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el antiguo testamento, manual para el alumno

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poso, estas aguas amargas que yo he maldecido no<br />

te dañarán; pero si te has alejado de tu esposo y te<br />

has contaminado allegándote a otro hombre, que<br />

entonces seas maldita d<strong>el</strong> Señor y ejemplo <strong>para</strong> su<br />

pueblo; que se pudra tu muslo y tu vientre se hinche<br />

hasta reventar. Que estas aguas amargas entren<br />

en tu vientre e, hinchado por <strong>el</strong>las, se pudra tu<br />

muslo'.<br />

"Después de esto <strong>el</strong> sacerdote tomaba un cántaro<br />

nuevo, lleno de agua sacada d<strong>el</strong> recipiente de<br />

bronce que estaba cerca d<strong>el</strong> altar de los holocaustos,<br />

echaba polvo tomado d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o d<strong>el</strong> templo al agua,<br />

le añadía algo amargo, como ajenjo, y habiendo leído<br />

las maldiciones antes mencionadas y después de recibir<br />

la respuesta de la mujer en <strong>el</strong> Amén, borraba las<br />

maldiciones, raspándolas y echaba la basura que se<br />

producía al borrarlas d<strong>el</strong> pergamino en <strong>el</strong> recipiente<br />

de agua. Durante este procedimiento otro sacerdote<br />

rompía la ropa de la mujer hasta la altura d<strong>el</strong> pecho,<br />

le descubría la cabeza, le desataba la cab<strong>el</strong>lera, le<br />

sujetaba la ropa rota con una faja por debajo de los<br />

pechos y le daba la décima parte de un efa, o sea,<br />

alrededor de dos litros de harina de cebada, la cual estaba<br />

en una sartén, sin aceite ni incienso.<br />

"El otro sacerdote, que había pre<strong>para</strong>do las aguas<br />

de los c<strong>el</strong>os, las daba a beber a la acusada, y en<br />

cuanto las había ingerido, ponía la sartén con la harina<br />

en manos de <strong>el</strong>la. Esta harina era mecida d<strong>el</strong>ante<br />

d<strong>el</strong> Señor, y parte de la misma era arrojada al<br />

fuego d<strong>el</strong> altar. Si la mujer era inocente, volvía con<br />

su esposo; y las aguas, en lugar de incomodarla, la<br />

tornaban más saludable y más fructífera que antes;<br />

si, por <strong>el</strong> contrario, era culpable, en seguida quedaba<br />

pálida, sus ojos parecían salirse de sus cuencas y,<br />

<strong>para</strong> evitar que <strong>el</strong> templo fuera profanado con su<br />

muerte, era sacada y moría en seguida con todas<br />

las circunstancias ignominiosas descritas en las maldiciones."<br />

(Clarke, Bible Commentary, 1:634.)<br />

Hay varios puntos que debemos tener en cuenta.<br />

1. Aunque este rito se concentraba en la mujer,<br />

de ninguna manera implicaba que los hombres que<br />

cometían adulterio fueran perdonados, pues la ley<br />

claramente declaraba que los adúlteros de ambos sexos<br />

tenían que ser apedreados hasta la muerte<br />

(véase Levítico 20:10).<br />

2. En cierto modo, la ley proveía dos clases de<br />

protección <strong>para</strong> las mujeres. Primero, sin esta ley es<br />

posible que un marido acusara injustamente de infid<strong>el</strong>idad<br />

a su esposa. Si su sola palabra era suficiente<br />

<strong>para</strong> condenarla, <strong>el</strong>la estaría ciertamente en una situación<br />

terrible. Al poner en manos d<strong>el</strong> Señor la determinación<br />

de culpabilidad o inocencia, en lugar<br />

de ponerla en manos d<strong>el</strong> esposo o de otros hombres,<br />

se aseguraba de que <strong>el</strong>la podía volver a ocupar <strong>el</strong><br />

lugar que le pertenecía en la sociedad y recuperar su<br />

buena reputación si era inocente.<br />

El segundo beneficio positivo es más sutil pero probablemente<br />

de mayor valor. Si <strong>el</strong> marido sospechaba<br />

que su esposa había cometido adulterio, uno de<br />

los resultados sería una gran tirantez en la r<strong>el</strong>ación<br />

matrimonial. En <strong>el</strong> sistema legal de hoy día, sin testigos<br />

<strong>para</strong> probar su culpabilidad, <strong>el</strong> tribunal probablemente<br />

la declararía inocente. Pero la base <strong>para</strong> <strong>el</strong>lo<br />

sería la carencia de evidencia positiva de su culpa y<br />

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no una prueba de su inocencia. Tal declaración legal,<br />

por lo tanto, serviría de poco <strong>para</strong> aliviar las dudas<br />

d<strong>el</strong> esposo, y <strong>el</strong> enfriamiento de la r<strong>el</strong>ación continuaría.<br />

