. La culpabilidad<br />
es el mejor regulador del orden, lo que más eficazmente<br />
retiene dentro de los límites establecidos.<br />
En la “Ciudad del Sol” de Tommaso Campanella<br />
(siglo XVII), el imponente lugar está<br />
ceñido por siete grandes murallas concéntricas.<br />
Todo el conocimiento que se necesita está<br />
recogido enciclopédicamente en incontables<br />
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