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el antiguo testamento, manual para el alumno

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Alma <strong>para</strong> sí en <strong>el</strong> espíritu;' (Alma 45:18--19). Se debe<br />

tener presente que los nefitas tenían las Planchas<br />

de Bronce, que eran 'Escritura' e incluían <strong>el</strong> registro<br />

de que Moisés fue tomado por traslación." (McConkie,<br />

Mormon Doctrine, pág. 805.)<br />

Surge la pregunta de por qué Moisés fue trasladado.<br />

El presidente Joseph Fi<strong>el</strong>ding Smith contestó<br />

esa pregunta en esta forma:<br />

"Moisés, como Elías <strong>el</strong> Profeta, fue llevado sin gustar<br />

de la muerte, porque tenía una misión que cumplir<br />

. ..<br />

"Cuando Moisés y Elías <strong>el</strong> Profeta se le aparecieron<br />

en <strong>el</strong> monte al Salvador, a Pedro, Santiago y<br />

Juan, ¿qué propósito tuvo su venida? ¿Fue sólo una<br />

manifestación espiritual <strong>para</strong> fortalecer a los tres apóstoles?<br />

¿O simplemente vinieron <strong>para</strong> consolar al<br />

Hijo de Dios en su ministerio y pre<strong>para</strong>rle <strong>para</strong> su<br />

crucifixión? ¡No! Ese no era <strong>el</strong> propósito. Os lo<br />

leeré. El profeta José Smith lo explicó así:<br />

'El sacerdocio es eterno. El Salvador, Moisés y Elías<br />

(en otras palabras, Elías <strong>el</strong> Profeta) entregaron las llaves a<br />

Pedro, Santiago y Juan en <strong>el</strong> Monte de la Transfiguración.<br />

El sacerdocio es sempiterno: es sin principio de<br />

días o fin de años; sin padre, sin madre, etc. Si no<br />

hay modificación en las ordenanzas, no hay modificación<br />

en <strong>el</strong> sacerdocio. Donde se administraren las<br />

ordenanzas d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io, allí estará <strong>el</strong> sacerdocio . ..<br />

Cristo es <strong>el</strong> Gran Sumo Sacerdote; Adán, <strong>el</strong> siguiente.'<br />

(Enseñanzas d<strong>el</strong> Profeta José Smith, pág. 184.)<br />

"Gracias a eso entendemos por qué Elías <strong>el</strong> Profeta<br />

y Moisés fueron preservados de la muerte: porque<br />

<strong>el</strong>los tenían que cumplir una misión, y debía ser<br />

cumplida antes de la crucifixión d<strong>el</strong> Hijo de Dios, y no<br />

podía ser hecha en <strong>el</strong> espíritu. Ellos deberían tener<br />

cuerpos tangibles. Cristo es las primicias de la resurrección;<br />

por tanto, si algunos de los primeros profetas<br />

tenían que realizar una tarea pre<strong>para</strong>toria a la<br />

misión d<strong>el</strong> Hijo de Dios, o a la Dispensación d<strong>el</strong><br />

meridiano de los tiempos; era necesario que fueran<br />

preservados <strong>para</strong> cumplir esa misión en la carne. Por<br />

esa razón Moisés desapareció de entre <strong>el</strong> pueblo y fue<br />

llevado a lo alto de la montaña; lo que ocasionó que<br />

la gente pensara que <strong>el</strong> Señor le había sepultado. El<br />

Señor le preservó <strong>para</strong> que pudiera venir en <strong>el</strong> momento<br />