Los vecinos y amistades también cobijarían sospechas<br />

en cuanto a la inocencia de la mujer. Con <strong>el</strong><br />

juicio por c<strong>el</strong>os, la prueba de la declaración de Dios<br />

sobre la inocencia de la mujer resultaba irrefutable. La<br />

reputación de <strong>el</strong>la se salvaba, y la r<strong>el</strong>ación matrimonial<br />

se mejoraba. Así, la verdadera justicia y la misericordia<br />

eran aseguradas, y <strong>el</strong> asunto pronto quedaba<br />

acallado.<br />

3. Aqu<strong>el</strong>los que preguntan por qué no había una<br />

prueba semejante que la mujer pudiera demandar de<br />

su marido deben recordar que si la mujer acusada<br />

rehusaba someterse a la prueba de las aguas amargas,<br />

su actitud era considerada una confesión de culpabilidad.<br />

En ese caso, <strong>el</strong>la y su pareja en <strong>el</strong> acto indigno<br />

eran ajusticiados (véase Levítico 20:10). Si <strong>el</strong>la intentaba<br />

mentir y pasar la prueba, pero acarreaba las<br />

maldiciones sobre sí, este resultado también era<br />

considerado prueba de culpa <strong>para</strong> <strong>el</strong> hombre con<br />

quien cometió la falta. Es posible que si una mujer<br />

creía que su marido era culpable de infid<strong>el</strong>idad pidiera<br />

que la mujer que sospechaba fuese sometida a<br />

prueba de c<strong>el</strong>os. El resultado inmediatamente establecería<br />

la culpa o la inocencia d<strong>el</strong> esposo así como de<br />

la mujer con la cual hubiera cometido falta.<br />

4. Así, en un mundo donde los derechos de las<br />

mujeres a menudo eran pisoteados, <strong>el</strong> Señor proporcionaba<br />

un medio <strong>para</strong> proteger sus derechos así<br />

como <strong>para</strong> asegurarse de que <strong>el</strong> mal fuese destruido y<br />

la justicia establecida.<br />

(17-11) Números 6:1-21. ¿Qué era un nazareo?<br />

Un nazareo era un hombre o mujer que tomaba un<br />

voto voluntario de apartar su vida al servicio d<strong>el</strong><br />

Señor, o de vivir consagrado a El (Keil y D<strong>el</strong>itzsch,<br />

Commentary, 1:1:34). Ser nazareo no tenía nada que<br />

ver con ser oriundo d<strong>el</strong> pueblo de Nazaret.<br />

Un nazareo tomaba sobre sí tres votos: abstenerse<br />

totalmente de vino o bebidas fuertes, inclusive de<br />

productos d<strong>el</strong> vino bajo cualquier forma (véase Números<br />

6:3-4); no permitir que la navaja tocara su cabeza<br />

sino dejar que su cab<strong>el</strong>lera creciera naturalmente<br />

como una corona a Dios (véase Números 6:5);<br />

y no acercarse a difunto alguno, aunque fuera<br />

miembro de su familia (véase Números 6:6). Su vida y<br />

todos sus esfuerzos eran completa y expresamente<br />

dedicados al Señor. Esta vida consagrada tenía un parecido<br />

con la d<strong>el</strong> sumo sacerdote (véase Levítico<br />

21:10-12). Quienes parecen haber tomado tales votos,<br />

o tuvieron padres que hicieron esos votos por <strong>el</strong>los,<br />

incluyen a Sansón (Jueces 13:5), Samu<strong>el</strong> (véase 1 Samu<strong>el</strong><br />

1:11, 28) y Juan <strong>el</strong> Bautista (véase Lucas 1:15).<br />

En algunos casos, estos votos eran vitalicios, pero<br />

más a menudo eran por un período definido después<br />

d<strong>el</strong> cual <strong>el</strong> individuo volvía a la vida corriente.<br />

(Dos casos en <strong>el</strong> Nuevo Testamento parecen r<strong>el</strong>acionados<br />

con este voto y se encuentran en Hechos<br />

18:18--19 y 21:23--26.)<br />

(17-12) Números 7<br />

El vocablo príncipe en hebreo significa "jefe o mandatario<br />

de la tribu". Para informarse en cuanto a los

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