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Jotter [PDF 494 K]

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Sobre Oulipo pesaba siempre el estrépito de la incesante agitación de Londres.<br />

Esquivó a una ciclista de doce o catorce años. Eso sucedió un viernes. Por un extraño<br />

descuido pensó en la naturaleza del terreno y terminó en el número 29 de Ratcliffe<br />

Highway. La diferencia era total: 20 minutos. Comprendió que podría haber ocurrido<br />

un accidente 40 minutos antes. Estuvo pensando en eso durante todo el transcurso de<br />

una hora, casi 70 minutos. Era una sospecha razonable, pero la ciclista había<br />

escapado. La destrucción hubiese sido plena. Otra noche de descanso. No pudo<br />

esperar en su casa, estuvo fuera desde la 1 a.m. hasta las 8 a.m. del día siguiente.<br />

Cuando volvió, Sophie tenía puestas unas medias de seda negra. La miró mientras lo<br />

interrogaba, por temor o cautela. Adivinó que había estado a punto de ocurrir un<br />

desastre gigantesco y especuló sobre ello.<br />

Sophie trabajaba poco, de vez en cuando, perdía el aliento algunos días<br />

oscuros, entonces se libraban batallas campales. Se ponía de pie y decía que se iba a<br />

ahorcar. A veces leía periódicos antiguos, pero nunca se dignaba a mirar los más<br />

recientes. Eso era lo que le importaba.<br />

Hacía muchos años, un portero había asesinado a un tal Abraham en una<br />

agencia de seguros. Lo habían deportado a Alemania. Cuando lo ejecutaron se levantó<br />

el fanatismo. Al final de su vida era sólo un majadero, pero resultó que no había<br />

asesinado a nadie, que el tal Abraham había muerto en su cama. Era sólo un<br />

extranjero venido de lejos. Muchos se burlaban de él, pero era un artista de primera<br />

línea. Oulipo pensaba que era lamentable comprobar que su obra hubiese<br />

desaparecido como si se la hubiera tragado la tierra. Lo lamentó. Sus bocetos habían<br />

llegado a sus manos por azar, los había descubierto Aubrey, pero no estaban muy<br />

seguros de su autenticidad.<br />

En el diccionario no existen palabras suficientes para describir la vida de<br />

Oulipo, pero vale la pena hablar sobre ella.<br />

En menos de 24 horas, tomó prisionera a la muchacha más deliciosa del<br />

mundo. No sabía si era correcto o incorrecto. Comió un plato de sardinas y unas<br />

fresas. Eran sorprendentes, sus limitaciones. Llegó a la máxima altura posible, pero<br />

no siempre se puede esperar que las cosas resulten como queremos. La verdad es que<br />

la muchacha en cuestión no tenía nada de atrayente, pero era nueva. Todo era un<br />

profundo y oscuro rompecabezas; Oulipo tenía un monstruo en el bolsillo.<br />

Estaba allí, cuando Ness arrojó una pera de sabroso aspecto, estaba a sus<br />

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