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A la mañana siguiente desayunaron en un restaurante con cortinas azules.<br />
—Empecé a tener amantes a los 17 años. El primero conducía un coche que<br />
nunca olía bien. Creo que guardaba huesos para sus esculturas. Después un político<br />
que vivía en una casa negra, me contaba cosas.<br />
—Un día en una fiesta, en un barrio de clase media, le expliqué a un amigo el<br />
polvo con el policía. Le hablé de lo del guía turístico. Desapareció.<br />
—Luego vino uno que era modelo, y traficaba con drogas. Se llevó todos mis<br />
libros. Tenía cáncer.<br />
—Una puta con una especie de locura me abordaba siempre en el metro. Una<br />
vez me lamió la mano. Olía a tierra meada y no conseguía apartarme de ella. Un día<br />
intentó forzarme, la lleve a un hospital y la encerré en un armario.<br />
—¿Es verdad?<br />
—Era una vieja que me ponía muy nervioso. Me han dicho que ahora vive en<br />
una cueva en el desierto y sólo mastica aire. Trabajaba en un cabaret de lujo al que<br />
solían acudir músicos.<br />
Sophie le preguntó si ya había amanecido del todo.<br />
En septiembre, una tarde, una jirafa del zoo se volvió loca. Era una jirafa<br />
cansada y sin esperanzas. Por aquellas fechas fueron a visitar un castillo excavado en<br />
la roca. En otoño. Sara balbuceaba de pánico, Sophie le sonrió bondadosamente y<br />
salieron del sótano iluminado por nueve velas.<br />
hermana.<br />
bombardeo.<br />
Ness caminaba hacia atrás y hacia delante. Le estampó un beso en la boca a su<br />
—¿Crees en el amor? —preguntó la niña impresionada por los restos del<br />
Durante un rato ni siquiera miró a sus padres. En las afueras había un lago.<br />
—¡Una gallina!<br />
—Estoy pensando en escribir ciencia ficción.<br />
Mientras salían del castillo apareció un escritor judío. Su novela, decía, trataba<br />
sobre la hipnosis. Vivía en las montañas y tenía miedo al fracaso y al ridículo.<br />
—Me gustó su novela —le dijo el escritor a Sophie.<br />
Sostuvieron una larga conversación, el escritor parecía triste y aburrido. Sabía<br />
los horarios de todos los trenes, y hasta si los conductores eran zurdos. Los invitó a<br />
un asado.<br />
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