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—Ven aquí —dijo Sophie.<br />
—Beben copas. Se consumen los cigarrillos en ceniceros de cerámica. Hacen el<br />
amor y se vuelven en taxi. Es como ir a un funeral de incógnito.<br />
Sophie lo escuchaba y pensaba que esas chicas debían ser los seres más<br />
solitarios sobre la faz de la tierra.<br />
—Me gustan los chicos, en la cama. No te enfades conmigo.<br />
—Nadie se libra de una mirada espumosa del submundo.<br />
Aquella noche caía una lluvia primaveral. Corrieron en silencio por la terraza y<br />
pronto se encontraron tan mojados que no pudieron dejar de sorprenderse.<br />
Perdieron toda noción del tiempo y se desplomaron extenuados.<br />
Desde la rodilla al muslo. El dedo. Deslizarse y rozarse. Manos infatigables.<br />
Carne viva. Siete. Amanecer. Fin del trayecto.<br />
La ventana estaba abierta, la calle estaba tranquila, sólo se escuchaba el rumor<br />
del agua. Oulipo fue al baño y se sentó en la bañera. Después fue hasta el río. La gente<br />
se congregaba frente a una iglesia. Un hombre y una mujer cubanos tiraron de él.<br />
—Quieren matarnos.<br />
Su andar era siniestro y parecían terriblemente viejos. Estaban arrugados y<br />
esqueléticos. Intentaron venderle hierba. Oulipo miró hacia abajo. Era una soleada<br />
mañana de marzo.<br />
Se marcharon, temblorosos y sudados. Todo era distinto y extraño. Era<br />
domingo. El susurro vibrante del río dejó de hacerle gracia. Al otro lado, vio a unos<br />
chicos con material de construcción que torcieron en la esquina y se esfumaron.<br />
—Pero, Oulipo, ¿qué demonios estás haciendo tú aquí?<br />
—Harry, vivo cerca.<br />
—Oh, ¿sí? Me habían dicho que...<br />
—Ya me iba a casa.<br />
—Bueno, pues... Hasta luego.<br />
Oulipo vio una sonrisa en el rostro de Harry. Llevaba sandalias, era bailarín. El<br />
más hermoso del país. Sus ojos siempre parecían lanzar un guiño. Sus pies eran como<br />
los de una reina de cristal, hacían añicos ceremoniosamente cualquier escenario. Sus<br />
ágiles manos desabrochaban las hebillas con facilidad. Lanzaba susurros, risillas,<br />
suspiros lánguidos. Había jugueteado con él. Era encantador. Encantador. Se<br />
abalanzó sobre él y besó sus labios. Oulipo sintió nauseas. Enseguida se hizo un<br />
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