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lancos y bigote recortado pagando el alquiler de un cuarto. El hombre debía ser<br />
americano. Se sintió culpable, había deseado conocerla mejor, parecía una yegua en<br />
celo. ¿No le daba vergüenza? Sólo servía para crear problemas.<br />
Entró en una cervecería, lo invitaron a un whisky. Se arrodilló y desabrochó los<br />
zapatos de una mujer que movía los brazos, vestida de rojo. Se pusieron a bailar. El<br />
ambiente era macabro. Salió disparada una cerilla como una estrella fugaz en<br />
miniatura. La gente los miraba. La música empezó a sonar de nuevo. Sentía su mano,<br />
tenía las piernas frías y un pitillo entre los dedos.<br />
—Me da igual lo que hagas —dijo Oulipo—. Pero lo que sea, hazlo.<br />
Cuando terminó, encendió otro cigarro y se bebió una ginebra. Oulipo se<br />
quedó dormido. Quería dormirse. Ella lo dejó en paz, se levantó y se acercó a la<br />
puerta. Luego sacó otro pitillo y siguió andando. Él no la había buscado.<br />
Oulipo volvió a casa. Sabía que Sophie se daba cuenta de todo. Debería<br />
portarse como es debido. A la tarde siguiente estaba dando una vuelta alrededor de la<br />
manzana y alguien lo empujó.<br />
—He estado en la cárcel —dijo Augusto secamente.<br />
—¿Has matado a alguien?<br />
—Quieren que me vaya de la ciudad. Había un hombre que...<br />
—¿Tu padre?<br />
—Sí.<br />
Oulipo lo vio buscar algo en el bolsillo, una piedra.<br />
—Billetes. Billetes, por favor.<br />
Sonaron las tres en el reloj del juzgado.<br />
—¿Recuerdas la última vez que estuviste en mi casa?<br />
—Sí. Y cuando pienso en cómo pude... ¿Qué culpa tengo yo si ella... ?<br />
Se escucharon los frenos de un coche. Augusto llevaba una botella de ginebra y<br />
un paquete de cigarrillos.<br />
—Sólo tengo 2 libras.<br />
—No me extraña.<br />
Oulipo cruzó la calle tranquilamente. Llevaba una camiseta color cereza.<br />
—Anda, vamos —jadeó Augusto roncamente.<br />
Oulipo se dio la vuelta. Detrás de él, Augusto se abalanzó sobre un coche. Un<br />
Ford pequeño con manchas de barro. Oulipo lo miró aturdido. Augusto intentaba<br />
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