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MARX El Capital - Tomo I

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Marx: <strong>El</strong> <strong>Capital</strong>, Libro primero, cap. 3, <strong>El</strong> dinero, o la circulación de mercancías<br />

funcionar como su figura absolutamente enajenable, o como su forma dineraria meramente evanescente.<br />

<strong>El</strong> dinero se petrifica en tesoro, y el vendedor de mercancías se convierte en atesorador.<br />

En los inicios de la circulación mercantil, precisamente, sólo se convierte en dinero el excedente de<br />

valores de uso. De esta suerte, el oro y la plata se transforman de suyo en expresiones sociales de lo<br />

superfluo o de la riqueza. Esta forma ingenua del atesoramiento se perpetúa en pueblos en los cuales a un<br />

modo de producción tradicional y orientado a la propia subsistencia, corresponde un conjunto de<br />

necesidades firmemente delimitado. Tal es el caso de los asiáticos, y particularmente en la India.<br />

Vanderlint, quien se figura que los precios mercantiles están determinados por la masa de oro y plata<br />

existente en un país dado, se pregunta por qué las mercancías indias son tan baratas. Respuesta: porque<br />

los indios entierran el dinero. De 1602 a 1734, observa Vanderlint, enterraron [160] 150 millones de<br />

libras esterlinas en plata, que originariamente habían pasado de América a Europa[60]. En 1856-1866, o<br />

sea en 10 años, Inglaterra exportó a India y China (gran parte del metal expedido a este último país se<br />

abre camino hasta la India) [sterling] 120 millones en plata, obtenidas previamente a cambio de oro<br />

australiano.<br />

Con el desarrollo ulterior de la producción mercantil, todo productor de mercancías debe asegurarse el<br />

nervus rerum [nervio de las cosas][61] , tener en su mano la "prenda social" [62]. Sus necesidades se<br />

amplían sin cesar y demandan imperiosamente una compra continua de mercancías extranjeras, mientras<br />

que la producción y venta de su propia mercancía insumen tiempo y están sujetas a contingencias. Para<br />

comprar sin vender, nuestro productor tiene que haber vendido antes sin comprar. Esta operación,<br />

practicada a escala general, parece ser contradictoria consigo misma. En sus fuentes de producción, sin<br />

embargo, los metales preciosos se intercambian directamente por otras mercancías. Se opera aquí una<br />

venta (por parte del poseedor de mercancías) sin compra (desde el punto de vista del propietario de oro y<br />

plata) [63]. Y ventas ulteriores, sin compras subsiguientes, se reducen a servir de medio para la<br />

distribución posterior de los metales preciosos entre todos los poseedores de mercancías. Surgen de esta<br />

manera, en todos los puntos del tráfico, tesoros de oro y plata diversos en volumen. Con la posibilidad de<br />

retener la mercancía como valor de cambio o el valor de cambio como mercancía, se despierta la avidez<br />

de oro. A medida que se expande la circulación mercantil se acrecienta el poder del dinero, la forma<br />

siempre pronta, absolutamente social de la riqueza. "<strong>El</strong> oro es excelentísimo: [...] quien lo tiene hace<br />

cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso." (Colón, en carta desde Jamaica,<br />

1503.) [161] Como el dinero no deja traslucir qué es lo que se ha convertido en él, todo, mercancía o no<br />

mercancía, se convierte en dinero. Todo se vuelve venal y adquirible. La circulación se transforma en la<br />

gran retorta social a la que todo se arroja para que salga de allí convertido en cristal de dinero. No resisten<br />

a esta alquimia ni siquiera los huesos de los santos y res sacrosactæ, extra commercium hominum [cosas<br />

sacrosantas, excluidas del comercio humano], mucho menos toscas [64]. Así como en el dinero se ha<br />

extinguido toda diferencia cualitativa de las mercancías, él a su vez, en su condición de nivelador radical,<br />

[65] extingue todas las diferencias [66] 67 bis. Pero el dinero mismo es mercancía, una cosa exterior,<br />

pasible de convertirse en propiedad privada de cualquiera. <strong>El</strong> poder social se convierte así en poder<br />

privado, perteneciente a un particular. De ahí que la sociedad antigua lo denuncie como la moneda<br />

fraccionaria de su orden económico y moral [68] f . La sociedad moderna, que ya en los años de su<br />

infancia saca por los pelos a Plutón [162] de las entrañas de la tierra[69], saluda en el áureo Santo Grial la<br />

http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/3.htm (23 of 49) [28/08/2002 17:34:05]

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