Jotter [PDF 494 K]

enamorado: un conductor de autobús que parecía un maniquí. Habían hecho el amor
en el bus, en la playa. El cuerpo de May yacía entre los asientos como una escultura
moderna.
Oulipo tenía una estantería llena de revistas de pornografía barata. Historias
de la nada sobre el área de la piel. Epifanías de muerte que no lo perturbaban en
absoluto, pero reconoció a una mujer, una mujer joven: Janice sobre una silla en un
estadio vacío.
Al amanecer, Oulipo conducía por la autopista. Un impacto en tiempo y
espacio reales. Su boca se movió en silencio. La muerte. Se despertó al mediodía
sobre una cama con un silencio claustrofóbico. Había estado en coma, pero ahora
veía la luz. ¿No estaba muerto? Vio la bombilla apagada en el techo, la pared, el suelo,
todo como en una pantalla de cine. La cara de una enfermera. Las pestañas de
Sophie. Las rocas gigantes de Tenerife. Helicópteros ardiendo. Se abrió la puerta.
—Estábamos preocupados, Sophie —dijo el Doctor Towp—, pero debí recordar
que Oulipo nunca dejaría que su cuerpo se desmembrase.
espinal.
Towp era un hombre joven, moreno, a quien Sophie conocía desde el instituto.
—La persistencia de la memoria —dijo Oulipo—. Veo la imagen de un laberinto
Muy sofisticado —observó Towp—. Sólo te has muerto conceptualmente.
Tienes la tibia dislocada, podrás irte mañana.
—He salido del área de peligro, esto es una obra de arte única. He visto torres
mecánicas sobre mi piel. He estado en Shanghai, donde he tenido una psicosis y he
asesinado en serie. El Apocalipsis. Ha sido profundo e inquietante.
—Sueños visionarios. No te preocupes, Sophie, no es una señal de daño
mental, sólo de conciencia expandida —precisó Towp.
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