preciso y restaurar sus llaves, sobre las cabezas<br />

de Pedro, Santiago y Juan, quienes estaban a la cabeza<br />

de la Dispensación d<strong>el</strong> meridiano de los tiempos."<br />

(Doctrina de Salvación, tomo lI, págs. 99,<br />

102-03.)<br />

RESUMEN ANALITICO<br />

(20-36) La obediencia al Señor siempre ha tenido su<br />

recompensa. Cuando Moisés hizo recordar a Isra<strong>el</strong><br />

sus obligaciones espirituales y luego expuso ante <strong>el</strong><br />

pueblo la maldición y la bendición, sabía que <strong>el</strong><br />

pueblo tenía que tomar una decisión.<br />

La vida es así también <strong>para</strong> nosotros. No podemos<br />

permanecer sin comprometernos, pues siempre nos<br />

enfrentamos a las diferentes situaciones que requieren<br />

que tomemos una decisión. Y en tanto que es verdad,<br />

tal como <strong>el</strong> Señor lo declaró, que El es un "Dios<br />

219<br />

c<strong>el</strong>oso" que visita "la maldad de los padres sobre los<br />

hijos" (Deuteronomio 5:9), no hay razón <strong>para</strong> deducir<br />

que podemos culpar de nuestros pecados a nuestros<br />

antepasados. Consideremos este inspirado consejo:<br />

"Los judíos creían firmemente en la ley de la herencia,<br />

probablemente en un alcance mayor de lo que<br />

estaban justificados <strong>para</strong> hacerlo; y poco a poco tomaron<br />

este mandamiento, lo cristalizaron en un proverbio<br />

que establecía que 'Los padres comieron las<br />

uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera'<br />

(véase Jeremías 31:29; Ezequi<strong>el</strong> 18:2). Luego, al<br />

ser reprendidos por sus pecados y abominaciones,<br />

<strong>el</strong>los respondían diciendo: 'Bien, no es culpa nuestra.<br />

Se trata de los pecados de los padres que caen sobre<br />

la cabeza de los hijos y ciertamente Dios no nos<br />

condenará por lo que hemos heredado de nuestros<br />

padres, porque tenemos la dentera a causa de que<br />

nuestros padres comieron las uvas agrias'. El Señor<br />

estaba muy disgustado con esta excusa y le declaró<br />

a Ezequi<strong>el</strong> <strong>el</strong> profeta: 'Vivo yo, dice Jehová <strong>el</strong> Señor,<br />

que nunca más tendréis por qué usar este refrán en<br />

Isra<strong>el</strong>' (Ezequi<strong>el</strong> 18:3) . Luego prosiguió diciendo, por<br />

medio d<strong>el</strong> profeta, que requeriría de cada hombre y<br />

mujer de Isra<strong>el</strong> que diera cuenta de su propia conducta<br />

y curso de vida, y todos serían juzgados de<br />

acuerdo con los hechos llevados a cabo en la carne.<br />

Estos isra<strong>el</strong>itas parecían haber olvidado la parte d<strong>el</strong><br />

mandamiento que dice que mostraría misericordia a<br />

miles de los que lo amaran y obedecieran sus mandamientos."<br />

(Hyrum M. Smith, en Conference Report,<br />

abril de 1904, pág. 52.)<br />

Pero si las maldiciones de otros no son nuestras<br />

maldiciones, tampoco son nuestras sus bendiciones<br />

ya que debemos obtener las propias. José Smith, <strong>el</strong><br />

Profeta, escibió lo siguiente: "Escudriñad las Escrituras;<br />

escudriñad las profecías, y aprended qué porción<br />

de <strong>el</strong>las pertenece a vosotros y a la gente d<strong>el</strong><br />

siglo diecinueve. Indudablemente vosotros estaréis de<br />

acuerdo con nosotros, y diréis que no tenéis derecho<br />

de reclamar lo que se prometió a los habitantes<br />

antes d<strong>el</strong> diluvio; que no podéis fundar vuestra esperanza<br />

de salvación en la obediencia de los hijos de<br />

Isra<strong>el</strong> cuando viajaban en <strong>el</strong> desierto, ni podéis<br />

creer que las bendiciones pronunciadas por los Apóstoles<br />

sobre las iglesias de Cristo hace mil ochocientos<br />

años eran <strong>para</strong> vosotros. Además, si las bendiciones<br />

de otros no son vuestras, sus maldiciones<br />

tampoco lo son; por consiguiente, así como todos los<br />

que han sido antes de vosotros, sois vuestros propios<br />

agentes, y seréis juzgados de acuerdo con vuestras<br />

obras." (Enseñanzas, pág. 7.)<br />

Dedique un momento a revisar rápidamente las páginas<br />

de Deuteronomio. ¿Qué pasajes marcó? ¿Qué<br />

conceptos le impresionaron cuando leyó <strong>el</strong> consejo de<br />

Moisés, consejo cariñoso, dado por última vez? Escriba,<br />

en una o dos páginas, su reacción ante este<br />

consejo de Moisés. ¿Qué valor tiene <strong>para</strong> usted?<br />

¿En qué forma su vida sería diferente si seriamente<br />

llevara este consejo a su corazón?

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