La Esfinge y el Espejo I.pdf - Editores Alambique
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Gilgamesh, <strong>el</strong> rey de Uruk quien hizo la guerra y<br />
mandó expediciones en <strong>el</strong> tercer milenio antes de<br />
Cristo. <strong>La</strong> diferencia es sólo que para nosotros la<br />
«arremolinada corriente de Océano» no está sobre <strong>el</strong><br />
borde de un horizonte plano sino al final de nuestros<br />
t<strong>el</strong>escopios, en la oscuridad que éstos no pueden<br />
penetrar, <strong>el</strong> punto desde donde se devu<strong>el</strong>ven <strong>el</strong> ojo y<br />
sus extensiones mecánicas. Nuestro mundo puede ser<br />
infinitamente más grande, pero todavía termina en <strong>el</strong><br />
abismo, las aguas superiores e inferiores de nuestra<br />
ignorancia. Para nosotros, los mismos demonios<br />
yacen en espera, «<strong>el</strong> Diablo en <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj», y al final<br />
volvemos al lugar de donde partimos, como<br />
Gilgamesh, quien «viajó una larga jornada, estuvo<br />
cansado, desgastado por sus trabajos, y al regresar<br />
grabó sobre una piedra toda la historia.» 72<br />
<strong>La</strong> tragedia y la modernidad de la Épica de<br />
Gilgamesh surgen de un mismo lugar, de la<br />
separación y <strong>el</strong> desligarse d<strong>el</strong> resto de la naturaleza<br />
que quedaron definidos y establecidos a partir de la<br />
revolución agrícola y <strong>el</strong> inicio de la civilización: la<br />
construcción de las ciudades, la aparición de la guerra<br />
y las epidemias; la escisión de la humanidad en amos<br />
y esclavos, dueños y extranjeros, propietarios e<br />
invasores. Para <strong>el</strong> hombre natural, uno más entre los<br />
habitantes d<strong>el</strong> planeta, las nociones mismas de<br />
antigüedad y modernidad probablemente hubieran<br />
sido imposibles. De Enkidú no hubiera podido<br />
decirse:<br />
72 Sandars, N. K., op. cit., pág. 47. <strong>La</strong> traducción es mía.<br />
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