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—Es demasiado tarde. No debería haberlo dejado con ella.<br />
Sophie llevaba una falda tan estrecha que parecía una criatura frágil con<br />
huesos largos como colmillos. Batía las palmas con la benevolente y tranquila Sara.<br />
Ness la besaba haciendo un ruido de ventosa. En la casa sólo se oían dos ruidos.<br />
Oulipo toco las caras de Ness y Sara con mucha suavidad:<br />
—Tengo que hacer algo.<br />
Se sentía como si estuviese bajo arresto domiciliario, vivía en una burbuja a<br />
punto de explotar. Ojalá pudiera colocarse un escudo, extender la mano y<br />
estrangularlas. Tenía que evitar cualquier brusquedad, tenía que deshacerse de su<br />
vida. Sabía exactamente donde estaba. No le habían enseñado a tener miedo. Un<br />
interminable espacio blanco lo atravesó centímetro a centímetro. Retumbó y pensó<br />
que era idiota. Pensaba lo mismo muchas veces al día. Todo había llegado demasiado<br />
lejos, tenía nauseas y vómitos. No reconocía su propia casa. Sophie era una cornuda.<br />
Prefería cruzar el mundo entero que quedarse en su casa. Se echó a llorar, y siguió<br />
lloriqueando en los brazos de Sophie. Pocas horas después se marchó. Se pasó tres<br />
días tratando de racionalizarlo todo; los posos de su vida. A Sophie y a él los unía un<br />
nudo. La odiaba, pero era la criatura más hermosa que había visto en su vida. No,<br />
Sophie era incómoda.<br />
Oulipo besó a Louise. Deseos extraviados; eso era lo que evitaba. Louise era<br />
perfecta, como una música suave de un monasterio zen. Cuando Oulipo volvió a casa,<br />
Sophie estaba excitada, desesperada. Lo había visto, lo despreciaba, la había<br />
decepcionado. Era de noche. Su vida era un tremendo fraude.<br />
—No sé lo que quiero.<br />
Sophie masculló algo, cogió a las niñas y se liberó.<br />
Oulipo pensó que el mundo seguía con sus idas y venidas. Se lo tenía bien<br />
merecido. Caminó por el pasillo, ahora podía nadar seguro. Se quedó sentado en<br />
silencio durante unos 15 minutos, la luz se filtraba entre las cortinas. Estaba<br />
comiéndose unos espaguetis. Cortó una rodaja de pan.<br />
—¿Vamos a tener una aventura? —le había preguntado Louise.<br />
Oulipo había sonreído. ¿Qué pensaba él? Era un arrogante. ¿Qué hacer? Salió a<br />
dar un paseo, se moría de aburrimiento. Se acordó de su abuela. Levantó el auricular<br />
de un teléfono público. Su abuela estaba escuchando Strangers in the Night<br />
comiéndose una baguette. Le explicó que había comprado una colchoneta para hacer<br />
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