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el antiguo testamento, manual para el alumno

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pie ada en la guerra de independencia de los Estados<br />

Unidos de América. El servicio militar de los isra<strong>el</strong>itas<br />

fue, sin embargo, un servicio s<strong>el</strong>ectivo (Nm.<br />

31:3-6), de manera que, por ejemplo, de 46. 500<br />

hombres aptos <strong>para</strong> la guerra de la tribu de Rubén,<br />

74. 600 de Judá y 35. 400 de Benjamín (Nm. 1), en<br />

la guerra contra Madián solamente mil de cada tribu<br />

fueron tomados (Nm. 31:4). El hecho de que todos<br />

los hombres que tenían capacidad física <strong>para</strong> p<strong>el</strong>ear<br />

fueran declarados como tales en principio aseguraba<br />

su disponibilidad en una crisis extrema.<br />

"Tercero, siendo que la guerra contra <strong>el</strong> mal es santa<br />

y sirve <strong>para</strong> llevar a cabo la tarea de restauración,<br />

Dios prometió proteger a sus hombres si actuaban<br />

en base a la fe y la obediencia . .. En la batalla contra<br />

Madián, citada anteriormente, 12. 000 soldados isra<strong>el</strong>itas<br />

quemaron todas las ciudades de Madián y<br />

mataron a sus hombres, se apoderaron de 675. 500<br />

ovejas, 72. 000 cabezas de ganado, 61. 000 asnos y 32.<br />

000 mujeres solteras, sin haber perdido un solo soldado.<br />

De todo esto, un diezmo fue entregado al Señor.<br />

Así, allí donde se emprende la guerra según<br />

los términos de la ley de Dios, y en fe y obediencia a<br />

su ley, los hombres pueden contar con su protección<br />

y con prosperidad, tal como sucedió con Isra<strong>el</strong>.<br />

"Cuarto, la ley proveía exención d<strong>el</strong> servicio militar<br />

en ciertos casos. El propósito de un ejército era<br />

p<strong>el</strong>ear las batallas de Dios sin temor (Dt. 20:1-4).<br />

Las exenciones fueron dadas a varias clases de hombres:<br />

(a) los que habían edificado una casa y no la<br />

habían estrenado ni disfrutado de <strong>el</strong>la; (b) los que habían<br />

plantado una viña y todavía no habían disfrutado<br />

de su fruto; (c) y los que se habían desposado<br />

sin haber tomado a su esposa. En esos casos los<br />

hombres tendrían la mente distraída durante la batalla.<br />

Finalmente, (d) todos los que eran medrosos y<br />

pusilánimes eran eximidos como p<strong>el</strong>igrosos <strong>para</strong> la<br />

moral d<strong>el</strong> ejército, no fuera que apocaran '<strong>el</strong> corazón<br />

de sus hermanos, como <strong>el</strong> corazón suyo' (Dt.<br />

20:5-9). La exención de los recién casados era obligatoria<br />

de acuerdo con Deuteronomio 24:5.' Cuando<br />

alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni<br />

en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa<br />

por un año, <strong>para</strong> alegrar a la mujer que tomó.'<br />

Además, exemptos d<strong>el</strong> servicio militar estaban los (e)<br />

levitas (Nm. 1:48,49). Generalmente los levitas luchaban,<br />

pero no eran reclutados.<br />

"En estas exenciones aparece un principio general:<br />

la familia es más importante que la guerra. El joven esposo<br />

no puede servir en <strong>el</strong> ejército; la casa nueva es<br />

también de suma importancia. El nuevo agricultor es<br />

dispensado. A pesar de lo importante de la defensa, la<br />

continuidad de la vida y la reconstrucción piadosa son más<br />

importantes.<br />

"Un quinto aspecto de la ley militar requiere limpieza<br />

en <strong>el</strong> campamento (Dt. 23:9-14). Se necesitaba<br />

una letrina fuera d<strong>el</strong> campamento y una estaca <strong>para</strong><br />

cubrir (<strong>el</strong>) excremento (Deuteronomio 23:13).' Porque<br />

Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento,<br />

<strong>para</strong> librarte y <strong>para</strong> entregar a tus enemigos d<strong>el</strong>ante<br />

de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, <strong>para</strong><br />

que él no vea en ti cosa inmunda, y se vu<strong>el</strong>va<br />

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de en pos de ti' (Deuteronomio 23:14).<br />

