Musica Para Camaleones
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MÚSICA PARA CAMALEONES // PERIFERIAS<br />
a un juego del que tan solo él sabe su destino. Un<br />
dios por encima de los mortales que insiste en<br />
que éstos son artistas. ¿Por qué tanto empeño<br />
en darles ese título? ¿Por qué el artista desea<br />
tanto que todos los demás lo sean? ¿La pérdida<br />
de autoría no será un reparto de la carga tan pesada<br />
y fastidiosa, como es la responsabilidad de<br />
unos padres a un hijo, a una obra, a una imagen?<br />
Siempre había pensado que el artista es<br />
aquel que no solo hace, sino lo enseña: acción<br />
de ponerse al descubierto. Y ese ejercicio de<br />
enseñar, de mostrar a los demás lo que en un<br />
principio hemos hecho en un acto exclusivamente<br />
personal, es lo que nos diferenciaba de<br />
los demás. Una relación entre lo privado y lo público.<br />
Sin público el artista está a medio camino.<br />
Pero ahora queremos que los demás también<br />
se hagan visibles, que pongan al descubierto<br />
su vida interior, que la den a conocer, que lo<br />
enseñen.<br />
El artista ya no busca solo interlocutores,<br />
sino que aquellos que nos escuchan jueguen al<br />
juego que proponemos ¿Por qué nuestro juego<br />
y no otro? O ¿fue un juego siempre, y lo único<br />
que hemos cambiado es de soporte? Permitidme,<br />
aunque parezca un poco duro, la pregunta<br />
¿no estamos utilizando a ellos como material<br />
para nuestras obras en la búsqueda de nuevos<br />
modelos de creatividad? Pero también me salta<br />
la pregunta ¿no será que el arte ha tomado como<br />
nuevos sujetos a los que están fuera, lo marginados<br />
de lo culto? Porque al fin de cuentas es lo<br />
culto: los expertos en estética, críticos de arte,<br />
historiadores, galeristas,…los que juzgarán lo<br />
que puede ser o no arte, lo que debe ser exhibido<br />
como interés estético. En definitiva, como en<br />
DentroFuera decimos: Fuera del museo no hay<br />
salvación.<br />
Ellos, los otros, aquellos que están fuera<br />
de esa corriente turbulenta, remolino que<br />
todo lo succiona, llamada el mundo del arte,<br />
que diferenciamos de lo que es arte (aunque la<br />
mayoría de las veces es imposible separarlas en<br />
dos aguas diferentes) aún teniendo imágenes,<br />
Milton Mosquera, Favour Kakati, Julio Jara y Hugo Reyes (Olaketal<br />
Orquesta) en la acción de Miedo, Palabras Habladas, 2011.<br />
© Sofía de Juan.<br />
nunca han tenido la necesidad de exponerlas.<br />
¿De dónde viene esta necesidad de recuperarlo<br />
todo, aprehendiendo de la vida sus momentos<br />
más cotidianos como hechos artísticos para luego<br />
exponerlos? Pues lo que era tan solo un gusto<br />
y placer por dibujar, ahora es un proyecto más<br />
que compite con otros en pos de ser digerido,<br />
aceptado, por ese gran embudo que es lo hegemónico.<br />
Parece ser que hemos interpretado y<br />
usado para nuestro interés particular esa frase<br />
de Fillou: el arte es aquello que hace que la vida<br />
sea más interesante que el arte. Dice que la vida<br />
sea, y que el arte es algo inferior en comparación<br />
con la vida; y no que todo sea susceptible de hacerse<br />
arte, en un ejercicio de apropiarnos la vida<br />
para nuestros intereses estéticos. El resultado<br />
es la taxidermia de la vida, la museística de lo<br />
cotidiano. Y es que los objetos, el resultado de<br />
la labor artística, es lo de menos. Porque todos<br />
sabemos a donde van a parar: al mundo del arte,<br />
o lo que es lo mismo, el del mercado. Ahogada<br />
la vida, solo nos queda su imagen en procesión,<br />
en tránsito.<br />
Los llamados outsedirs son ellos, y pretendemos<br />
que lideren ahora la cabeza de la procesión.<br />
Hay una intención clara en este relevo,<br />
salirnos de la fila. Pero seamos leales, si queremos<br />
salirnos del renglón que no sea a medias.<br />
Toda decisión implica una renuncia.<br />
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