"Otro principio general se hace aparente al estudiar<br />

esta ley, así como la primera y la tercera: no es<br />

suficiente <strong>para</strong> la causa <strong>el</strong> hecho de ser santo; no solamente<br />

la causa, sino <strong>el</strong> pueblo de la causa debe ser santo,<br />

tanto espiritual como físicamente.<br />

"Una sexta ley militar requería que, antes de un ataque,<br />

o más bien, antes de una declaración de guerra,<br />

se extendiera al enemigo una oferta de paz. Esta<br />

oferta no podía ser la de llegar a un acuerdo en <strong>el</strong><br />

cual Isra<strong>el</strong> tenía que ceder o abandonar la causa. Esta<br />

causa, si era justa, debía ser mantenida; <strong>el</strong> enemigo<br />

tenía que doblegarse <strong>para</strong> obtener la paz (Dt.<br />

20:10-12. El ataque sorpresa, después de una declaración,<br />

a la manera de Gedeón, era legítimo: las hostilidades<br />

estaban en pie. Pero, antes de la declaración<br />

de guerra se requería <strong>el</strong> esfuerzo de negociar con honor<br />

a la causa. (Este procedimiento es respaldado<br />

también en las Escrituras modernas; véase D. y C.<br />

98:33-36; Alma 43:46; 48:14-16.) El son de la trompeta<br />

tanto antes de la batalla como después de <strong>el</strong>la<br />

<strong>para</strong> expresar regocijo en <strong>el</strong> momento de la victoria<br />

llevaba la causa ante Dios como una esperanza de obtener<br />

la victoria y también como una expresión de<br />

gratitud por <strong>el</strong>la (Nm. 10:9, 10).<br />

"Séptimo, la guerra no es juego de niños. Es un<br />

asunto doloroso y desagradable aun cuando a veces<br />

resulta necesaria. Los cananeos contra los que Isra<strong>el</strong><br />

emprendió la guerra estaban bajo sentencia de muerte<br />

decretada por Dios. Eran un pueblo degenerado espiritual<br />

y moralmente. Entre <strong>el</strong>los todo tipo de perversión<br />

era un acto r<strong>el</strong>igioso y existían grandes castas<br />

de hombres y mujeres prostituidos que constituían<br />

la concurrencia rutinaria de los lugares de adoración.<br />

De ahí que Dios ordenara que todos los cananeos<br />

fueran muertos (Dt. 2:34; 3:6; 20:16-18; Jos.<br />

11:14), tanto por estar bajo la sentencia de muerte decretada<br />

por El, como <strong>para</strong> evitar la contaminación<br />

de Isra<strong>el</strong>. Entre los pueblos vecinos cuya depravación<br />

era similar, aunque no total, se mataba a los hombres<br />

(Nm. 31:7; Dt. 20:16, 17) y a veces a mujeres casadas<br />

también (Nm. 31:17, 18), pero se perdonaba a<br />

las jóvenes vírgenes (Números 31:18). Con otras naciones<br />

que llevaban una mejor forma de vida, toda<br />

mujer tomada prisionera podía casarse, pero no podía<br />

ser tratada como esclava o cautiva (Deut. 21:10-14),<br />

indicando así claramente la diferencia entre los cananeos<br />

y otros pueblos. Sin embargo, estas disposiciones<br />

son condenadas generalmente por la época moderna,<br />

la cual hipócritamente ha recurrido a la<br />

forma de guerra más salvaje y total de toda la historia.<br />

Estas leyes no eran aplicables a todos los pueblos<br />

sino solamente a los más depravados. Ellas establecen<br />

un principio general que está todavía<br />

vigente: Si la guerra es <strong>para</strong> castigar o <strong>para</strong> destruir <strong>el</strong><br />

mal, la obra de la restauración requiere que esto sea hecho,<br />

que un orden inicuo sea derrocado y, en algunos casos, que<br />

algunas o muchas personas sean ejecutadas . ..<br />

"Octavo, <strong>el</strong> propósito común de una guerra es defender<br />

algo; de ahí que Isra<strong>el</strong> tuviese prohibido <strong>el</strong><br />

uso de más de cierto número limitado de caballos (Dt.<br />

17:16), siendo que los caballos eran un arma ofensi-

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